Por
Luis Bruschtein
¿Cómo está la situación de Aerolíneas
Argentinas en este momento?
Ariel Basteiro: La situación está parada en una convocatoria
de acreedores que probablemente se defina el próximo 23 de julio
cuando los españoles decidan si provocan el desistimiento de la
convocatoria para dársela al que aparezca, o si la quiebran.
¿Ellos se llevarían las deudas?
A.B.: Nadie lo dice, nadie lo firmó ni está acordado,
pero cuando nos reunimos con Colombo, Bastos y la Bullrich, ellos nos
aseguraron que los españoles se harían cargo de esa deuda,
que es de unos 500 millones de dólares, o sea que el que asuma
tendrá que hacerse cargo sólo de la operatividad.
Fabio Basteiro: Para entender lo que pasa en Aerolíneas hay
que ver la película de estos últimos diez años, a
lo largo de la cual se da este proceso privatizador que fue repudiado,
rechazado y combatido por APA desde el principio, cuando generamos movilizaciones
impresionantes, tan importantes como las que se vieron en los últimos
tiempos.
En ese momento, ¿qué espacio del mercado ocupaba Aerolíneas?
A.B.: El 80 por ciento del mercado de cabotaje, el 70 por ciento
del mercado latinoamericano y un 60 por ciento del europeo. Era una empresa
rentable con un superávit operativo de 30 millones. Tenía
una deuda de 700 millones, pero era una deuda generada por una fuerte
inversión de capital de la empresa, no era una deuda financiera
como la que había generado YPF sino que había sido para
compra de aviones, instrumental, equipamiento de hangar y en el sistema
informático. Cuando Cavallo era presidente del Banco Central, Aerolíneas
dio un salto muy grande, hizo los aeropuertos, el de Aeroparque y de Ezeiza.
Y Cavallo no le dio el seguro de cambio, cuando se lo dio a Soldatti,
a Macri, a todos los empresarios que se habían endeudado.
¿Cuántos aviones tenía?
A.B.: Tenía 27 aviones propios; después estaba Austral,
que era la otra empresa privada que operaba una porción importante
del mercado, que tendría el 20 por ciento, con otros diez aviones.
¿Y ahora cuál es la situación de Aerolíneas?
F.B.: Aerolíneas tiene un avión propio y no tiene
activos, el único edificio es el de Florida y Rivadavia, que no
lo pueden vender, y el de Bariloche, que lo salvamos con un recurso de
amparo porque ha sido declarado patrimonio arquitectónico de la
ciudad de Bariloche. No quedan activos prácticamente. Están
desmantelados los talleres, hubo una fuerte reducción del material
humano, nos quedamos sin rutas. En cabotaje les regalaron mercado a empresas
como Southern Winds o Aero Vip, que es una empresa de Bunge y Born. Las
escalas chicas, Santa Rosa, Viedma, Rosario, Santa Fe, se las fueron regalando
a otras empresas en acuerdos en los que muchos sospechan que hay sociedades
escondidas entre algunos funcionarios o directivos que tuvo Aerolíneas,
con los dueños de las empresas. Hoy no tenemos casi nada.
Cuando se da la privatización de Aerolíneas, ¿ustedes
qué eran en el gremio?
A.B.: Bueno, nosotros estamos muy ligados a la historia del gremio.
Nuestro viejo, Héctor Basteiro, fue secretario general en el 59,
cuando tenía 23 o 24 años, y después fue secretario
adjunto durante 20 años. En el 76, con el golpe, mi viejo
se abrió del secretario general porque el tipo toma una actitud
muy blanda ante la dictadura. Volvió a laburar a la empresa, organizó
una agrupación medio clandestina y en el 83 ganó el
sindicato. Yo diría que mi viejo fue uno de los que primero impulsó
la renovación sindical, salió con un proyecto que rompía
los moldes del sindicalismo tradicional, un modelo más democrático,
participativo, ganó el sindicato en el 83 y falleció
siendo secretario general en el 86,cuando tenía 49 años.
