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Por Silvina Szperling
 �Hace mucho pero mucho tiempo que tenía ganas de hacer un espectáculo con desnudos. A raíz de ese interés, desde el año �93, en que fui a ver al Crazy Horse en París, leí montones de libros y estudié miles de imágenes. Quería nutrirme de lo que significaba, para diferentes personas, en diferentes épocas, el cuerpo desnudo�, comenta Ana María Stekelman acerca de Angeles desnudos, un show de refinado erotismo que se presenta en el teatro Maipo los lunes y martes hasta fines de julio.
El espectáculo tiene además otro condimento: la contundente presencia de Marikena Monti. �Siempre me gusta trabajar con Marikena. Ella es muy amiga mía y suelo hacer la coreografía de sus shows. Es una persona entregadísima, de una presencia escénica muy intensa y, cuando apareció Laura Fidalgo, una escultura, muy buena artista y además bellísima, me pareció que iban a jugar muy bien juntas.� Figuras contrapuestas, casi cara y ceca de un mismo icono, la cantante y la vedette, maciza una, longilínea (y curvilínea) la otra, Monti y Fidalgo cubren dos aspectos de la imagen social de la mujer. Una, todo sentimiento, la otra, todo para ver. Las formas de ambas se contrapesan en muchos momentos del show, especialmente en su primera aparición al son del bolero �Una mujer�. El show se inicia con una introducción a cargo del grupo de bailarines de la troup de Stekelman, que da paso al despliegue de una gimnasta con un aro, con el cual trae al escenario a la cantante y, al entrar en escena la Fidalgo, ya todo el espectro ha sido presentado. Cómo estos elementos juegan entre sí, y cuál es la carga erótica del espectáculo, es algo que se desentrañará paulatinamente.
�La contraposición pasa por el hecho de que una es la voz y la otra es el cuerpo, una está vestida y la otra desnuda. Las gimnastas, en cambio, tienen algo de candor. Los cuerpos de las bailarinas, a su vez, son distintos a los de la vedette o las gimnastas. Va apareciendo un abanico de mujeres que es en parte voluntario y en parte involuntario. Por otra parte, entre los libros de fotos que vi había imágenes de gordos desnudos, de cuerpos enfermos, fotos con escenas preparadas, imágenes de fines del siglo XIX, investigué todo lo que pude. Después uno elige, se limita y aparece la danza. De todas maneras, esto es una puerta que recién se abre para mí�, aclara Stekelman.
Alternando boleros, valsecitos, música clásica y efectos de agua en la banda sonora a cargo de Edgardo Rudnitzky (con un delicioso vals acompañado por gotas de agua en 3 por 4), Angeles desnudos va recorriendo un camino zigzagueante entre números con acento en lo estético y otros más narrativos, en los que se cuentan historias de parejas, amores desencontrados y soledades al son de �El último café� o �No sé tú�. También hay un espacio para el humor (muy graciosos �Tapado de armiño� y el strip-tease de Laura Fidalgo) y el intento de subir el tono hacia algunos episodios sado-masoquistas tímidamente esbozados. Cierto recato en la forma de contacto entre los cuerpos produce el efecto paradójico de que la temperatura sube en mayor grado en escenas de situación con los cuerpos vestidos. La ropa de Jorge Ferrari cubre y descubre alternativamente, en una lujuria color violeta, negro y blanco, que nunca desaparece completamente.
�¿Cómo se van a desnudar si no están vestidos?�, se pregunta Stekelman. �Aunque la próxima vez me gustaría comenzar los ensayos con los cuerpos ya desnudos. Hay bailarines que no se animan a desvestirse desde el comienzo. Hay gente que puede ir en bikini a la playa pero no puede estar en bikini en un escenario.� El proceso de nudismo en los ensayos fue paulatino: �Un día se sacan la remera, otro día el pantalón y de a poco se llega al desnudo total. Después les encanta y no se quieren poner la ropa nunca más�.
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