Por Raúl
Kollmann
La mayor parte de la gente
no sabe nada de derecho conoce muy poco sobre lo que técnicamente
constituye una asociación ilícita y por supuesto no ha leído
ni una hoja del proceso judicial. Sin embargo, los juicios del hombre
de la calle son categóricos: Menem es culpable, debe seguir en
la cárcel y el juez Urso actúa con justicia e independencia.
En verdad, lo que hay detrás de lo que sostiene la abrumadora mayoría
de los argentinos es su muy mala opinión de Carlos Menem y su gestión,
la bronca enorme por la situación económica y la corrupción
legada por el ex presidente. La gente está clausurando una
época con un juicio lapidario, sintetiza Enrique Zuleta Puceiro,
responsable de la encuesta en el que mil argentinos de todo el país
se pronunciaron sobre la causa de las armas.
El estudio fue realizado por la consultora Ibope OPSM, que conduce Zuleta,
y la dirección técnica estuvo a cargo de Isidro Adúriz.
Son datos que provienen del Monitor de Tendencias Económicas que
realiza mensualmente esa empresa. En total se encuestaron mil personas
en todo el país, diferenciando la región metropolitana (Capital
Federal y Gran Buenos Aires), la zona pampeana, el Noroeste, Cuyo, la
Patagonia y el Noreste. En el trabajo se respetaron las proporciones por
edad, sexo y nivel socioeconómico.
Muchos consultores sostienen que no se pueden hacer a la gente preguntas
sobre, por ejemplo, si corresponde o no aplicar la figura de la asociación
ilícita. Se trata de un tema muy para especialistas y el ciudadano
común no puede dar una opinión desde el conocimiento. Es
como si se preguntara en una encuesta si tal persona debe o no ser operada
del corazón. Sólo lo debería contestar un cardiólogo
que es quien domina el tema. Sin embargo, el objetivo de una encuesta
como la realizada por Ibope no es tener los elementos para aplicar o no
un principio jurídico, sino tomarle la temperatura a la sociedad,
echarle una mirada al clima que generó el procesamiento y la detención
de Carlos Menem.
Las opiniones de la gente y todo el estudio está cargado
de un fuerte tono emocional señala Zuleta Puceiro.
El ciudadano ve que los hombres de Menem hablan ahora de derechos humanos
y del Pacto de San José de Costa Rica, pero saben que durante una
década el propio Menem armó un sistema de justicia más
que cuestionable. Entonces el argumento del ex presidente no convence
y ese discurso es simplemente visto como una maniobra. Ahora bien, hay
que decir que no estamos ante una situación en la que la gente,
de golpe, sorpresivamente, descubre azorada lo que estaba pasando. Aquí
es evidente que durante una década los ciudadanos miraron para
otro lado con un argumento que trascendió como roban pero hacen.
Porque la gente conocía todo lo que se estaba haciendo y Menem
igual ganó elección tras elección. Lo que sucede
es que el clima es ahora diferente: todos sufren la crisis económica,
el drama de Aerolíneas, la desocupación y los males de una
década en la que se miró para otro lado.
En un sentido se parece a la cuestión de la Guerra de Malvinas:
el argentino ajustó las cuentas con los militares en todos los
terrenos, incluso con espíritu de venganza.
De todas maneras, no puede obviarse que la encuesta se adentra un poco
en el razonamiento judicial de la gente. Y eso también permite
hacer un análisis. Zuleta sostiene que el ciudadano, en cierto
sentido, piensa como el juez Urso: alguien que ocupaba un puesto de tal
envergadura, como Menem, no podía ignorar lo que pasaba, es decir
la gigantesca operación de tráfico de armas. Tamaño
movimiento de gente y armamento no se explica si no se presupone la existencia
de una mente inteligente que está por encima de todo y en el puesto
de mayor responsabilidad. Es el mismo argumento que se utilizó
cuando se hizo el juzgamiento de los militares. Tal vez en una causa judicial
normal la ausencia de pruebas más precisas derrumbaría la
acusación, pero lo cierto es que en el caso de los militares la
gentesiempre pensó que la represión fue un crimen de Estado
y en el caso de las armas también se cree en una especie de crimen
de Estado.
