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PEKERMAN, EL TECNICO JUVENIL MAS EXITOSO
José, el de la quimera

Con lágrimas en los ojos, declaró: �Este Mundial lo he disfrutado como nunca�. Sus equipos habían ganado, casi como sorpresa, los torneos de Qatar y Malasia, pero este Sub�20 llegaba al compromiso como local y favorito. Se tomó la revancha de Nigeria y armó una Selección que �pudo plasmar sobriedad, equilibrio, conducta y algunos lujos�.

Por Ariel Greco

Cuando Maxi Rodríguez aprovechó el pase magistral de Andrés D’Alessandro para marcar el tercer gol argentino, el ritual nacido en Santa Cruz de la Sierra, en enero de 1995, se repitió una vez más: José Pekerman se abrazó con Hugo Tocalli, el profe Gerardo Salorio y el resto de los colaboradores para formar una ronda y celebrar el tanto a los saltitos. Desde aquel primer gol de Leonardo Biagini ante Perú en el debut en el Sudamericano de Bolivia, Pekerman escribió su historia grande. Con el título conseguido ayer, el técnico logró el privilegio de instalar su nombre como único entrenador en obtener tres campeonatos mundiales: Qatar ‘95, Malasia ‘97 y Argentina 2001. Por eso no sorprendió a nadie cuando en la conferencia de prensa tras el partido remarcó que era el título que más había festejado. “Esto lo he disfrutado como nunca”, señaló con lágrimas en los ojos.
Para Pekerman fue una revancha. Desde que prefirió no hacerse cargo de la Mayor para transformarse en un no del todo claro “coordinador general de Selecciones”, la imagen de José se había desdibujado. Los roces con los principales equipos por la cesión de los jugadores y algunas broncas que debió soportar por su puesto político lo colocaron en una posición incómoda. Pero volvió a su hábitat para ratificar sus pergaminos. Con su receta tradicional de juntar futbolistas con buenas condiciones técnicas, aprovechar los momentos de los jugadores y no deslumbrarse con los nombres, Pekerman armó un equipo que quedará en el recuerdo. Ganó sus siete partidos con un promedio record de casi cuatro tantos por encuentro, goleó al segundo, al tercero y al cuarto del certamen, y redondeó algunas actuaciones memorables.
Más allá de la condiciones generales, hay méritos puntuales que se le deben adjudicar al técnico. Con el correr de los partidos fue encontrando el equipo. No tuvo inconvenientes para sacrificar a un delantero de punta para hacerle lugar a D’Alessandro, que desde el banco se iba ganando un sitio entre los titulares. De esa manera juntó al pibe de River con Leandro Romagnoli y con Rodríguez, casi una garantía en la creación de juego. Tampoco dudó en reemplazar al arquero nada menos que en semifinales. Es que Germán Lux había perdido confianza, y por eso apareció Wilfredo Caballero. Virtudes que Pekerman ya había demostrado en los torneos anteriores y que en este Mundial volvió a exhibir.
“Que de la mano/ de Josecito/ todos la vuelta vamos a dar.” La gente le rindió el merecido homenaje durante los festejos. En todo momento, el público que siguió al juvenil le demostró su cariño, y por eso Pekerman le devolvió las gentilezas. “Este título es el más lindo, porque fue aquí, en nuestra patria, en nuestra casa, ante nuestra gente”, destacó el entrenador. Sobre el rendimiento del equipo a lo largo del certamen, el técnico también mostró su satisfacción. “Fue un campeonato completo, en el que el conjunto pudo plasmar sobriedad, equilibrio, conducta y algunos lujos”, remarcó el técnico. Es que, para que su felicidad sea completa, sus dirigidos se volvieron a adjudicar el premio “Fair Play”, una marca registrada a lo largo de este ciclo.
Nada fue sencillo para Pekerman. A pesar de sus condiciones técnicas, como jugador no tuvo una carrera sobresaliente. A principios de los ‘70 la revista El Gráfico lo colocó en una producción como una de las promesas del fútbol argentino. Sin embargo, una serie de lesiones no le permitieron afirmarse como el volante derecho que pintaba en Argentinos. Después llegó el paso por Colombia, pero estaba claro que su gran historia la iba a escribir como entrenador.
Pese a una destacada labor en Argentinos como currículum, Pekerman llegó a los juveniles en medio de críticas y escepticismo. Sin embargo, en base a rendimientos y resultados, revirtió el concepto y se transformó en una bandera. Tres títulos mundiales en cuatro participaciones, con un juego que lleva su sello. Por eso, durante la vuelta olímpica, el canto de los hinchas, no podía ser otro: “Y ya lo ve/ y ya lo ve/ es el equipo de José”. Es que este Sub–20 también lleva estampada su firma.

 

 

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