Por Eduardo Fabregat
Desde
Barcelona
Si el teatro es una pasión
catalana, hay otro espectáculo con ciertos puntos de contacto que
en estas horas ocupa varias planas de los diarios españoles, y
barceloneses en particular. Hasta aquí, el Festival Grec 2001 permitió
que el público local festejara y apreciara a los artistas argentinos,
pero ya no cabe ninguna duda de cuál es el actor porteño
que se espera con más ansiedad: Javier Pedro Saviola. El escenario
será el Camp Nou de los blaugranas, y aquí hay una auténtica
fiebre que, cosa no tan curiosa, concentra aún más la atención
en los espectáculos invitados por el director Borja Sitjà.
Hoy por hoy, basta detenerse a charlar con cualquier integrante de la
producción del Grec e identificarse como argentino para que, en
una reactualización del mito futbolístico, ya no se mencione
de inmediato a Maradona sino al ex goleador de River, que llega a Barcelona
como el Diego campeón mundial juvenil, pequeño,
zurdo y guapo. El domingo por la noche, mientras Los Macocos se despedían
en el Poliorama, no eran pocos los catalanes que sintonizaban el canal
33 para ver no la final del Mundial Sub-20, sino el partido de Saviola.
Semejante demostración de pasión popular le viene como anillo
al dedo al esperado debut del Grupo de Teatro Catalinas Sur en la programación
del Grec. El multitudinario conjunto de vecinos de la Boca que dirigen
Adhemar Bianchi y Ricardo Talento parece haberse ganado la simpatía
de los catalanes, por número, color y contenido. Ayer, en una performance
de dos canciones realizada en la Rambla, varios transeúntes abordaron
a los actores vocacionales para pedir precisiones sobre El fulgor argentino,
la obra que repasa cien años de historia argentina y que dará
cinco funciones, a partir de hoy, en el Mercat de las Flors. Ellos, embelesados
por la aventura, disfrutaron el encuentro del mismo modo en que coparon
el vuelo que los trajo hasta aquí a puro mate y fervor de barrio,
gente que ha encontrado en el teatro una manera de contar su historia
y a la vez canalizar la angustia de vivir en una Argentina devastada.
Para ellos, esto puede ser una proyección de su trabajo cotidiano
en Buenos Aires, donde vienen haciendo El fulgor argentino desde hace
años.
Esto fue una gratificación, un placer por el reconocimiento
a una tarea que hace que todo el grupo esté orgulloso de que los
hayan invitado a un festival así... y que además hayan pagado
los pasajes, porque nos han invitado varias veces a varios lados, pero
sólo eso, decirnos vengan, comenta Bianchi a
Página/12. Hay gente que ya ni pensaba que podría
venir a Europa, y viajar y venir a hacer lo que a uno le gusta hacer,
es un privilegio que el grupo está sintiendo. Talento apunta
que este no es precisamente un espectáculo diseñado
para festivales, y sin embargo aquí estamos. Para nosotros es importante
hablar de un barrio, de un país, en un festival internacional.
En la amplia sala María Aurèlia Capmany del Mercado, los
integrantes de Catalinas se afiebran en los últimos detalles, pero
la sensación general de disfrute se nota en el aire, desde el más
anciano de la compañía hasta Guadalupe, la beba de escasos
dos meses que es presentada con orgullo como la más chiquita
del grupo. Si resulta emocionante ver a los cien participantes trenzados
en un nudo de aliento antes del último ensayo, no cuesta mucho
imaginar lo que puede producir un saludo final ante una sala que reconozca
el esfuerzo. Yo no sé si van a entender todo, cada cosa que
se cuenta, pero hay un tema que para todos es igual: el teatro puede ser
una forma de manifestación de la gente común. Y la gente
común está en todos lados, todos los países. Eso,
creo, lo van a percibir, argumenta Bianchi. Hay temas que
son universales, que son los de siempre, el pueblo como concepto si se
quiere ingenuo, la gente buscando siempre su camino, reclamando sus derechos.
Y la lucha entre la justicia necesaria para todos y aquellos mesiánicos,
aprovechadores, iluminados, que creen que son los dueños de todo.
Eso es universal, entendible en cualquier lugar. Y lo fundamental no está
en los contenidos, la relación entre la forma y los contenidos
tiene mucha importancia. Y esta forma, donde un grupo de vecinos cuenta
la historia de su país y toma el tema de la memoria como una forma
de mirar hacia el futuro, y la esperanza, creer que la utopía es
posible, es algo universal que la gente va a percibir.