Cuando mi viejo era secretario general, yo era delegado general en la
empresa, Fabio también era delegado. A partir de ese hecho, yo
entré a la comisión directiva y tuve diferentes cargos y
Fabio fue delegado general de Aeroparque, que era la base más numerosa.
Trabajábamos en la agrupación que había formado mi
viejo, pero ya había otros hombres, nos salimos, armamos otra agrupación
y en el 93 Fabio fue secretario general, antes que yo, hasta el
97. Ahora, Fabio es secretario general de la CTA Capital. Nosotros
damos nuestros mejores hombres a la central. Ganamos el sindicato en un
proceso donde se presentaron cinco listas, muy atomizado, con mucha división,
pero ganamos con más del 40 por ciento de los votos.
¿El padre de ustedes tenía también una militancia
política?
F.B.: Quiero aclarar que el mejor no era yo, es Ariel. Con respecto
al viejo, siempre fue militante socialista. Cuando se murió, estaba
en el Partido Socialista Auténtico. En Sarandí y Rivadavia
está la biblioteca que lleva su nombre. Nosotros estamos con Alfredo
Bravo en el Partido Socialista Democrático y en la CTA con De Gennaro.
De chiquitos, en Ituzaingó, íbamos a una escuela en el barrio
aeronáutico. Estaba en un terreno del gremio, que mi padre había
cedido cuando era secretario general, después trasladaron la escuela
y devolvieron el terreno. Ahora es el club del gremio y lleva el nombre
de nuestro padre. Nuestra familia es de origen español, más
bien gallegos, de gallegos republicanos. Con el tema del boicot a los
españoles se nos armó un lío bárbaro en la
familia. Mi abuela tiene más de noventa años y todavía
vive, no entendía qué pasaba.
¿Y en el 91, cuando se da la privatización?
F.B.: En ese momento yo era delegado general y Ariel era secretario
de prensa. Pero el enfrentamiento había empezado en el 89
con el decreto de reforma del Estado, donde ya se hablaba de la privatización
de Aerolíneas. A partir de ese momento, el sindicato se puso en
pie de guerra... Es más, desde APA se formó una agrupación
donde estaban los militantes de los otros gremios aeronáuticos,
que entonces estaban en la oposición a las conducciones de sus
gremios y que estaban contra la privatización. Allí estaban
Alicia Castro y Ricardo Cirielli.
A.B.: En ese momento, el único sindicato que salió
contra las privatizaciones fue APA y abrimos un espacio para integrar
a las agrupaciones de los otros gremios que planteaban lo mismo que nosotros.
Peleamos contra la privatización. Si bien perdimos, dimos una pelea
muy fuerte.
No había en ese momento en la opinión pública
una conciencia muy clara de lo que significaba la privatización...
A.B.: Más o menos. No había una idea tan clara como
la que hay ahora. Teníamos que explicarle a la gente. Primaba el
discurso de que privatizar era mejor, era bueno, que la empresa iba a
ser más rentable, más eficiente y que el Estado no tenía
que poner plata en este tipo de actividades. Obviamente nosotros decíamos
que esto no iba a pasar, que iba a ser un fiasco y no nos equivocamos.
F.B.: También había un discurso muy berreta contra
la Aerolíneas estatal. Se hablaba de derroche, que los trabajadores
volábamos cuando queríamos y que teníamos sueldos
maravillosos, todo el discurso de Neustadt. Pero también había
condicionamientos. No en vano la dictadura hizo este proceso de genocidio
y no en vano la hiperinflación de Alfonsín le metió
en la cabeza a la gente que la venta de las joyas de la abuela era el
camino para estabilizar el país. Se sumaron condiciones objetivas
de disciplinamiento social para permitir que el capital social acumulado
se transfiriera a otro Estado en el caso de Aerolíneas Argentinas.
Muchos ni saben que los trabajadores nucleados en APA, los que te cortan
los boletos, los que te venden, los que te llevan las maletas o pintan
losaviones, todos ellos cobran entre 500 y 700 pesos. Pese a todo hubo
apoyo de la gente. Probablemente no vimos al principio que ya no se trataba
de una lucha aislada: los trabajadores de Aerolíneas por un lado,
los de ENTel por el otro y los estatales por el otro. Fue una de las referencias
que nos hizo empezar a pensar en una nueva central, que la resistencia
podía organizarse y que la unidad orgánica de la clase pasaba
más allá de los sellos de los sindicatos.