En verdad, la mayor parte de los ciudadanos ni siquiera conoce bien cómo
fue el tráfico de armas a Ecuador y Croacia: poco saben que se
movieron casi mil camiones, que hubo más de diez viajes de barcos
y tres de avión, que el monto fue de 120 millones de dólares,
de los cuales 40 millones efectivamente entraron a Fabricaciones Militares
pero otros 80 fueron a parar a distintos bolsillos. Pese a esos
datos dice Zuleta es uno de los escándalos de menor
envergadura de la era Menem. Hubo otros, donde se movieron cifras mayores
y la maniobra fue aún más descarada. Sin embargo, esa causa
es la que termina siendo la cabeza del mani pulite argentino y lleva a
la detención de Menem.
Que el estudio sondea el clima de la población respecto del ex
presidente lo indica la primera pregunta que se hizo en la encuesta. Sólo
el 6.5 por ciento dijo estar muy informado del caso y un 36 por ciento
se consideró informado. Pero del otro lado el 38 por ciento dijo
estar poco informado y otro 18 reconoció que no está nada
informado. Después, en las respuestas, los no sabe
o no contesta son muy pocos. O sea que la gente se pronunció
sobre Menem, más allá de si sabía o no sobre el caso
concreto y la condena popular es abrumadora.
En este clima es difícil que Menem pueda hacer valer sus
derechos. ¿Es un linchamiento? se pregunta Zuleta.
No creo. La gente lo que hace es evaluar la imagen del ex presidente.
Hace unos años lo votaron, ahora la crisis económica, la
corrupción y esa sensación de que gran parte es consecuencia
la gestión menemista, sesgan las respuestas totalmente.
Llama la atención en el estudio la voluntad de que Menem siga preso
y una mayor simpatía por Martín Balza que por los demás
imputados, a todos los cuales quieren ver presos, empezando por Emir Yoma,
percibido como una de las claves del caso. También es sorprendente
que la gente sienta que Menem preso afecta la gobernabilidad del país:
sumando a los que opinan que la Argentina es más ingobernable se
totaliza un 39 por ciento, un porcentaje bastante alto. Se ve que todavía
perciben a Menem con cierto poder.
Desde hace unos días se viene señalando, desde fuentes menemistas,
que el ex presidente ha crecido en su popularidad a raíz de su
detención. Incluso alguno arriesgó que Don Torcuato, por
la gente que supuestamente concurre, no es todavía la víspera
del 17 de octubre pero sí una procesión parecida a las que
se hacían hacia la casa de Gaspar Campos donde vivía Perón
después de su regreso a la Argentina. Desde un punto de vista político,
el menemismo ha podido sumar poco en los últimos tiempos no
pudo presentar lista en Capital Federal ni convocó a figuras ni
franjas importantes del arco político, pero lo que el estudio
marca en forma categórica es que Menem sigue estando muy mal evaluado
en la sociedad y casi el 80 por ciento cree que debe seguir preso. Y eso
por más que se le arme una candidatura de urgencia, sólo
para ver cómo se intenta eludir a la Justicia.
CUADROS
LA CULPA
EL DINERO
LA SITUACIÓN
EL ENCUADRE
LA DETENCIÓN
EL JUEZ
LA BANDA
EDUARDO
COLACILLI
Un amigo que Menem necesita
Por Susana Viau
La lista de personal permanente
que, según sus abogados, Carlos Menem necesita para mantener, aun
en prisión domiciliaria, la calidad de su vida cotidiana aporta
un dato revelador. Uno de los veintiún nombres incluidos en ella
como indispensables para el desenvolvimiento de la rutina del detenido
corresponde al arquitecto Eduardo Colacilli. Muchos se preguntaron el
viernes para qué necesitaba el ex presidente un arquitecto entre
sus colaboradores. La respuesta es lo de menos y podría constituir
una de las tantas extravagancias del riojano. Lo de más es que
el sueldo de Colacilli no lo pagan ni Menem ni su amigo Armando Gostanian
sino el erario público a través del Banco Central donde,
bien que sin destino fijo, el arquitecto Colaccilli revista a supuesto
tiempo completo y como empleado de planta con un sueldo bruto de 2800
pesos.
