Por Carlos Rodríguez
La relación era la que
suele darse entre buenos amigos que comparten todo, desde el fútbol
hasta las salidas nocturnas con sexo incluido. Eran amigos especiales
porque dos estaban presos y el tercero era su carcelero. Los internos
podían acceder al beneficio de recibir en casa, es decir en su
celda, en la parte vieja de la cárcel de Caseros que todavía
no ha sido totalmente desmantelada, a chicas bien dispuestas por
un precio accesible. Del caso, real, sólo se tuvo el nombre del
carcelero, el subalcaide Ceferino Javier Shtefec, quien fue dejado cesante
por encarar sin permiso su peculiar sistema de reinserción
social. Por un arancel más alto, uno de los detenidos pudo
hasta salir de juerga, amparado por el fiel guardiacárcel, pero
antes tuvo que jurar que regresaría al penal sin hacer bardo. Por
motivos menos placenteros fueron expulsados de la fuerza otros dos penitenciarios,
uno por su vinculación con la banda que en mayo pasado mató
a dos policías durante el robo a un comercio de Once y el otro
porque resultó herido en otro asalto, en La Matanza (ver aparte).
Después de las purgas del 2000, en la gestión de la ex subsecretaria
de Asuntos Penitenciarios Patricia Bullrich, los casos de corrupción
dentro del Servicio Penitenciario Federal (SPF) parecían cosa del
pasado, pero hay cuestiones que, como la gripe, siempre vuelven. Cada
institución debe construir su propia trasparencia con gestos categóricos
y firmes sobre la clase de acciones que se permiten y las que no. El SPF
debe ser un ejemplo, sólo hombres y mujeres honestos pueden llevar
su uniforme, dijo el actual subsecretario del área, Alvaro
Ruiz Moreno, al confirmar las medidas disciplinarias dispuestas.
El caso del subalcaide Shtefec, gran organizador de juergas, recién
se conoció ahora pero ocurrió en marzo de este año.
El escenario fue la Unidad 16 (Caseros vieja), que sigue funcionando luego
del desalojo de las lúgubres torres de la parte nueva del penal,
la ex Unidad Uno. La información oficial precisó que las
irregularidades comenzaron el 9 de marzo pasado, en horas de la tarde,
cuando el guardia salió del penal con dos internos, con el único
objetivo de procurar un poco de amor. Una fuente consultada por este diario
sostuvo que en este caso no fueron salidas para robar ni nada semejante,
como ocurrió antes en la cárcel nueva de Caseros. Salieron
sólo para buscar chicas.
Es obvio que se trató de una jornada muy agitada era un día
viernes y esto sirve de justificación, ya que está
confirmado que en la misma noche del 9 de marzo dos mujeres entraron a
las celdas de los dos detenidos. Y la fiestita continuó en la madrugada
del 10 porque al menos en dos oportunidades uno de los internos volvió
a salir, acompañado esta vez por el subalcaide, que estaba hecho
un demonio. El titular del SPF, Pedro Develluk, advirtió que no
se tolerarán actos como el cometido por Shtefec. Se equivocan
dijo quienes desde un falso concepto corporativo creen que
el SPF mantendrá a uno solo de sus miembros que no respeten todas
las normativas del Estado.
Con el subalcaide sancionado tuvieron bastante paciencia, ya que primero
lo suspendieron preventivamente y tres meses después resolvieron
dejarlo cesante, por resolución del subsecretario Ruiz Moreno.
Los dos presos involucrados fueron trasladados a otras unidades. En la
parte vieja de Caseros, cuyo destino final todavía no ha sido resuelto,
permanecen 28 internos, entre ellos los policías involucrados en
la causa por el atentado contra la AMIA y los presos que están
siguiendo allí distintas carreras universitarias. Desde que Shtefec
se fue, nada es igual.
Las historias ocultas, en torno del sexo detrás de los muros, son
más frecuentes de lo que se supone. Ramón, un preso alojado
en una cárcel del sur del país, virtual cronista celda adentro
porque siempre está en contacto con los medios de prensa, aportó
como dato anecdótico el recuerdo de otro oficial penitenciario,
todavía en actividad, al que se lo conoce con un apodo en efectivo:
Cien pesos le dicen porque esa es la suma quecobra para los
que quieren abrir la celda para ir a jugar. Las visitas íntimas
comienzan después del primer año en prisión, pero
si llegás a un acuerdo con Cien Pesos, cogés
desde el primer día.
El negocio de la prostitución, adentro de la cárcel, florece
por las medidas restrictivas para las visitas íntimas, a las que
sólo acceden los detenidos hombres o mujeres que tienen
una pareja estable. Después vienen los análisis, que incluyen
el de HIV, y una serie de requisitos que hacen inevitable optar por el
camino clandestino. El criminólogo Elías Neuman, que escribió
un libro sobre el sexo en prisión, recordó el caso del director
de una cárcel de Corrientes convertido en un verdadero proxeneta.
Dejaba entrar a las prostitutas y si ellas no se ponían de
acuerdo con los presos, el que ponía el precio del servicio era
el director, explicó Neuman, quien precisó que incluso
se había escrito un reglamento interno para resolver salomónicamente
la cuestión.
OTRO
AGENTE PRESO POR SU RELACION CON UNA BANDA
El arma en el lugar inadecuado
Por C. R.
