Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


Drama teñido de
sangre en un piso
lujoso de Palermo
Una joven mujer, madre de un niño, apareció apuñalada en un departamento del barrio de Palermo. La principal hipótesis es la de un crimen pasional, y el sospechoso, la pareja de la víctima.

Por Horacio Cecchi

Aunque trágico como todo asesinato, el de ayer tiene connotaciones que lo diferencian de las historias de sangre cotidianas. Tiene los condimentos necesarios para rumores y correveidiles de todo crimen pasional y, por haber ocurrido en una familia de buena posición, sobresalta por lo desacostumbrado: los destinos se tejen allí de un modo más sutil que el rústico filo de un cuchillo. Por eso, ayer al mediodía, cuando hallaron el cuerpo apuñalado de una joven, madre y veinteañera, en un lujoso 8º piso de la calle Pereyra Lucena al 2500, en el barrio de Palermo, todo fue sobresalto y comentario. Y como toda hipótesis de crimen pasional, las sospechas de los investigadores fueron puestas en la pareja de la joven.
El departamento está ubicado en un elegante edificio de ocho pisos, ubicado a pasos del Hospital Rivadavia y del edificio central del Automóvil Club Argentino, precisamente en el edificio de Pereyra Lucena 2522/2546, departamento A del último piso. La pareja, cuyos datos se guardan en el más estricto secreto, había llegado de la ciudad bonaerense de Lincoln. El inmueble pertenece a la familia del joven.
Francisco sería su nombre, de 23 años, y allí había vivido durante su adolescencia junto a su madre. Hace varios años regresó pero esta vez con su novia, “una rubiecita de pelo largo, muy linda, encantadora”, dicen los vecinos. Hace no más de dos años tuvieron un hijo. “Era una pareja normal”, señalan, justificando el sobresalto. Hasta ese momento, nada hacía pensar un final trágico, aunque otros vecinos reconocen haber escuchado últimamente las disonancias que traducen “peleas, gritos” y algún que otro “golpe”.
Entre los bemoles del desajuste aparece la cuestión económica. El vive de rentas. Ella, quizá buscando independencia, hace un mes se había incorporado como empleada administrativa en una empresa. La mecánica adoptada era tan habitual como la de cualquier madre que trabaja: al mediodía dejaba a su hijo al cuidado de una vecina –en este caso, un familiar de su marido–, y al salir del trabajo volvía a buscarlo.
El martes pasado, por la noche, el chiquito seguía en brazos de la vecina-pariente. Ayer, por la mañana, un hermano de la joven, enterado de su ausencia, entró al 8º A. Sólo para descubrir su cuerpo, tirado en uno de los dormitorios, ahogado en su propia sangre.
La joven, de 21 años, tenía cinco tajos, uno de ellos amplio y profundo que recorría su garganta. Como regla general, un crimen pasional cumple con ciertas características: lesiones múltiples que señalan ensañamiento; puertas y ventanas sin forzar, que indican conocimiento del victimario por parte de la víctima; no hay desorden que indique búsqueda de objetos, ni ausencia de bienes de valor.
Todos estos aspectos, ayer, coincidían como una hoja lo hace con su propia vaina. El otro dato, mantenido bajo riguroso secreto, también aporta un soporte a la hipótesis: el marido ayer había desaparecido de sus lugares habituales.

 

PRINCIPAL