Por Raúl
Dellatorre y David Cufré
Un nuevo plan de ajuste más
equitativo, que no castigue a los sectores más desprotegidos y
a los que menos ganan, y que incluya una reingeniería financiera
del Estado sería consensuado hoy por el gobierno nacional
con los mandatarios justicialistas, para ser anunciado esta misma tarde
por el Presidente de la Nación y los gobernadores de todo el país.
La propuesta fue trabajada durante todo el día de ayer
por el alfonsinismo operando a varias puntas: con el Frepaso, el cavallismo,
el justicialismo e incluso con sectores radicales más próximos
al delarruismo. El acuerdo final se habría sellado anoche, en Olivos,
en una cena de la que participaron Fernando de la Rúa, Raúl
Alfonsín y algunos gobernadores. Respetando el objetivo de déficit
cero, el acuerdo es un intento de mostrar un ajuste con pleno respaldo
político y, por tanto, más viable apuntado a
convencer a los mercados de que los ruidos y la inestabilidad quedaron
atrás. Los gobernadores presentarían en el mismo acto los
sacrificios que realizarían sobre sus propios presupuestos. Esta
suerte de histeria (de los mercados) se revertirá tan pronto como
vean que los dirigentes argentinos con responsabilidades ejecutivas anteponen
el interés general y la solución de los problemas a las
cuestiones partidarias o eleccionarias, señaló anoche
Domingo Cavallo.
El encuentro que al mediodía realizaron en el departamento de Alfonsín
los principales dirigentes de la UCR y el Frepaso estuvo lejos de concluir
en una manifestación de apoyo al gobierno. El disgusto de los frepasistas
y de parte del radicalismo con los anuncios de Cavallo obligaron a repetir
el encuentro durante la tarde, especialmente entre el ex presidente y
la conducción del Frepaso. Paralelamente, hubo contactos con la
conducción del justicialismo en busca de consensuar
las propuestas para suavizar el ajuste que De la Rúa y Cavallo
lanzaron para seducir al mercado y que terminó en un cesto de residuos
como un ramo de rosas rechazado.
El Frepaso condicionó su continuidad en el gobierno a que se revisaran
las medidas anunciadas. Fue Mario Brodersohn, ex secretario de Hacienda
de Juan Sourrouille y economista de estrecha confianza de Alfonsín,
el comisionado para discutir técnicamente las modificaciones al
plan de ajuste. Por la tarde, en su propio domicilio, recibió a
los cavallistas Armando Caro Figueroa y Horacio Liendo y al dirigente
radical Enrique Coti Nosiglia. Más que un representante
del delarruismo, el Coti fue como un componedor de las relaciones entre
Alfonsín y el presidente, describió una fuente cercana
a toda la operación. Brodersohn transmitió las condiciones
propuestas por Alfonsín, a esa altura consensuadas con el Frepaso
y emparentadas con las aspiraciones justicialistas:
Sí a la necesidad de
eliminar el déficit fiscal, ante la imposibilidad de acceder al
crédito;
No al castigo sobre los sectores
más desprotegidos y que menos ganan;
Reemplazar parte de la reducción
de salarios y jubilaciones por una reingeniería del Estado,
eliminando ñoquis, serruchando los sueldos más
altos y revocando contrataciones de asesores con menos de un año
de antigüedad.
Negociar con las empresas privatizadas
una baja de tarifas y con el sector financiero un aporte para cubrir los
vencimientos de más corto plazo.
Con cuadros y planillas, Brodersohn demostró que sin el indiscriminado
ajuste anunciado el miércoles era posible rebanar 1500 millones
de pesos al presupuesto de la segunda mitad del año. Nadie puede
asegurar que esta nueva alternativa pueda convencer a los mercados, pero
tras el fracaso de ayer en el intento de seducción, los cavallistas
admitieron que valía el intento de probar con una propuesta con
mayor consenso político. Lo único que objetaron, y lograron
que se bajara, es el pedido de apoyo al sector privado y al financiero.
Según allegados a la operación ajuste progresista,
no costó demasiado convencer a los gobernadores justicialistas.
Si sigue el caos en los mercados, saben que a ellos también
los arrastra, comentaron. Estaban dispuestos a agarrar cualquier
cosa, y con decir que se está en contra de reducir salarios y jubilaciones
bajas, les alcanza, agregó la fuente.
La propuesta quedó en manos de Alfonsín, que anoche la llevó
a Olivos para darle el broche final en una cena con De la Rúa.
