OPINION
Una ley para la ciudad
Por Juliana Marino
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El debate mundial sobre VIH/sida pasa hoy por dos temas: el costo de los medicamentos y las poblaciones vulnerables. En realidad, es un debate sobre la responsabilidad que tiene la sociedad en su conjunto hacia las personas infectadas.
Los dos gobiernos de Latinoamérica que han creado escuela en la tendencia a dar gratuitamente la medicación a su población infectada son Brasil y Argentina. El primero invierte más de setecientos millones de dólares en su programa de VIH y nuestro país más de ciento veinte.
El otro tema es la expansión de la epidemia: la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene un número creciente de infectados. Si el director de Sida de la ciudad tiene razón, hay más de cuarenta mil porteños viviendo con VIH; sumando los muertos, superamos el 1,5 por ciento de la población íntegra de toda la ciudad.
En este contexto, estamos bregando porque la futura ley de la ciudad en materia de sida incluya dispositivos legales modernos, humanitarios y progresistas. Son los más resistidos por países conservadores y fundamentalistas, que caracterizan a las poblaciones vulnerables como �responsables�, no como �víctimas� . Debemos adoptar actitudes que beneficien a la salud pública. Es una epidemia compuesta de varias epidemias entremezcladas, que avanzan por diversas capas de población y proteger a los grupos más expuestos es proteger a todos. En este sentido, la Comisión de Salud de la Legislatura porteña incluye en su anteproyecto de ley en tratamiento los conceptos de población general y subgrupos poblacionales, reducción de vulnerabilidad y de daño, distribución gratuita de medicamentos, preservativos y lubricantes, y la articulación de todos los sectores de la sociedad, dirigidos por la autoridad de salud, para enfrentar la epidemia en un esfuerzo conjunto. En este distrito, la epidemia todavía está concentrada en grupos vulnerables. Con un esfuerzo preventivo y un uso inteligente de los recursos financieros y técnicos, todavía es posible impedir la generalización de la epidemia.
Hay que lograr que la mayoría de la población infectada conozca su estado y reciba una adecuada atención. Hay que buscar modos de abaratar los medicamentos, no se pueden pagar patentes tan caras. Hay que buscar modos de prevenir la infección, no se puede seguir sin dar educación sexual a la juventud. Hay que profundizar las políticas de asistencia a las mujeres en general y a las embarazadas en particular, para reducir a cero la dolorosa transmisión vertical de madre a niño.
* Legisladora porteña. |
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