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ENTREVISTA A DAVID CALZADO, LIDER DE LA CHARANGA HABANERA
“Yo no soy político, hago música”

En Cuba fueron sancionados por
su estética provocativa y en Estados
Unidos los critican por ser �demasiado cubanos�. Lo cierto es que este grupo bailable es el nuevo fenómeno popular
en la isla y Buenos Aires está descubriéndolo.

En su segunda visita al país, La Charanga Habanera actúa esta noche en el Salsón.

Por Karina Micheletto

Son catorce músicos-bailarines en escena, dueños de una imagen que mixtura la estridencia caribeña con cierta estética de pandilla rapera neoyorquina: trajes de colores brillantes o camisetas deportivas y buzos superpuestos, según el caso. Son cubanos y su música es el son, la timba, la salsa, pero mezclada con algo de rock y rap. En sus shows presentan coreografías que parecen resaltar la muletilla “latino: caliente”, con abundancia en zigzagueos de pelvis. Tomando el lenguaje de la calle, las letras de sus canciones hablan de la tristeza de un muchacho cuya enamorada se fue con un rico extranjero, o de las frustraciones de una juventud que siente que no tiene porvenir. En 1997, luego de una actuación del grupo en el 14 Festival de la Juventud, el gobierno cubano les prohibió actuar durante seis meses.
¿Representantes del “Cuba for export” o pioneros de una apertura cultural que muestra lo que otros no se animan? La Charanga Habanera, en Cuba, llena cuanto local pisa, y ha actuado en tres oportunidades en la Plaza de la Revolución. Fuera de la isla, llegaron a compartir escenario con artistas como Stevie Wonder, Ray Charles, Donna Summer, Tina Turner y Frank Sinatra. En su segunda visita a la Argentina, el grupo actuará hoy a las 23, en Salsón, Alvarez Thomas 1166. Antes de su presentación David Calzado, líder de la agrupación, habló con Página/12.
–¿Se consideran influidos por grupos como NG La Banda y los Van Van?
–Para nada. Me considero influido por todas las orquestas tradicionales cubanas que escuché, a pesar de que puede parecer que lo que hago es totalmente distante a ellos. Hacemos el mismo son cubano, pero adaptado a nuestra generación, y con el nivel técnico que tienen los músicos cubanos hoy, que es muy superior al de aquellos pioneros, que hacían música por sentimiento, sin saber a veces qué nota estaban tocando. Los Van Van iniciaron una etapa en los 70, NG otra en los 80, y creo que en los 90 nosotros marcamos otra. La Charanga surgió con otra cosa, no sólo en cuestión musical sino en materia de imagen y de puesta en escena. En Cuba generalmente los grupos suenan fantástico, pero son orquestas paradas en el escenario. El nuestro es un espectáculo más universal, alguien que no comprenda musicalmente lo que hacemos puede ser hechizado igual. Además, fuimos la única agrupación cubana que vistió a la juventud cubana. Llegamos a ser patrones de imagen de la última generación.
–En Cuba fueron criticados, se dijo que los viste el enemigo...
–Lo novedoso siempre tiene detractores, pero la verdad la tiene el público. Hay que reconocer que los estadounidenses son los reyes del espectáculo, y es inevitable estar influido por estos artistas. A todos los latinos que triunfaron les pasó. Estuve 5 años actuando en Montecarlo, allí pude ver a lo más grande de la meca del espectáculo. Eso me hizo un enjuague cerebral, y llegué a Cuba con la idea de hacer algo nuevo. Al principio la resistencia fue muy fuerte, sobre todo de los medios y de los otros músicos que ya tenían un lugar ganado. Pero el público empezó a asistir a los conciertos, y llegamos a actuar ante 150.000 personas. Después de eso, ¿quién tiene la razón?
–¿Ha recibido ofertas de radicarse en otro país?
–Todo el tiempo. Pero jamás lo haría. El día que me vaya de Cuba voy a perder mi inspiración. La mayoría de los músicos cubanos que se fueronde la isla perdieron la esencia. Vi a gente salir de Cuba siendo grandes músicos, y me los encontré cinco años después en Nueva York siendo buenos músicos. Un cubano que elige quedarse en Cuba, pudiendo irse, tiene la cosa bien difícil. Las compañías nunca apostaron por nosotros, porque es ir en contra del mundo.
–Sin embargo, ustedes han grabado con Universal.
–Es cierto, estuve tres años con la discográfica más grande, pero no me gustó lo que pasó. Lo que hizo la Universal fue comprar mi trabajo y enmaletarlo, para que no moleste. Lo mismo pasó con los Van Van y con muchos grupos cubanos, nos hicieron muy buenos contratos en lo económico, pero jamás nos promocionaron. Ellos dicen: “vamos a comprarlos y a guardarlos, a esperar que se vaya de Cuba toda esta historia comunista, entonces el producto es nuestro y lo empezamos a trabajar”. Pero a mí me preocupa que eso me pase a los 95 años, como a Compay Segundo. O que me muera antes, y que ocurra lo mismo que con Compay o Ibrahim. Ellos fueron reflotados y me parece fantástico, porque son buenos, pero no son los más representativos de esa generación. Los más grandes de todos no pudieron ser conocidos, porque ya murieron.
–Es decir, las discográficas americanas no los apoyan por ser demasiado cubanos, y los medios cubanos los critican por ser demasiado americanos...
–Pero el público nos sigue dando la razón. Nosotros hacemos textos picarescos, abordamos temas sociales con canciones en las que se pueden hacer dos o tres lecturas. A “Superturística” (el tema que habla de la joven que se va con un extranjero) no lo pasaron en una radio cubana, fue censurado, pero todo el mundo lo cantaba. Y lo que cuenta la canción no es algo que ocurra solo en Cuba...
–Pero convengamos que en Cuba forma parte de un problema de Estado, no es un tema inocente. No le debe gustar mucho a Fidel...
–No hago canciones para Fidel, ni para molestar al gobierno. Tampoco creo que sea Fidel quien escucha y censura estas canciones, sino otros que están por el medio. En tres ocasiones me encontré con Fidel y fui muy bien tratado por él. Hago temas que reflejan realidades, pero no soy Pablo ni Silvio, lo mío es otra historia, es música para hacer gozar a la gente. No soy político, soy artista. Nunca voy a decir mi pensamiento político, tengo que ser cuidadoso porque soy artista del mundo.
–¿Qué pasó en el 14 Festival de la Juventud del ‘97?
–Simplemente, que los cubanos vieron algo que nunca habían visto, y eso creó un escándalo. Primero sobrevolamos el público desde un helicóptero, nos dejamos caer en un carro convertible, con humo, grandes luces, cosas que son muy... capitalistas (se ríe). Teníamos 150.000 personas enardecidas. En aquel momento teníamos un cantante que tenía un movimiento pélvico más sexual que sensual. La televisión lo tomó todo el tiempo a él y eso salió a las 9 de la noche, por el único canal de entretenimiento que hay. Lo vieron niños y personas mayores a las que les pareció muy duro. Se armó un revuelo que terminó con la sanción. Eso me enfermó, estuve un mes sin salir de casa. Pero cuando salí, vi que todos en la calle me apoyaban. Si hasta en las fiestas de los CDR todos bailaban la Charanga Habanera...

 

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