En un episodio que provocó
sorpresa y confusión en la primera versión oficial
de los hechos se habló de un supuesto grupo comando
que nunca existió, dos policías bonaerenses con 20
años de servicio murieron al ser baleados por la espalda por dos
jóvenes a los que llevaban detenidos a un juzgado de Lomas de Zamora.
El doble crimen ocurrió en el interior del automóvil no
identificable de la brigada de Esteban Echeverría, cuyos miembros
vestían de civil, cuando uno de los ladrones de poca monta,
como fueron calificados después, le arrebató el arma al
policía que iba manejando el vehículo. En una persecución
posterior, cuando ya los dos agentes habían fallecido, uno de los
delincuentes murió en un tiroteo con un grupo de efectivos que
había rodeado la casa en la que ambos intentaron esconderse. Uno
de los detalles curiosos es que, cuando le quitaron el arma al policía,
los dos detenidos tenían libre una sola mano cada uno, ya que estaban
amarrados entre sí por un par de esposas.
Los fusilaron por un descuido, tal vez por el cansancio, explicó
en el lugar de los hechos, en Luis Guillón, el ministro de Seguridad
bonaerense, comisario Ramón Verón, quien aludió a
que los policías estaban concluyendo una guardia ininterrumpida
de 24 horas. Los policías fueron identificados como Horacio Ernesto
Gorosito, de 46 años, y Guillermo Gerardo Guzmán, de 45,
quienes cumplían funciones en la subdelegación de la DDI
de Esteban Echeverría. El ministro Verón hizo saber que
ahora son 16 los policías bonaerenses que murieron en lo que va
del año. La estadística general la encabeza la Policía
Federal con 34 víctimas en casos ocurridos en 2001, muchos de ellos
en territorio de la provincia de Buenos Aires.
El subinspector principal Guzmán, que iba al volante del automóvil
Seat Toledo de la brigada, fue asesinado de un balazo en la nuca. A él
le quitaron el arma, desde atrás, y con ella le dispararon a los
dos. Esto ocurrió cerca de las 9.30 de ayer, cuando el coche estaba
en la esquina de Magdalena y Belgrano. La maniobra habría sido
realizada por uno de los ladrones, de 19 años, quien murió
en la persecución posterior. El otro joven, un menor de 17, se
entregó sin resistirse, en medio de un violento tiroteo y cuando
no tenía posibilidad de escapar. Al sargento ayudante Gorosito
le pegaron cuatro balazos, todos en la cabeza.
Hay dudas sobre si los delincuentes les dispararon con una pistola calibre
nueve milímetros o con otra arma auxiliar que siempre lleva, por
las dudas, el personal de la brigada. Tampoco está confirmado
si el arma estaba en la cintura de Guzmán o si, en un descuido,
la habían dejado tirada sobre el piso del vehículo, a los
pies de los que iban en el asiento trasero. El Seat, con los vidrios polarizados,
no tenía rejas divisorias entre los dos asientos, como sí
tienen algunos patrulleros. Los dos jóvenes habían sido
detenidos en la madrugada por su presunta participación en un robo
y eran llevados a los tribunales de Lomas.
A Guzmán lo mataron sin que tomara cuenta de la situación,
mientras que Gorosito llegó a forcejear con el ladrón que
tenía el arma. Los dos policías, aunque vestidos de civil,
llevaban el chaleco antibalas, pero no les sirvió de nada. Antes
de escapar, los delincuentes desarmaron a sus víctimas y se llevaron
tres pistolas nueve milímetros, según informó la
policía. Primero intentaron detener una camioneta Trafic que pasaba
por el lugar, pero su conductor esquivó a los delincuentes y siguió
camino. Escaparon a pie unidos por las esposas, relató
un testigo. Corrieron tres cuadras por la calle Belgrano, donde dejaron
tirada una de las pistolas, y doblaron para tomar Moreno. Se refugiaron
en los fondos de una vivienda ubicada en el 1700 de esa calle.
Los perros les saltaron encima y los atacaron, aseguró
la dueña de una casa vecina, que siguió los acontecimientos
a través de una ventana. Para entrar al terreno, los delincuentes
tuvieron que saltar un paredón. Los habitantes de la casa, un matrimonio
con tres hijas, no estaban, lo que evitó un nuevo caso de toma
de rehenes. El predio fue cercado por tres patrulleros de la comisaría
local, que había sido alertada por otro vecino. El ladrón
muerto fue identificado como Marcelo Alejandro Dechef.Los policías
asesinados habían trabajado toda la noche, se descuidaron porque
interpretaron que los detenidos no eran peligrosos por la modalidad de
robo (escruchante) con la que pretendieron cometer el ilícito,
explicó el ministro Verón. Les dispararon tres o cuatro
tiros, después rompieron las esposas que compartían y volvieron
a gatillar dos veces más, contó Carlos, un vecino
de 66 años. Otras versiones, sin embargo, dicen que corrieron varias
cuadras sin quitarse las esposas.
