Por Pedro Lipcovich
Ha comenzado la segunda
epidemia de sida, anunció a Página/12, en entrevista
exclusiva, el investigador norteamericano John Mellors, uno de los referentes
mundiales en el tema. Esta epidemia es más mortífera que
la primera, como que el microbio que la causa es el VIH mutado, resistente
a los cócteles de drogas, generado por tratamientos incompletos
o interrumpidos. En Estados Unidos, el 30 por ciento de los pacientes
padecen virus resistentes a los medicamentos, y una de cada 10 personas
que se infectan contrae virus mutados, con pronóstico reservado.
La amenaza es grave para países como la Argentina, donde, a diferencia
de los más pobres, el Estado da acceso a los medicamentos pero,
a diferencia de los mejor organizados, el desorden o burocratismo en el
suministro propicia el incumplimiento de las terapias. Ayer se cerró
el Congreso Mundial de Sida en Buenos Aires: los médicos están
más cautelosos sobre cuándo empezar con las
terapias, por sus efectos tóxicos y el riesgo de incumplimiento.
Más que nunca, cada paciente debe estar informado, porque la decisión
sobre el tratamiento le queda reservada.
La epidemia de sida es un test, una prueba para los seres humanos...
y estamos perdiendo, resumió John Mellors, jefe de investigaciones
de la Universidad de Cornell, Nueva York, el mismo que hace cinco años
anunciaba el éxito de los flamantes cócteles de medicamentos.
Ayer, reconoció que en Estados Unidos, del 10 al 20 por ciento
de los tratamientos fallan durante el primer año por resistencias
a alguno de los medicamentos; cuando se intenta un segundo tratamiento,
fracasa en el 50 por ciento de los casos; y el 70 por ciento de los terceros
tratamientos fracasa. El resultado es que el 30 por ciento
de los pacientes en Estados Unidos son resistentes a tres tipos de drogas.
Esto es parecido a lo que viene sucediendo con los antibióticos,
pero peor porque el VIH muta mucho más rápido que
las bacterias y porque, como se trata con cócteles, necesitaríamos
contar con varias drogas nuevas a la vez, pero se van incorporando de
a una, señaló el investigador.
Los virus así mutados se expanden entre la población, con
el resultado de que, siempre en Estados Unidos, entre el 5 y el
10 por ciento de las nuevas infecciones por VIH son, de entrada, resistentes
a los medicamentos, según Mellors. Por eso, además
de la epidemia que se expandió por todo el mundo, hay una segunda
epidemia, la de los virus resistentes creados por los tratamientos.
Así las cosas, ¿cuál es la esperanza? Vacuna,
vacuna, vacuna..., rogó Mellors, pero observó que
aunque ya tuviéramos una vacuna que funcionara en todos los
casos, llevaría 5 a 10 años vacunar a todas las personas
que están en riesgo de contraer el VIH. Y no la tenemos. Y comentó:
Tengo 47 años: sé que el sida todavía va a
existir cuando yo muera.
Un recurso más modesto pero importante es hacer menos complicadas
las terapias: Tenemos ya un medicamento que incluye tres drogas
(AZT, Abacavir y 3TC) en la misma pastilla, que se toma sólo dos
veces por día. Su limitación es que son todas drogas del
mismo tipo (inhibidores de la transcriptasa reversa): combinar
drogas de distintas clases es más difícil: las compañías
que hacen las distintas drogas no trabajan en conjunto, observó
Mellors.
Congreso de la cautela
Porque los tratamientos pueden generar virus resistentes; porque, como
expuso en el Congreso David Cooper ex presidente de la Sociedad
Internacional de Sida, es innegable que los medicamentos que
usamos pueden producir efectos tóxicos; porque, como mostró
David Ho, la erradicación del virus es imposible con las
drogas que tenemos; porque el argentino Julio González Montaner
titular del Programa de Sida de British Columbia, Canadá
enseñó que, en ciertos casos, aunque el tratamiento empiece
un poco después, el sistema inmunitario reacciona bien, y enseñó
también que los tratamientos que fracasan son esencialmentelos
que no se cumplen: por todo esto se impuso la cautela en cuanto al momento
de empezar los tratamientos.
El argentino Héctor Pérez, copresidente del Congreso, advirtió
que la palabra clave es adherencia: que el paciente realmente cumpla
con el tratamiento. Por eso, la decisión de empezar no debe
estar sólo a cargo del médico sino que se traslada
a la relación médico-paciente: si el paciente no está
convencido de tomar la medicación, no habrá éxito.