¿Y cómo fue el proceso de vaciamiento a partir de
la privatización?
A.B.: Ese fue el punto de inflexión. Nosotros habíamos
formado otra
agrupación advirtiendo que se estaba gestando el huevo de la serpiente.
Hubo 780 despidos con el acuerdo de las cúpulas sindicales y empezaron
a formarse nuevos referentes. En nuestro caso, ya nos habíamos
distanciado de la conducción, pero teníamos una historia
dentro de la actividad. Nuestro viejo empezó como maletero en los
hidroaviones. No era sólo una referencia que surgía a partir
de un conflicto particular y formamos una lista que después pudo
ganar las elecciones.
F.B.: Pero con el tema del vaciamiento, en junio del 94, Cavallo
entregó la acción de oro, que es el poder de veto por parte
del Estado y a partir de allí, en menos de un año, Aerolíneas
vendió todos los edificios que tenía en el exterior y en
Capital. Vendió el de Paseo Colón y Alsina, y se pasó
a la torre Bouchard que alquila. En las provincias vendió todos
los edificios. En algunas pasó a alquilar los mismos que vendía.
Vendió los simuladores de vuelo, levantó rutas. El vaciamiento
se dio muy marcadamente a partir de la pérdida del veto por parte
del Estado, cedido por Cavallo para que la privatización no se
caiga. En ese momento, los españoles teóricamente capitalizaron
y el acuerdo para hacerlo era que el Estado resignara el derecho al veto.
Cuando lograron eso, en menos de un año la vaciaron. Y también
hubo políticas de tercerización. Sacaron el sector de carga
y lo tercerizaron, primero el sector nacional, después el internacional,
así como el mantenimiento de planta y sectores de aprovisionamiento
como el catering. Tercerizaron todos los sectores rentables. Antes de
la privatización, a Aerolíneas le habían sacado la
rampa y el free shop para entregárselos a Yabrán. La SEPI
es un ente liquidador de empresas no rentables del Estado. Por lo tanto,
sus funcionarios tienen a su cargo el estudio y la ejecución de
lo que está pasando en Aerolíneas: agudizar la crisis para
provocar el marco jurídico y político para quebrar las empresas
e irse.
¿Pero cuál fue entonces el objetivo de Iberia para
comprar Aerolíneas?
A.B.: Yo creo que ahí es importante señalar que fue
un acuerdo político entre los gobiernos porque hasta una semana
antes de abrir los sobres no había ofertas. Y no era bueno que
la primera privatización que sacara el menemismo no tuviera interesados.
Más bien era una patada en los huevos. Entonces creo que hubo un
acuerdo político para que los españoles se metieran en la
compañía...
F.B.: El acuerdo incluía que la rampa, o sea el servicio
de aeronave en tierra y el free shop, que son dos sectores de alto nivel
de rentabilidad, se entregaban a Yabrán. Ninguna empresa aérea
quería entrar al negocio sin contar con estos dos sectores imprescindibles
a nivel de rentabilidad. Este nivel de desguace estaba en los pliegos
de privatización de Dromi y de Barra, que es el que genera los
pliegos y después en la Corte Suprema es uno de los que vota en
el per saltum. Este fue uno de los factores por los cuales la única
empresa que se interesó fue Iberia, porque al principio estaban
Varig, Alitalia y también las americanas.
A.B.: El 40 por ciento de los 30 millones de rentabilidad operativa
de Aerolíneas lo daba el free shop, y unos 10 millones la rampa.
Yo creo que el principal motivo fue el acuerdo político, porque
si un Estado te llamay te dice: Haceme este favor y presentate,
ellos aprovechan y hacen la operación sin un mango.
F.B.: Iberia ya tenía una política marcada, porque
paralelamente compró Viasa, la empresa de Venezuela, compró
la Dominicana y Ladeco, de Chile. No se trataba sólo de ayudar
a Menem sino que también había una política para
captar el mercado de pasajeros para distribuir dentro de Europa, y la
carga.