Mientras Catalinas Sur ajustaba su espectáculo a las dimensiones
del Mercat, algo más amplias que las del Galpón de Catalinas,
la Sala Beckett recibía a otro debut argentino, de estética
bien diferente: Kleines Helnwein, la primera obra del joven dramaturgo
Rodrigo Malmsten, que presenta en el escenario a Belén Blanco como
una mujer-niña trastornada por los abusos de poder de su padre
(interpretado por Martín Von Tumpling), una opresiva alegoría
sobre el nazismo que aquí, donde todo sucedió aterradoramente
cerca, cobró una intensidad que llegó a espesar la atmósfera
del teatro, y que llevó a un sólido aplauso final para la
actriz. Postales menos pasionales, pero no por ello menos válidas,
de una ciudad que puede hacer convivir al teatro y al fútbol como
si la tribuna y la platea fueran casi, casi, la misma cosa.
STPEHEN
KING, EL MCDONALDS DE LA LITERATURA
El rey de los escritores ricos
Ni la fuerte depresión
que lo afectó durante los últimos años ni el fracaso
de The plant, la novela que creó en exclusiva para Internet y que
decidió dejar en el sexto capítulo, lograron bajar a Stephen
King del primer puesto de los escritores más ricos e influyentes
del planeta. King fue, según publica en su último número
la revista Forbes, el autor que más dinero ganó en 2000.
El espectacular contrato que firmó la pasada primavera con la editorial
neoyorquina Simon & Schuster, de más de 44 millones de dólares,
hizo aún más rico al más rico de los escritores.
El autor de Misery que tiene 52 años, está, además,
está sexto en la nómina de las 100 celebridades más
ricas e influyentes de EE.UU. El actor Tom Cruise (el primero de la lista),
el golfista Tiger Woods, la cantante Britney Spears, el ex jugador de
los Chicago Bulls Michael Jordan o el cineasta George Lucas le superan.
King está incluso por encima de Steven Spielberg, con una fortuna
personal estimable en casi mil millones de dólares.
Según Forbes, King ganó en el 2000 44 millones de dólares.
Está seguido por Tom Clancy, con unos ingresos de 37 millones de
dólares; luego vendría J. K. Rowling, la autora de Harry
Potter que pasó de madre soltera sin pardo a ingresar en su cuenta
corriente 36 millones de dólares; el autor de novelas de suspense
Dean Koontz, 35 millones de dólares, y, finalmente, John Grisham,
con unas ganancias de 28 millones de dólares. Buena parte de la
riqueza de estos escritores está vinculado a los derechos de venta
de novelas a la industria de cine. Grisham (nacido en Misisipí
en 1955) era un picapleitos del montón aficionado a la escritura
hasta que una de sus novelas saltó a la pantalla. Desde entonces,
sus libros casi siempre thrillers judiciales han sido llevados
con éxito al cine.
Si Grisham es el hombre de la toga, Tom Clancy (Baltimore, 1947) es, a
pesar de que no hizo el servicio militar, el hombre en el ejército.
Especialista en relatos de espionaje y terrorismo internacional, tiene
un tanque en el jardín de su casa (regalo de su mujer) he hizo
famoso al agente Jack Ryan (al que es difícil no asociar a la cara
de Harrison Ford). Pero los impresionantes adelantos de Grisham, Clancy,
o de la creadora de Harry Potter, Joanne Kathleen Rowling, que a sus 34
años es la tercera autora mejor pagada del planeta, son nada al
lado del último logro del rey del terror. King, que se define irónicamente
como el McDonalds de la literatura, se comprometió
a escribir tres libros con Simon & Schuster. Los dos primeros, al
parecer, se llamarán From a buick y Cáncer, y el tercero
será una recopilación de cuentos. King dio la espalda a
su editorial de siempre, Viking/Penguin, a cambio de un contrato inédito
en el mundo editorial.
King es el único que consiguió un contrato en el que editorial
y autor comparten gastos y beneficios desde el primer ejemplar. El contrato
de King es el más cuantioso de la historia de la literatura a pesar
de que llega en su momento más bajo (ni sus novelas ni las últimas
adaptaciones de ellas han logrado grandes éxito). El accidente
de tráfico que sufrió el escritor una camioneta le
atropelló cerca de su casa de Maine destrozándole decenas
de huesos y aplastándole un pulmón fue la causa central
de su depresión. Es de suponer que el dinero le ayudará
a mejorar.
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