Después se supo que los ladrones habían sido sorprendidos
cuando rompían el portón de una vivienda y pretendían
concretar un robo. Según Verón es habitual que a este
tipo de delincuentes, de menor cuantía, se los traslade de esa
forma, sin esperar una reacción como la ocurrida. La investigación
está a cargo del fiscal de Lomas Daniel Gualtieri.
FUERON
DETENIDOS POR DOS DIFERENTES ASALTOS
Cuatro federales in fraganti
Por Horacio Cecchi
Cuatro federales pasaron a ser
ex federales después de haber sido detenidos, dos de ellos mientras
asaltaban a un hombre que se retiraba de un cajero en Palermo; el tercero,
más tarde, porque formaba parte de la banda, y el cuarto, cuando
intentaba robar con dos cómplices comunes a las chicas de un sauna
de Santa Fe y Laprida. En el caso del cajero, la intervención policial
la de los buenos zanjó la cuestión después
de cruzar algunos disparos con la comisión policial de los malos,
hiriendo a un cabo que ahora es ex cabo. En el caso del sauna, cuando
intervino un patrullero, el agente asaltante intentó simular un
operativo de profilaxis urbana. No pasa nada. Está todo tranquilo,
dijo. Le faltaba conocer un detalle: unos días antes, el mismo
sauna había sido visitado por la profilaxis federal verdadera.
El cajero, del Banco Galicia de Libertador y Oro, está en una zona
considerada crítica por la cantidad de asaltos. Los datos con que
contaban era sucintos pero significativos: la descripción de las
armas coincidía con la de pistolas reglamentarias; eran jóvenes,
y con pelo cortito. El martes pasado, alrededor de las ocho
de la noche, un hombre fue a hacer un retiro al cajero en cuestión.
Retiró 3300 pesos, pero fue interceptado por un joven, el agente
Héctor Andrés Ferreri. Dentro de un auto lo aguardaba el
cabo Gabriel Rubén Tamareño. Ambos, junto con el agente
Sergio Dante Lazarte todos de la División Custodias,
se dedicaban a trabajitos extra fuera de los horarios de plantón.
Un equipo de la comisaría 23ª, que mantenía una discreta
vigilancia, intuyó algo raro y se acercó al auto. ¡Soy
policía!, gritó Tamareño, pero empezó
a disparar. Resultó herido y detenido junto a su colega.
¿Lo internaron en el Churruca?
¿¡Qué Churruca?! Esos no son policías.
Son ratas se inflamó la fuente reservada de los buenos.
Al rato, el agente Lazarte era sorprendido en su fe, esposado y detenido,
como integrante de la banda de las horas extra.
Horas después, se producía otro encuentro: 4º piso
de un departamento de Santa Fe al 2800, entre Laprida y Agüero. Según
las formalidades, un departamento de familia. Según los vecinos
y la comisaría 19ª, un sauna en pleno. Días antes del
asalto, una comisión policial pasó a controlar alguna infracción
de las tantas que pueden cometerse en un sauna familiar. El miércoles,
a las 4, sonó el timbre del sauna. Una de las chicas atendió:
era un cliente. Lo hizo pasar. Pero al abrir la puerta del cuarto piso,
el cliente se había multiplicado por tres, y los tres llevaban
armas. Mientras el trío se dedicaba a recolectar apenas 50 pesos,
una chica logró pedir auxilio. Y la 19ª envió un patrullero.
Sonó el timbre otra vez:
Buenas noches, Policía Federal. ¿Algún problema?
Ninguno. De acá no los llamamos respondió una
voz femenina por el portero.
Abrame, por favor. Baje un momento porque está cerrado insistió
el suboficial.
Bajó entonces una de las chicas acompañada por un joven.
Hola, qué tal, soy el agente Wopr, de la 18. Acá no
pasa nada, tranquilizó el joven que acompañaba a la
chica.
Al representante de la ley del lado de los buenos no le cerró el
argumento y, en fracciones de segundo, Wopr quedó esposado. Sus
dos cómplices fueron descubiertos más tarde, en el pasillo
del 8º piso.
Los cuatro federales quedaron detenidos, pasados a disponibilidad, despojados
de placa, arma y uniforme, exentos de su sueldo y en unos 25 días
más, exonerados del lado de los buenos.
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