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UN EXPERTO ADVIERTE SOBRE LA RESISTENCIA A LOS COCTELES
“Es la segunda epidemia de sida”

En Estados Unidos el 30 por ciento de los pacientes ya padece virus resistentes a los medicamentos y una de cada 10 personas que se infecta contrae
virus mutados. John Mellors, de la Universidad de Cornell, pinta un panorama sombrío.

John Mellors, jefe de investigaciones de la Universidad de Cornell, en Nueva York.

Por Pedro Lipcovich

“Ha comenzado la segunda epidemia de sida”, anunció a Página/12, en entrevista exclusiva, el investigador norteamericano John Mellors, uno de los referentes mundiales en el tema. Esta epidemia es más mortífera que la primera, como que el microbio que la causa es el VIH mutado, resistente a los cócteles de drogas, generado por tratamientos incompletos o interrumpidos. En Estados Unidos, el 30 por ciento de los pacientes padecen virus resistentes a los medicamentos, y una de cada 10 personas que se infectan contrae virus mutados, con pronóstico reservado. La amenaza es grave para países como la Argentina, donde, a diferencia de los más pobres, el Estado da acceso a los medicamentos pero, a diferencia de los mejor organizados, el desorden o burocratismo en el suministro propicia el incumplimiento de las terapias. Ayer se cerró el Congreso Mundial de Sida en Buenos Aires: los médicos están “más cautelosos” sobre cuándo empezar con las terapias, por sus efectos tóxicos y el riesgo de incumplimiento. Más que nunca, cada paciente debe estar informado, porque la decisión sobre el tratamiento le queda reservada.
“La epidemia de sida es un test, una prueba para los seres humanos... y estamos perdiendo”, resumió John Mellors, jefe de investigaciones de la Universidad de Cornell, Nueva York, el mismo que hace cinco años anunciaba el éxito de los flamantes cócteles de medicamentos. Ayer, reconoció que “en Estados Unidos, del 10 al 20 por ciento de los tratamientos fallan durante el primer año por resistencias a alguno de los medicamentos; cuando se intenta un segundo tratamiento, fracasa en el 50 por ciento de los casos; y el 70 por ciento de los terceros tratamientos fracasa”. El resultado es que “el 30 por ciento de los pacientes en Estados Unidos son resistentes a tres tipos de drogas”.
Esto es parecido a lo que viene sucediendo con los antibióticos, pero peor porque “el VIH muta mucho más rápido que las bacterias y porque, como se trata con cócteles, necesitaríamos contar con varias drogas nuevas a la vez, pero se van incorporando de a una”, señaló el investigador.
Los virus así mutados se expanden entre la población, con el resultado de que, siempre en Estados Unidos, “entre el 5 y el 10 por ciento de las nuevas infecciones por VIH son, de entrada, resistentes a los medicamentos”, según Mellors. Por eso, “además de la epidemia que se expandió por todo el mundo, hay una segunda epidemia, la de los virus resistentes creados por los tratamientos”.
Así las cosas, ¿cuál es la esperanza? “Vacuna, vacuna, vacuna...”, rogó Mellors, pero observó que “aunque ya tuviéramos una vacuna que funcionara en todos los casos, llevaría 5 a 10 años vacunar a todas las personas que están en riesgo de contraer el VIH. Y no la tenemos. Y comentó: “Tengo 47 años: sé que el sida todavía va a existir cuando yo muera”.
Un recurso más modesto pero importante es hacer menos complicadas las terapias: “Tenemos ya un medicamento que incluye tres drogas (AZT, Abacavir y 3TC) en la misma pastilla, que se toma sólo dos veces por día. Su limitación es que son todas drogas del mismo tipo (“inhibidores de la transcriptasa reversa”): combinar drogas de distintas clases es más difícil: las compañías que hacen las distintas drogas no trabajan en conjunto”, observó Mellors.

