Hasta ahora
la corrida se ha manifestado en una fuga de activos bursátiles,
con liquidación a precios de remate de acciones y títulos
públicos. El índice de papeles líderes MerVal
está en niveles similares a cuando Brasil devaluó
su moneda, y las cotizaciones de los bonos están rindiendo
hasta el 20 por ciento anual. Pese a ese desolador panorama, la
corrida financiera que está padeciendo la Argentina, que
dispara la actual crisis política, todavía no se ha
desarrollado en toda su dimensión. El riesgo país
por encima de los 1100 puntos pasará a ser un escenario de
serena inquietud si se rompe el último dique. Ese muro está
construido con el hormigón de depósitos bancarios.
El eventual resquebrajamiento de ese paredón es el principal
riesgo que enfrenta la alianza De la RúaCavallo en
su ambición de sacar a la economía de la recesión.
Y esa temible fuga es lo único que, en estos momentos, puede
culminar en el desenlace que muchos temen, que no se trata de otra
cosa que de una devaluación no querida.
Es cierto que existe una red de auxilio al sistema bancario para
contener una corrida. Pero no es un buen síntoma que las
entidades estén pagando tasas en pesos de hasta el 20 por
ciento anual y el 15 en dólares por sumas millonarias con
tal de retenerlas. Vale detenerse en algunas cifras para conocer
el estado de situación, información que manejan lo
que se denomina el dinero astuto, los grandes inversores
que, en general, son los primeros en poner a resguardo sus capitales.
El total de depósitos privados asciende a 72.500 millones.
De ese monto, la malla oficial de seguridad no supera los 12 mil
millones. Esa redecilla está constituida por 5 mil millones
de una línea de crédito contingente; un seguro comprado
por el Banco Central a un grupo de entidades extranjeras, que puede
requerirse ante una emergencia; otros 4 mil millones se obtendrían
reduciendo los encajes, el dinero que los bancos mantienen indisponibles
de los depósitos captados del público. Y, además,
se estaría en condiciones de adicionar otros 3 mil millones
ensuciando la Convertibilidad con bonos a cambio de dólares
de las reservas. Así se juntaría una masa de recursos
equivalentes a casi el 17 por ciento de las colocaciones privadas.
Merece estar atentos, entonces, si también lo están
los inversores con millonarios depósitos. Los próximos
20 días serán claves para monitorear qué pasa
con ese dique, el último que queda para que estos días
de angustiosa crisis no sean recordados más que como apacibles
jornadas financieras.
|