Por Cledis Candelaresi
En su incómodo discurso
ante empresarios y banqueros, Domingo Cavallo confirmó ayer uno
de los ejes del ajuste previsto para el segundo semestre del año:
las jubilaciones provinciales irregulares y lo que llamó el gasto
burocrático o de corrupción, incluyendo
un drenaje superior a los 380 millones de pesos en el PAMI. La primera
parte de la promesa busca hacer menos antipático el inminente recorte
del gasto público aunque, al mismo tiempo, ofrece menos garantías
sobre su verdadero alcance. Los 300 mil haberes transferidos a la Nación
desde once provincias del interior son responsables de un déficit
anual de alrededor de 1200 millones de dólares en el sistema de
seguridad social y, en muchos casos, consagran flagrantes irregularidades
que, sin embargo, no serán sencillas de erradicar. Trabajo y Economía
harán este intento.
En su afán de buscar un recorte lo menos impolítico posible,
Cavallo apuntó hacia el voluminoso presupuesto de la Anses, cuya
estructura también está en proceso de depuración:
ayer el Ejecutivo promulgó el decreto que reduce el número
de gerencias de primera línea, al que le sucederá una resolución
que hará lo propio en el segundo nivel de mando.
Pero el principal desvelo oficial pasa por eliminar algunas modalidades
de fraude a la Anses, comenzando por una amplia gama de jubilaciones heredadas
de las provincias, que según el Gobierno fueron obtenidas a través
de las más variadas violaciones a la ley: sin que el beneficiario
tuviera la edad, con montos desproporcionados en relación al aporte
o, directamente, sin que éste se hubiera hecho. Este paquete de
beneficios del interior insume 2000 millones anuales, contra poco más
de 800 que se recaudan por los aportes patronales que financian el subsistema
heredado, generando aquel déficit.
Una primera referencia es que mientras el haber promedio de la Nación
es de 344 pesos, el de los regímenes provinciales supera los 700.
Según las autoridades, ésta en sí misma no es una
ilegalidad reprochable a las administraciones del interior pero sí
un indicio de que se prodigaron algunos generosos beneficios indebidos,
como dijo a este diario un funcionario del área. La investigación
oficial en marcha colocó a La Rioja como un caso testigo de esas
transgresiones.
La historia provincial registra más de un caso llamativo, como
el de una cincuentena de maestras que tuvieron la fortuna de retirarse
a los 40 años. Ayer, el gerente de control y prevención
del fraude de la Administración, Juan José Laborde, aportó
otros ejemplos más, entre ellos, el de los 180 empleados del Banco
de La Rioja en condiciones de jubilarse, que se transformaron mágicamente
en 700 nuevos jubilados con haberes de 2.500 pesos, algo que poco tenía
que ver con su sueldo en actividad.
Hasta anoche no había acuerdo en el gobierno acerca de cuál
era el ahorro previsto con esta depuración de padrones, que algunos
hombres de Trabajo creen tan necesaria como improbable en amplitud. Salvo
los casos de fraude grosero, suprimir beneficios podría requerir
una resolución judicial, so pena de que el jubilado en cuestión
pretenda por esta vía preservar íntegra su jubilación
y, previo a ello, un exhaustivo análisis caso por caso, con la
consiguiente demora y esfuerzo económico. En algunos casos (Tucumán,
entre ellos) hay dificultades adicionales, como la desaparición
de la mayor parte de los expedientes que permiten reconstruir la historia
del jubilado y juzgar la justicia de su reclamo.
Un escollo similar podría enfrentar la Anses para avanzar en otro
de los puntos claves de su plan racionalizador, como es la definición
de incompatibilidades. Según los decretos a la firma de Fernando
de la Rúa no será posible percibir una jubilación
y, al mismo tiempo, tener un empleo público, ni celebrar contratos
simultáneos en distintas jurisdicciones del Estado. También
aquí existe una dificultad operativa, ya que las múltiples
modalidades de contratación del Estado harían difícil
detectar lasduplicaciones: además del contrato típico, existen
figuras como proveedor monotributista o locador de servicios, entre otras.
Más sencillo es detectar qué jubilado de privilegio definido
como tal por la edad en la que obtuvieron el beneficio, amén de
percibir un haber muy superior a la media también revista
en algún lugar de la administración pública ya que,
generalmente, se trata de ex funcionarios de jerarquía que retornan
a un puesto de similar envergadura. Este conjunto de haberes no tiene
un gran impacto presupuestario, pero cualquier decisión política
que limite la prerrogativa obtenida por ex funcionarios es impactante
y celebrada por la opinión pública.
Tan celebrada como la ejemplificadora rebaja de salarios de los directores
de organismos descentralizados que sobrevivan a la reducción en
marcha de esos cuerpos directivos. O como cualquier medida que consiga
combatir la corrupción en el PAMI, donde según afirma Cavallo,
se filtra por corrupción el 16 por ciento de sus recursos, es decir,
más de 380 millones de pesos anuales.
Mecanismos antifraude
En su afán de recortar gastos anuales por 800 millones
de pesos en la Administración Nacional de Seguridad Social
de los cuales no menos de 450 millones corresponderían
a este ejercicio el Gobierno también avanzará
en su decisión de cambiar la manera de liquidar las asignaciones
familiares, otra fuente de fraude millonario. Ayer, tanto la ministra
de Trabajo, Patricia Bullrich, como el flamante interventor de la
Anses, Douglas Lyall, hicieron referencia a la intención
de instrumentar el pago directo de ese beneficio. En
rigor, no se trata de que vaya a cambiar el modo de cobrar esa asignación,
sino el sistema para que las empresas la liquiden. Actualmente los
empleadores pagan las asignaciones que corresponden por ley, cuyos
montos no se alterarán, una suma que descuentan de lo que
deben depositar por aportes patronales. Pero aprovechando que el
Estado no dispone de muchos mecanismos de control apropiados para
chequear la veracidad del saldo resultante, muchas empresas falsean
sus declaraciones y otras hasta se han constituido con el específico
fin de cobrar asignaciones del fondo compensador. Según fuentes
oficiales, por este tipo de desfalco la seguridad social paga innecesariamente
más de 300 millones de pesos cada año, algo que el
gobierno pretende evitar suprimiendo aquel fondo: será la
Anses la que directamente calcule cuánto debe cobrar cada
empleado el beneficio es para sueldos de hasta 1500 bruto
y se lo liquide.
|
|