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OPINION

El último dique

Por Alfredo Zaiat

Hasta ahora la corrida se ha manifestado en una fuga de activos bursátiles, con liquidación a precios de remate de acciones y títulos públicos. El índice de papeles líderes MerVal está en niveles similares a cuando Brasil devaluó su moneda, y las cotizaciones de los bonos están rindiendo hasta el 20 por ciento anual. Pese a ese desolador panorama, la corrida financiera que está padeciendo la Argentina, que dispara la actual crisis política, todavía no se ha desarrollado en toda su dimensión. El riesgo país por encima de los 1100 puntos pasará a ser un escenario de serena inquietud si se rompe el último dique. Ese muro está construido con el hormigón de depósitos bancarios. El eventual resquebrajamiento de ese paredón es el principal riesgo que enfrenta la alianza De la Rúa–Cavallo en su ambición de sacar a la economía de la recesión. Y esa temible fuga es lo único que, en estos momentos, puede culminar en el desenlace que muchos temen, que no se trata de otra cosa que de una devaluación no querida.
Es cierto que existe una red de auxilio al sistema bancario para contener una corrida. Pero no es un buen síntoma que las entidades estén pagando tasas en pesos de hasta el 20 por ciento anual y el 15 en dólares por sumas millonarias con tal de retenerlas. Vale detenerse en algunas cifras para conocer el estado de situación, información que manejan lo que se denomina “el dinero astuto”, los grandes inversores que, en general, son los primeros en poner a resguardo sus capitales.
El total de depósitos privados asciende a 72.500 millones. De ese monto, la malla oficial de seguridad no supera los 12 mil millones. Esa redecilla está constituida por 5 mil millones de una línea de crédito contingente; un seguro comprado por el Banco Central a un grupo de entidades extranjeras, que puede requerirse ante una emergencia; otros 4 mil millones se obtendrían reduciendo los encajes, el dinero que los bancos mantienen indisponibles de los depósitos captados del público. Y, además, se estaría en condiciones de adicionar otros 3 mil millones ensuciando la Convertibilidad con bonos a cambio de dólares de las reservas. Así se juntaría una masa de recursos equivalentes a casi el 17 por ciento de las colocaciones privadas.
Merece estar atentos, entonces, si también lo están los inversores con millonarios depósitos. Los próximos 20 días serán claves para monitorear qué pasa con ese dique, el último que queda para que estos días de angustiosa crisis no sean recordados más que como apacibles jornadas financieras.


 

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