Por Martín
Piqué
Era la una de la madrugada
y la noche aparentaba ser tranquila en pleno centro de Rosario. Sobre
la calle Balcarce, a una cuadra y media de los Tribunales, el estudio
jurídico del abogado Rafael Pedro Bielsa padre de Rafael
Bielsa, síndico general de la Nación se encontraba
vacío y en penumbras. La oscuridad de pronto se iluminó
en la misma puerta del bufete; un vecino comprobó que se trataba
de un incendio y avisó al propietario y a los bomberos. La policía
descubrió una botella de plástico y rastros de líquido
inflamable, por lo que rápidamente se pensó que se trataba
de una amenaza al titular de la Sigen. Ayer, éste aseguró
que el episodio forma parte de una escalada contra su persona:
Lo que me rebela, lo que me genera odio, es que se las agarraran
con mi padre, como lo hicieron antes con mi madre, dijo a Página/12.
El hecho sucedió en la noche del viernes, una hora después
de la medianoche. Ayer a la mañana, el padre de Bielsa presentó
la denuncia en la comisaría segunda de la ciudad y luego en el
juzgado penal de instrucción de turno, a cargo de Luis María
Caterina. En ese momento todavía perduraban los rastros del siniestro:
el techo de la oficina estaba negro y aún quedaba algo de humo
entre las carpetas de los expedientes.
El síndico estuvo de acuerdo con su progenitor. Se consideró
el destinatario de la intimidación, argumentando que su puesto
es un cargo contraindicado para ganar amigos: La lista
de mis enemigos es muy grande y tengo sospechas sobre demasiados. Esto
es una cuestión judicial y policial, porque ya no es una vez, ni
dos veces, sino que es un modus operandi. Luego explicó por
qué piensa que existe un complot para atentar contra su vida. Primero
fue una llamada telefónica, en la que le decían a mi vieja
que yo me había matado en la ruta. Después fueron unos papelitos,
en el que se describía un atentado contra mi persona y se daban
ciertos datos de mis movimientos, y ahora esto, contó Bielsa
a este diario.
Su padre, un abogado de más de 70 años y 50 de ejercicio
en el fuero civil y comercial, afirmó a Página/12 que el
incendio está relacionado con la serie de amenazas que viene recibiendo
su hijo, el jefe de la SIGEN. Evidentemente es un atentado, porque
acá dentro se encontró una botella con líquido inflamable.
Pero yo no recibí ninguna amenaza, porque no tengo enemigos, no
tengo problemas con nadie. La verdad es que esto no era para mí,
dijo.
¿Usted cree que esto iba dirigido a su hijo?
Yo creo que sí, honestamente creo que sí.
Esas sospechas se basan, principalmente, en las denuncias que el síndico
Bielsa viene haciendo desde hace algún tiempo. El 7 de mayo pasado,
por ejemplo, presentó al juez federal Claudio Bonadío un
anónimo de tres páginas que contenía supuestas instrucciones
para asesinarlo: El efectivo pasará por detrás del
automóvil BMW chapa patente CUR 732 color negro, y se ubicará
sobre la izquierda del conductor, ligeramente por detrás de éste.
Desde esa posición deberá hacer fuego, decía
textualmente el anónimo.
El papel también tenía detalles de su vida cotidiana que
sólo se pueden obtener con trabajo de inteligencia: los horarios
de entrada y salida de su domicilio, los lugares a donde concurre, cuándo
va acompañado por sus hijos. También aparecían el
número de identificación de su pistola automática
Sig Sauer en el Registro Nacional de Armas (Renar) y los datos de la cédula
verde de su coche. Esa situación llevó a Bielsa a reunirse
con el titular de la SIDE, Carlos Becerra, y posteriormente, por sugerencia
de éste, a presentarse ante la Justicia.
Esos fueron los antecedentes que hicieron un poco más alarmante
el incendio. Este fue rápidamente extinguido: sólo quemó
parcialmente una mesa con papeles que estaba cerca de la puerta. De cualquier
manerapreocupó mucho a los Bielsa, que se mostraron sorprendidos
de que algo así pudiera suceder a una cuadra y media de los Tribunales
de Rosario.
El hijo de Khadafi
nos visita
El hijo del presidente de Libia, Muammar Khadafi, llegó
el viernes a Buenos Aires para presenciar la final del Mundial Sub-20
entre Argentina y Ghana. Pero Al Saadi Khadafi (foto) se llevó
una sorpresa el mismo día de su llegada, cuando por orden
del juez Claudio Bonadío la policía allanó
su habitación y la de sus custodios en el Hotel Alvear. El
motivo, la ametralladora y las pistolas 9 milímetros que
habían traído los visitantes libios sin declarar.
|
|