Entre las sanciones aplicadas
por las autoridades penitenciarias, figura la baja obligatoria del agente
Gustavo Daniel González, quien está preso desde mayo pasado
por su vinculación con la banda que el 19 de ese mes asaltó
un negocio del barrio de Once. En ese intento de robo murieron dos policías
y un ladrón, mientras que fue herido otro efectivo de la Federal.
Al parecer, González le había prestado su arma reglamentaria,
una 9 milímetros, a uno de los miembros de la organización
delictiva. Se cree que el arma no fue usada en ese asalto, sino en uno
anterior, contra una sucursal de la misma firma damnificada. El tercer
sancionado, cuyo nombre se mantiene en reserva, es otro agente que está
sospechado de haber participado en otro intento de robo, esta vez en La
Matanza.
El nombre del agente penitenciario González, detenido el 20 de
mayo, fue mantenido en reserva durante varias semanas, beneficio que nunca
obtuvieron tres civiles que también fueron detenidos, por su relación
con el ladrón muerto. Luego de las primeras diligencias, los tres
civiles fueron dejados en libertad por falta de mérito. A González,
en cambio, se le dictó la prisión preventiva porque se cree
que es miembro de la banda que el 19 de mayo intentó asaltar el
comercio de Larrea 579, propiedad de Juan Pablo Inacio. Ese día
fueron asesinados los policías Roberto Ceballo y Rubén Montaos,
y fue herido el cabo Miguel Angel Zarza.
El agente González fue sancionado con la baja por la comisión
de la falta gravísima, prevista en el Reglamento del
Régimen Disciplinario del SPF, que penaliza hacer abandono
del arma proporcionada por la institución o prestarla a un tercero.
González le prestó el arma a uno de los miembros de la banda,
al que conocían por vivir en la misma localidad, en la zona oeste
del conurbano. El arma habría sido usada en otro robo, en un local
de Valentín Gómez 2616 del que también es dueño
Inacio, quien sufrió una seguidilla de asaltos, casi siempre los
sábados, el día de mayor recaudación de la semana.
La causa está a cargo del juez Roberto Grispo y del fiscal José
Campagnoli, quienes siguen teniendo a González en la mira.
La tercera mala nueva fue la apertura de un sumario administrativo para
investigar la conducta de otro suboficial aparentemente involucrado
en un asalto a una estación de servicio en el partido de La Matanza
donde hubo un tiroteo con la policía. La sospecha comenzó
desde el mismo momento en que el agente reportó un parte médico
por haber sufrido heridas de bala. El tiroteo ocurrió
el 18 de mayo pasado en una YPF ubicada en Güemes al 300, en la llamada
Rotonda Querandí, en Ciudad Evita. En el enfrentamiento murió
un delincuente que era acompañado por el penitenciario, quien pudo
escapar a pie pese a que estaba herido.
FUNCIONARIOS
EN DESACUERDO SOBRE LOS NUMEROS
La superpoblación, motivo de debate
Dos funcionarios del Ministerio
de Justicia protagonizaron una inesperada polémica respecto de
los niveles de hacinamiento que existen en las 31 cárceles dependientes
del Servicio Penitenciario Federal (SPF). Mientras el secretario de Política
Criminal y Penitenciaria, Mariano Ciafardini, sostuvo que existe entre
un 30 y un 40 por ciento de sobrepoblación, el subsecretario
de Asuntos Penitenciarios, Alvaro Ruiz Moreno, bajó las cifras
a sólo el 2 por ciento. De todos modos, Ruiz Moreno
admitió que algunas unidades, como la de Devoto, tienen una
sobrepoblación del 26 por ciento, pero otras sólo
tienen su capacidad ocupada parcialmente, como por ejemplo la Unidad 19,
de Ezeiza, que tiene ocupada sólo el 63 por ciento
de su capacidad total.
Para Ciafardini, el problema no pasa por construir nuevas cárceles
sino de resolver el serio problema del delito. En ese sentido
aseguró que cuantas más cárceles construyamos,
más llenas van a estar y que el problema de la cárcel
es un problema del sistema penal en general, de que está sobrepasada
de cantidad de personas. Concluyó que si se toman todos
los servicios juntos, hay una sobrepoblación de un 30, 40 por ciento,
en las cárceles del SPF. El funcionario dio a conocer estos datos
un día después de que se conociera un documento de Procuración
Penitenciaria sobre maltratos, golpes y hacinamiento.
Ruiz Moreno, por su parte, explicó las razones del desequilibrio
del que habló, con cárceles saturadas y otras semivacías.
La mayor concentración de los internos del sistema federal
corresponde a la justicia ordinaria de la ciudad de Buenos Aires y en
consecuencia se trata de causas que tramitan en la ciudad y los presos
deben permanecer dentro del área. Esto, según Ruiz
Moreno, provoca el hacinamiento en Devoto, ya que la cárcel de
Caseros está virtualmente desmantelada.
El funcionario también cuestionó los datos del informe de
la Procuración, según el cual son permanentes los casos
de golpizas graves en las cárceles del SPF. Ruiz Moreno dijo que
los datos corresponden, en algunos casos, a hechos que ocurrieron antes
de que asumieran las actuales autoridades del área.
|