Apunta la sabiduría popular que a las comodidades todos se acostumbran
rápido. Tan sencillo es habituarse a disfrutarlas como difícil
resignarse a dejarlas de lado. Es el caso del ejército de colaboradores,
empleados y servidumbre que el preso considera mínimos para su
bienestar. Y no sólo por la cantidad: también por la forma
en que el ex presidente está acostumbrado a retribuir esos servicios.
Los empleados de PAMI todavía recuerdan a los pintorescos Fresco
y Batata, los profesores de tenis de ex jefe de Estado, remunerados
con un nombramiento de asesores en la crítica obra social de los
jubilados. En ese sentido, que el salario de Colacilli lo ponga el BCRA
no sería una novedad.
Así cualquiera,
Colacilli
Y no queda lugar a dudas. Colacilli, el de Don Torcuato, es el mismo
que Colacilli, el del Central. El número de documento que acompaña
la lista que el defensor Oscar Roger presentó al juez federal Jorge
Urso muestra que el DNI de Colacilli es el 8.237.298, igual dígito
a dígito que el que identifica al arquitecto en el recibo de haberes
expedido por el BCRA. De acuerdo al documento, que se reproduce en esta
página, el arquitecto tiene un básico de 536 pesos al que
se suman otros 537 por responsabilidad jerárquica, puesto que Colacilli
ha sido premiado con la categoría de 2º jefe de departamento
de 3ª, aunque en el rubro puesto funcional se aclare
puesto a asignar. Errante, el arquitecto no tiene destino
concreto pese a que su ingreso formal a la plantilla data de marzo del
2000. Colacilli percibe, asimismo, 237,67 pesos por suplemento escalafonario;
107,30 por presentismo; 72,45 por complementos de gastos de comida; 121
por adicional complementario especial y 1.188,58 en concepto de adicional
por dedicación funcional, un ítem estrenado en coincidencia
con la legada al banco de los hombres del CEMA y del que son beneficiarios
los amigos de la fundación motorizada por Pedro Pou y unos muy
pocos empleados de línea. En total y a ojo de buen cubero, Colacilli
recibe del Estado unos 2800 pesos mensuales.
De la mano del director Marcos Saúl, y a pedido de éste,
Colacilli fue contratado en el club de los empleados de la institución
aunque su verdadera función la cumpliera en la Residencia de Olivos,
donde entre otras cosas dio una mano durante las tareas de remodelación.
Luego, Saúl logró efectivizarlo en la sede de Reconquista
al 200 sin que el arquitecto de Menem (al parecer casi tan importante
como Alberto Rossi, su sobrino político) tuviera que pasar por
el odioso y obligatorio concurso. Saúl consiguió asimismo
que a su pollo se le adjudicara una categoría considerada como
muy buena por el personal. Dadas las obligaciones contraídas al
lado del ex presidente, Colacilli suele estar poco tiempo en el banco,
unos veinte minutos cada tanto, como demuestra la planilla adjunta donde
se lee: horario de entrada: 13,57; horario de salida: 14,18.
Saúl, querido
Que Marcos Saúl (hoy de viaje por Estados Unidos) reporta directamente
al prisionero de Don Torcuato dista de ser una información confidencial.
Riojano y ex presidente del Banco de La Rioja, una entidad controvertida
y actualmente bajo investigación por el dispendio de falsas jubilaciones
que implican una defraudación de casi 60 millones a la ANSeS, Saúl
ha sido un cultor del low profile. Llegado al directorio del BCRA en los
albores de la gestión de Menem, su nombre ha sido mencionado como
crucial en áreas clave: la de entidades liquidadas y venta de propiedades,
y en el tesoro, que en los últimos 10 años invirtió
un dineral en la acuñación de monedas realizada en Sudáfrica
y en Chile. Los cálculos de los responsables fallaron y se encargó
la fabricación de una excesiva cantidad de metálico, tanta
que las monedas terminaron fundidas en bloques. Cuando hacen memoria,
los empleados de mayor trayectoria del banco recuerdan un Marcos Saúl
domiciliado en un departamento de Avellaneda, lejos en todo sentido de
su actual piso de la Avenida del Libertador. Ellos imaginaron que Marcos
Saúl no sobreviviría al cambio de gobierno. Se equivocaron.
Allí sigue, firme, Saúl. Por algo al hombre que bate records
de permanencia en el directorio le dicen el inmortal.
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