El 18 de mayo pasado, P. L.
C., una mujer de 25 años, supo que el feto que lleva en su vientre
sufre de anencefalia. Se trataba de su primer embarazo y el golpe fue
brutal. Se dirigió entonces a la Maternidad Sardá y pidió
un adelantamiento del parto. Le dijeron que no lo harían sin autorización
judicial. Hasta aquí se trató de un caso similar a los ya
conocidos. La diferencia la hizo el juez en lo Contencioso Administrativo
y Tributario de Buenos Aires, Roberto Gallardo, en un durísimo
fallo donde no sólo ordena que se realice la práctica, sino
que cuestiona a los médicos a quienes acusa de actuar corporativamente.
Habla de la confusión conceptual del director de la
institución y califica sus afirmaciones de impertinentes
y agraviantes. Pero también carga contra las autoridades
políticas (del Gobierno de la Ciudad) a las que tilda de
inoperantes y les reclama medidas para resolver estas situaciones.
Además, por primera vez, les impone las costas del caso.
El día 19 de junio y después de ver el resultado de
la ecografía hecha en el hospital Sardá no existieron más
dudas: estoy embarazada -actualmente de 29 semanas de una nena condenada
por padecer anencefalia. Y desde ese instante todo ha sido dolor, miedo,
muerte. Así lo cuenta P.L.C. en el recurso de amparo que
llevó a la justicia, representada por la abogada Perla Prigoshin,
titular de la Fundación Unos con Otros, quien llegó a la
Corte Suprema el pasado diciembre con el caso de Silvia Taunus. Tras la
negativa de la Sardá a autorizar el adelantamiento del parto, la
pareja fue a la Defensoría del Pueblo, quien hizo el reclamo por
escrito. Las autoridades de la maternidad respondieron tajantemente en
un escrito firmado por Juan Argento y Ricardo Illía, director y
subdirector: Allí consideran que se está intentando transferir
la responsabilidad de un problema global (médico-social-jurídico)
a un sólo sector. Y advierten que cada vez que se suscite
una situación como la analizada no actuaremos sin autorización
judicial.
Esas palabras son duramente criticadas por el juez. Los médicos
asumen un perfil corporativo, sostiene. Esta afirmación
(...) evidencia las falencias estructurales de nuestro sistema de salud
y de la conducta de los funcionarios públicos involucrados. No
sería justo criticar únicamente la conducta de los médicos.
Ellos actúan con claro desconocimiento jurídico y aún
más, con marcada desprotección de sus superiores y manifiesta
inoperancia de las autoridades políticas en la materia.
Tras analizar los antecedentes y fallos previos incluido el de la
Corte, el juez Gallardo considera que el adelantamiento del parto
requerido no necesita de autorización judicial. Vuelve a fustigar
a los médicos: Resulta francamente lamentable que a esta
altura de los acontecimientos se obligue a cada paciente en iguales condiciones
a transitar el penoso camino de la justicia. Y agrega: El
sufrimiento de un ser humano es sinónimo de indignidad.
Un párrafo particularmente duro dedica el magistrado al director
de la institución, Juan Argento, quien pretende insólitamente
que el tribunal decida además autorizar una eventual
extracción de útero de la paciente. Dicha solicitud, por
supuesto, es manifiestamente improcedente, al igual que la afirmación
según la cual podría dictarse una sentencia contraria a
la legislación. A más de resultar impertinente y agraviante,
dicha afirmación evidencia una vez más la confusión
conceptual del firmante, que dicho sea de paso no parece propia de un
directivo de una entidad del prestigio de la maternidad demandada.
Muerden, no contagian
La Secretaría de Salud del gobierno porteño aclaró
que el bebé que fue mordido por una rata, en la Villa 20,
de Lugano, no padece leptospirosis. El niño, de seis meses,
estaba internado en el Hospital Durand y -según una denuncia
del defensor adjunto Antonio Brailovsky se sospechaba que
se había contagiado la enfermedad. Brailovsky cuestionó
al gobierno por la demora en el desmantelamiento del basurero de
autos ubicado en las proximidades de la villa.
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