A.B.: Eso está clarísimo, a diez años, la única
que vuela a Europa, y se lleva ese 60 por ciento del tráfico que
tenía Aerolíneas, es Iberia. Aerolíneas no vuela.
A los argentinos que van a España y a Italia y luego son distribuidos
por Europa, los lleva Iberia, que ahora tiene dos vuelos por día.
Y Panair y Air Plus, que son también españolas, tienen un
vuelo por día. Ellos se quedaron con todos los pasajeros que vuelan
a Europa.
En privado ellos reconocen que el gran negocio fue quedarse con el mercado
de pasajeros, más allá de la venta de los bienes de capital.
Ese fue el gran negocio: la distribución interna en el mercado
europeo, donde Iberia no podía competir y lo logró ganando
el mercado de las líneas aéreas latinoamericanas que fueron
rematadas.
¿Y hay otros proyectos distintos del de los españoles
para Aerolíneas?
A.B.: Los proyectos que están dando vueltas no van a ser
muy distintos al Plan Director de la SEPI. Los que están sonando
son operadores aéreos que tienen políticas laborales y sindicales
muy represivas. O se comenta de algún empresario nacional. El futuro
será de mucha discusión y de mucha presión. Y esto
es si aparece alguno, porque la quiebra significaría la desaparición
de la empresa. Para esto planteamos toda esta movilización. Porque
el conflicto nace con el Plan Director hace un año y medio atrás.
Lo rechazamos todos los sindicatos y después, ya sea por composición
social o por posturas, se van cerrando algunos acuerdos. El año
pasado hicimos varias movilizaciones importantes, dimos pelea, explicamos,
trajimos al norteamericano que salvó United, para que hiciera un
plan alternativo al de la SEPI, lo presentamos al Gobierno y fue bien
recibido, pero faltó el inversor que pusiera la plata para comprar
a los españoles parte del paquete accionario. En ese momento no
se querían ir sin recuperar lo que teóricamente ellos decían
que habían puesto. A partir de allí empieza el paro de nueve
días que hicieron los técnicos. Cuando los técnicos
levantan el paro, nosotros comenzamos las acciones por el no pago de salarios
y porque empiezan a levantar las rutas. En estos dos meses hemos hecho
los campamentos obreros en Aeroparque y en Ezeiza, un poco con el modelo
de la carpa: instalarnos en un lugar hasta que se resolvieran nuestros
reclamos que eran el pago de los salarios y la continuidad empresaria.
La gente se nucleaba allí para buscar información, a nutrirse
de la pelea y allí fue donde se organizaron los demás hechos
del conflicto, que fueron la toma de las pistas, un hecho sorprendente
que se había dado una sola vez en la historia, en Francia, en el
año 91 o 92.
F.B.: Es para destacar que la pista la toman en primera instancia
los pilotos y después se suma APA. Históricamente, por una
cuestión social, los pilotos y los maleteros, digamos, no han estado
muy unidos. Sin embargo, al estar juntos en el campamento se fueron conociendo
y se fueron gestando alianzas que superaban a los dirigentes. Se decía
que el corte de la pista lo hacían los compañeros aeronáuticos
y no se sabía si eran los pilotos, los maleteros o las azafatas.
Y ese mismo día se tomó el noveno piso de la casa central,
que fue quizás el lugar donde se ideó el vaciamiento sistemático
de Aerolíneas Argentinas. Nos tuvimos que retirar porque ese día
se tomó la pista de Aeroparque. Durante esta lucha se hicieron
once campamentos en todo el país.
A.B.: Y se cruzó un avión en la pista. La ministra
Bullrich nos dijo que les había llegado un informe de algún
aparato del gobierno americano donde decretaba que la Argentina era un
país de alto riesgo. Los motivoseran la situación económica
y el ejemplo que daban era que en la historia de la humanidad sólo
se había cruzado un avión en la pista en la Segunda Guerra
Mundial en Japón y ahora en la Argentina en el Aeropuerto de Ezeiza.