Congreso de la cautela

Porque los tratamientos pueden generar virus resistentes; porque, como expuso en el Congreso David Cooper –ex presidente de la Sociedad Internacional de Sida–, “es innegable que los medicamentos que usamos pueden producir efectos tóxicos”; porque, como mostró David Ho, “la erradicación del virus es imposible con las drogas que tenemos”; porque el argentino Julio González Montaner –titular del Programa de Sida de British Columbia, Canadá– enseñó que, en ciertos casos, aunque el tratamiento empiece un poco después, el sistema inmunitario reacciona bien, y enseñó también que los tratamientos que fracasan son esencialmentelos que no se cumplen: por todo esto se impuso la cautela en cuanto al momento de empezar los tratamientos.
El argentino Héctor Pérez, copresidente del Congreso, advirtió que “la palabra clave es adherencia: que el paciente realmente cumpla con el tratamiento”. Por eso, la decisión de empezar no debe estar sólo a cargo del médico sino que “se traslada a la relación médico-paciente: si el paciente no está convencido de tomar la medicación, no habrá éxito”.
Claro que, si el tratamiento no se inicia cuando corresponde, el fracaso es seguro: “Todo paciente que tenga 200 linfocitos CD4-4 o menos debe iniciar tratamiento”, fue el consenso del Congreso, que anunció su presidente, Pedro Cahn. Por encima de esa cantidad, “no hay datos concluyentes”. Otros criterios orientativos, agregó Pérez, son “que la persona tenga menos de 350 linfocitos CD-4 y más de 55.000 copias del virus por mililitro de sangre”. Una vez iniciado, “ante la primera falla en el tratamiento, se indica efectuar un test de resistencia”, señaló Pérez. Estos tests todavía no son cubiertos por el Programa de Sida.
En la Argentina todavía no se han detectado altos niveles de virus resistentes, pero están dadas las condiciones institucionales para que las terapias no se cumplan bien: “Porque obtener los remedios es una carrera de obstáculos, que requiere: buena salud para hacer los trámites; no tener trabajo o perderlo para ocuparse; y dinero para el transporte, que muchos no lo tienen”, señaló Cahn.

 

Las novedades del Congreso
Por P.L.

Más de 3500 participantes, entre ellos muchos de los principales investigadores del mundo, intervinieron en la Primera Conferencia Internacional en Patogénesis y Tratamiento del VIH, organizada en Buenos Aires por la Sociedad Internacional de Sida. “Era muy importante el éxito de este encuentro, que fue el primero en Latinoamérica y el segundo en el Hemisferio Sur después del de Durban, en Sudáfrica”, señaló Héctor Pérez, co-presidente del Congreso.
El Congreso fue también oportunidad para anunciar nuevos medicamentos contra el VIH. Hay dos nuevos tipos de antirretrovirales: los inhibidores de fusión, como el llamado T-20, y los inhibidores de la entrada del virus, que se agregan a los ya conocidos inhibidores de la transcriptasa reversa y de la proteasa. Debe puntualizarse, sin embargo, que ninguna de estas drogas permite erradicar el virus: se agregan a las drogas ya existentes en la función de disminuir la carga viral, y pueden ser importantes para contrarrestar la aparición de cepas resistentes (ver nota principal). La Sociedad Internacional de Sida organizó una red mundial de monitoreo de la resistencia del VIH a las drogas, que empezará a funcionar en setiembre.
La Conferencia que finalizó ayer será retomada dentro de dos años, en París.

 

Transmisión perinatal
Por P.L.

Novedades, precisiones y desdichas trajo el Congreso de Sida sobre el tema de la transmisión perinatal, de madre a hijo: el norteamericano John Sullivan mostró que, entre el 66 y el 80 por ciento de los embarazos, el virus se trasmite recién en las últimas semanas. Por lo tanto, “es seguro que, por lo menos durante el último trimestre, la madre debe tomar la medicación para evitar trasmitir el virus a su hijo, aun en el caso de que no la estuviera tomando para sí misma”, sintetizó Pedro Cahn, presidente del Congreso.
También se rediscutió en el Congreso si hay que hacer o no cesárea a las parturientas VIH positivas: “Algunos obstetras todavía no tienen claro que, en mujeres tratadas con las actuales terapias de alta eficacia, cuando la carga viral ya no es detectable, no hace falta la cesárea, que por lo demás conlleva riesgos, para ése y sucesivos partos, sobre todo en lugares donde la atención médica no sea de primer nivel”, observó Cahn.
Y la desdicha: “No nos enorgullece lo que pasa en la Argentina con la trasmisión madre-hijo del VIH”, reconoció el presidente del Congreso ante los enviados extranjeros. “Siete de cada cien nuevos casos de sida son por trasmisión vertical (que puede bajar a cero con medicación): una de las cifras más altas de América latina. Las zonas más afectadas son las de mayor trasmisión heterosexual, y éstas a su vez son las más golpeadas por la crisis económica: los conurbanos de Buenos Aires, Rosario, Córdoba”.
La causa es que “el sistema sanitario cuida mal a las embarazadas: mientras la OMS recomienda un mínimo de cinco visitas médicas, muchas mujeres acceden cuando ya están por parir, y muchísimas no son testeadas para el VIH”.

 

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