Claro que, si el tratamiento no se inicia cuando corresponde, el fracaso
es seguro: Todo paciente que tenga 200 linfocitos CD4-4 o menos
debe iniciar tratamiento, fue el consenso del Congreso, que anunció
su presidente, Pedro Cahn. Por encima de esa cantidad, no hay datos
concluyentes. Otros criterios orientativos, agregó Pérez,
son que la persona tenga menos de 350 linfocitos CD-4 y más
de 55.000 copias del virus por mililitro de sangre. Una vez iniciado,
ante la primera falla en el tratamiento, se indica efectuar un test
de resistencia, señaló Pérez. Estos tests todavía
no son cubiertos por el Programa de Sida.
En la Argentina todavía no se han detectado altos niveles de virus
resistentes, pero están dadas las condiciones institucionales para
que las terapias no se cumplan bien: Porque obtener los remedios
es una carrera de obstáculos, que requiere: buena salud para hacer
los trámites; no tener trabajo o perderlo para ocuparse; y dinero
para el transporte, que muchos no lo tienen, señaló
Cahn.
Las novedades del
Congreso
Por P.L.
Más de 3500 participantes, entre ellos muchos de los principales
investigadores del mundo, intervinieron en la Primera Conferencia
Internacional en Patogénesis y Tratamiento del VIH, organizada
en Buenos Aires por la Sociedad Internacional de Sida. Era
muy importante el éxito de este encuentro, que fue el primero
en Latinoamérica y el segundo en el Hemisferio Sur después
del de Durban, en Sudáfrica, señaló Héctor
Pérez, co-presidente del Congreso.
El Congreso fue también oportunidad para anunciar nuevos
medicamentos contra el VIH. Hay dos nuevos tipos de antirretrovirales:
los inhibidores de fusión, como el llamado T-20, y los inhibidores
de la entrada del virus, que se agregan a los ya conocidos inhibidores
de la transcriptasa reversa y de la proteasa. Debe puntualizarse,
sin embargo, que ninguna de estas drogas permite erradicar el virus:
se agregan a las drogas ya existentes en la función de disminuir
la carga viral, y pueden ser importantes para contrarrestar la aparición
de cepas resistentes (ver nota principal). La Sociedad Internacional
de Sida organizó una red mundial de monitoreo de la resistencia
del VIH a las drogas, que empezará a funcionar en setiembre.
La Conferencia que finalizó ayer será retomada dentro
de dos años, en París.
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Transmisión
perinatal
Por P.L.
Novedades, precisiones y desdichas trajo el Congreso de Sida sobre
el tema de la transmisión perinatal, de madre a hijo: el
norteamericano John Sullivan mostró que, entre el 66 y el
80 por ciento de los embarazos, el virus se trasmite recién
en las últimas semanas. Por lo tanto, es seguro que,
por lo menos durante el último trimestre, la madre debe tomar
la medicación para evitar trasmitir el virus a su hijo, aun
en el caso de que no la estuviera tomando para sí misma,
sintetizó Pedro Cahn, presidente del Congreso.
También se rediscutió en el Congreso si hay que hacer
o no cesárea a las parturientas VIH positivas: Algunos
obstetras todavía no tienen claro que, en mujeres tratadas
con las actuales terapias de alta eficacia, cuando la carga viral
ya no es detectable, no hace falta la cesárea, que por lo
demás conlleva riesgos, para ése y sucesivos partos,
sobre todo en lugares donde la atención médica no
sea de primer nivel, observó Cahn.
Y la desdicha: No nos enorgullece lo que pasa en la Argentina
con la trasmisión madre-hijo del VIH, reconoció
el presidente del Congreso ante los enviados extranjeros. Siete
de cada cien nuevos casos de sida son por trasmisión vertical
(que puede bajar a cero con medicación): una de las cifras
más altas de América latina. Las zonas más
afectadas son las de mayor trasmisión heterosexual, y éstas
a su vez son las más golpeadas por la crisis económica:
los conurbanos de Buenos Aires, Rosario, Córdoba.
La causa es que el sistema sanitario cuida mal a las embarazadas:
mientras la OMS recomienda un mínimo de cinco visitas médicas,
muchas mujeres acceden cuando ya están por parir, y muchísimas
no son testeadas para el VIH.
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