A nosotros nos llamaban de todos lados porque estuvieron a punto de sacar
a la Argentina de la lista de países donde pudieran operar los
aviones. Se estuvo a punto de operar desde Montevideo. Largamos el tema
del boicot contra los intereses económicos de los españoles
en la Argentina y después lo tomó Moyano y lo desarrolló.
Nosotros lo convocamos contra Iberia. También planteamos la reestatización
porque consideramos que la única forma de salvar a la empresa de
la quiebra es que el Estado se haga cargo, la reestructure y le haga recuperar
las rutas. Tendrá que poner cien palos verdes para sostenerla tres
o cuatro meses para ponerla en pie si es que quiere reprivatizarla después.
Si quieren salvarla, primero tienen que reestatizarla. De lo contrario
nadie querrá poner un peso con la realidad que tenemos.
F.B.: Con el tema de la reestatización hay que destacar que
en la historia de la actividad aerocomercial argentina la única
manera que sirvió como herramienta de integración política,
económica y cultural fue cuando hubo una aerolínea de bandera
del Estado. Desde el 7 de diciembre de 1950 hasta que la privatizaron.
La otra gran empresa privada fue Austral, que quebró dos veces
y el Estado tuvo que hacerse cargo para ponerla en funcionamiento y dos
veces se volvió a privatizar de nuevo. La historia demuestra que
la reestatización no es solamente una consigna sino que se puede
concretar si hay voluntad política para tener una política
aerocomercial integral y no simplemente poner parches a esta crisis. Además
se necesita un marco regulatorio, una política industrial para
promover el desarrollo aerocomercial y lograr un crecimiento estratégico
del turismo.
A.B.: No lo decimos solamente por defender nuestros puestos de trabajo.
Argentina es uno de los países más extensos del mundo. El
avión es imprescindible para la comunicación interna. Desde
el clearing bancario hasta productos frescos para lugares alejados, los
diarios, medicamentos, turismo, son cosas fundamentales que dependen del
avión. A nadie se le ocurre que si los españoles se van
de Telefónica, el Gobierno nos dará un telégrafo
a cada habitante o una paloma mensajera, o que nos den un paquete de velas
a cada uno si se van los españoles de las empresas de electricidad.
Lo mismo pasa con Aerolíneas.
¿Por
qué los Basteiro?
Por L.B.
Dos protagonistas
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En principio
por que siempre andan juntos y hacen cosas parecidas. Los dos se
criaron prácticamente en Aerolíneas Argentinas y en
el sindicato de base, la Asociación del Personal Aeronáutico
(APA), cuyo padre, Héctor, fue uno de sus fundadores. Ambos
son protagonistas (o víctimas), en casi todos los sentidos,
de un proceso de transformación de la sociedad argentina
a partir de las transformaciones económicas diseñadas
en su momento por Carlos Menem y Domingo Cavallo: la irrupción
de la globalización y la instrumentación del modelo
económico de superlibre mercado.
Son protagonistas, en principio porque son trabajadores de una empresa
estatal privatizada al borde de la desaparición. También
porque son dirigentes sindicales de la empresa y como tales resistieron
laprivatización desde el principio hasta los últimos
acontecimientos que son conocidos por todos los argentinos. Como
sucedía antes, provienen de una tradición donde las
actividades familiares estaban muy ligadas a la empresa estatal,
hasta diríase, con un sentido de pertenencia y responsabilidad,
donde la pérdida del sentido social de la empresa afecta
también a la historia de la familia.
Para ellos, como para muchos otros trabajadores de Aerolíneas,
no se trata sólo de la pérdida de la fuente de trabajo.
De alguna manera, por esa tradición familiar, ellos encarnan
con más claridad lo que significa la pérdida del capital
social estatal, el bien común, para todos los argentinos,
en cuanto a pérdida de rumbo y noción de comunidad.
O sea que son protagonistas porque son trabajadores de Aerolíneas,
porque son dirigentes sindicales y también porque su familia
es de origen español, como muchísimos otros argentinos,
y el conflicto se da contra el Estado español, algo que los
viejos inmigrantes, como la abuela Basteiro, nunca se hubieran imaginado.
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