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�Compuse a
Emilio mirando a la
gente en el fútbol�

Emilio Gutiérrez Caba,
ganador del Goya por su papel
en �La comunidad�, dice que le interesó la maldad del personaje que le propuso Alex de la Iglesia.

Por Ana Bianco

El actor español Emilio Gutiérrez Caba, ganador del premio Goya al mejor actor de reparto por La comunidad (Alex de la Iglesia) y con una amplia trayectoria en el cine español, se puso por primera vez bajo las órdenes del director vasco. Su popular rostro es recordado por films como La Caza (1966) de Carlos Saura, Las bicicletas son para el verano (1983) de Jaime Chavarri y Qué he hecho yo para merecer esto (1984) de Pedro Almodóvar, entre otros. En charla con Página/12, Gutiérrez Caba se refiere a su personaje Emilio, el siniestro administrador del consorcio de un edificio que se enfrenta con Julia (Carmen Maura), una agente inmobiliaria a la que una circunstancia fortuita la hace el centro del terror de sus vecinos.
–¿Cómo se sintió con De la Iglesia?
–Alex tiene claro lo que quiere filmar. Nació con las imágenes que después filma. Ensayamos algunas secuencias claves en la casa de Carmen, comiendo sandwichs y tomando café. En la escena de la pelea con Carmen, estaba preocupado y tratando de concentrarme, un descuido mío podría darle un golpe en serio... Felizmente los dobles nos salvaron en la caída del baño. Emilio no termina de morirse nunca... Alex filma una secuencia entera sin saltarse planos. Esto ayuda al actor a crear el clima dramático que la escena requiere e ir in crescendo.
–Se llama igual que el personaje Emilio. ¿Pura coincidencia?
–Alex me contó que el personaje se llama así para hacerle un homenaje al popular animador televisivo Emilio Aragón. Pero no pude sonsacarle nada más. Emilio es el presidente de la comunidad. No me resultó difícil pensarlo. Con sólo ver las caras exaltadas de los hombres en el fútbol o cuando manejan, sus caras se transfiguran y se convierten en fieras como los que no pueden llegar a fin de mes y pagar sus cuentas. Emilio ejerce el liderazgo con naturalidad, pero no quiere llegar a las últimas consecuencias. Es el ideólogo, el cerebro, el más siniestro, el resto de los vecinos son pobres de espíritu. Me interesó el personaje. Siempre personifico gente de extraña bondad. En Emilio conviven una veta cómica con otra violenta. Esto lo hacía atractivo, era un desafío.
–Se nota una buena química en las escenas con Maura.
–Con Carmen trabajé en siete u ocho películas. Nos conocemos desde muy jóvenes. Nos une una vieja amistad. La apoyé desde sus duros comienzos, donde le daban papeles muy pequeños. Me alegro por su presente y su triunfo rotundo. No fue fácil para ella entrar a ese mundo por provenir de la aristocracia.
–¿Para usted fue lo contrario por provenir de una familia de actores?
–Fue distinto. Provengo de una familia de cinco generaciones de actores. Estoy vinculado afectivamente con Argentina, mi abuela estrenó dos zarzuelas criollas entre 1895 y 1903 en Buenos Aires. Mi madre nació en Argentina y vivió en la calle Uruguay, mis hermanas eran actrices. Yo estuve en Buenos Aires con la obra Olvida los tambores, de Ana Diosdado, en 1970 en el teatro Avenida y luego en dos oportunidades en la Semana del Cine Español en 1983 y 1987. Me unen vínculos con Argentina, y de ahí mis gustos por los tangos de Gardel y del Trío Contemporáneo.
–Antonio Banderas, Javier Bardem, Penélope Cruz han trabajado en Hollywood. ¿No se sintió tentado de hacerlo?
–Hablo francés e italiano. El cine de Hollywood requiere de una mentalidad distinta. En Estados Unidos, si eres protagonista gozas de una estratificación muy marcada. En Europa es diferente, un actor puede hacer participaciones o jugar roles secundarios en algunos films. El mérito de Banderas es haber propiciado la presencia de actores españoles en los EE.UU. Bardem es un excelente actor, lo demostró en el film sobre Arenas, pero no creo que vaya a entrar en el maquinaria de Hollywood.
–¿Qué hace cuando no filma?
–Escribo. Nunca estoy sin hacer nada. Dicto cursos de teatro y cine en Madrid. Estoy escribiendo mi primer libro, La educación sentimental de los hombres, y en algún momento escribiré otro sobre los teatros romanos en España, siempre desde la perspectiva del actor.

 

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