A la mesa también estaban convocados el jefe de Gabinete y los
gobernadores radicales. Allí se trazaban, al cierre de esta edición,
los pasos a dar hoy: por la mañana, el propio Alfonsín y
Nosiglia encabezarían la representación del Comité
Nacional de la Unión Cívica Radical que visitará
al Presidente en la Casa de Gobierno para manifestarle públicamente
su apoyo. Por la tarde, todos los gobernadores serían convocados
a Olivos para firmar, a las 17, el pacto por el ajuste, menos salvaje
que el ya anunciado y en el marco de la convocatoria a la unidad nacional
lanzada por el Presidente el 9 de julio.
Las fuerzas que participaron de la iniciativa confían en que este
nuevo ajuste sea más digerible políticamente. Por lo pronto,
evitará la ruptura de la Alianza de gobierno. Un sector del empresariado,
sin demasiada simpatía por una salida por el lado de la devaluación
o la dolarización, ya adelantó su apoyo. El interrogante
es, una vez más, la reacción del mercado, pero la apuesta
es a que les crea que esta alternativa es más viable
que la anterior.
DEVALUACION,
DOLARIZACION O ACUERDO POLITICO
Las puertas del empresariado
Por D. C.
En el mundo empresario quedaron
conformados tres grandes grupos. Se diferencian por el análisis
que cada uno hace de la crisis y por las soluciones que alientan. Los
industriales, ruralistas y constructores, nucleados en el Grupo Productivo,
consideran que el ajuste fiscal que pretende imponer el Gobierno es irrealizable.
Sostienen que los anuncios de Domingo Cavallo son un disparate
y que el Ejecutivo deberá dar marcha atrás, como ya ocurrió
con el ajuste de Ricardo López Murphy. De acuerdo con la visión
de este grupo, la continuidad del Gobierno está seriamente amenazada,
lo mismo que la Convertibilidad. Otro espacio lo ocupan los miembros más
dogmáticos y ortodoxos del establishment financiero, que piden
la dolarización y se encolumnan tras las ideas de la Universidad
CEMA. Y el tercer grupo, compuesto por grandes empresarios, en su mayoría
del sector servicios, pero también industriales, comparten el diagnóstico
de Cavallo y la opción del ajuste, pero impulsan un gran acuerdo
político que haga sostenible el apriete fiscal.
Estamos de acuerdo con las medidas, las respaldamos, y somos parte
de su llamado a la unidad nacional, enfatizó ayer Jorge Aguado,
vicepresidente de Socma (Grupo Macri) y titular del Instituto para el
Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA), entidad que reúne
a las grandes compañías. Aguado expresó su apoyo
en un desayuno que los miembros de IDEA compartieron con Fernando de la
Rúa y Cavallo. Esos grandes empresarios son los que quieren que
el ajuste se aplique, pero evalúan que el Gobierno necesita acordar
con los gobernadores justicialistas y con el radicalismo para sostener
su decisión.
Acá hay dos situaciones posibles. Una es la devaluación
y el default, y esa nadie la quiere. La otra es que mañana (por
hoy) o a más tardar el fin de semana, De la Rúa se saque
una foto en la Quinta de Olivos con todos los gobernadores, Alfonsín
y Cavallo. Si entre ellos no hay acuerdo, el Gobierno se cae, y viene
la devaluación y el default, le dijo a Página/12 un
operador de uno de los grupos económicos más poderosos del
país. Carlos Fedrigotti, presidente del Citibank; Enrique Cristofani,
titular del Banco Río, y Ricardo Gutiérrez, del Banco Provincia,
fueron algunos de los banqueros que se juntaron ayer en un almuerzo, y
coincidieron en que es preciso que el Ejecutivo acuerde con los gobernadores
y Alfonsín. Este grupo alentó las negociaciones entre operadores
alfonsinistas y cavallistas, tendientes a consensuar un nuevo diseño
para el ajuste (ver nota aparte).
Alfonsín tiene una postura mucho más razonable de
lo que todos creen. No está buscando patear el tablero. Pero quiere
que Cavallo flexibilice el ajuste y lo extienda a las privatizadas y a
los bancos, contó un miembro de IDEA a este diario.
Los sectores más ortodoxos, en cambio, visualizan a Alfonsín
como uno de los mayores responsables del cariz que tomó la crisis.
Y recomiendan pasar a la dolarización para evitar el peligro
de que los políticos nos lleven a la devaluación.
En este grupo, claramente minoritario, se encuentran algunos banqueros,
que apoyaron la gestión de Pedro Pou otro ferviente defensor
de la dolarización al frente del Banco Central. En contraposición
con algunos de sus colegas que prefieren el acuerdo entre el Gobierno,
los gobernadores y Alfonsín, éstos afirman que la gestión
de De la Rúa tiene los días contados. Y afirman que no hay
espacio para que recomponga su poder.
El tercer grupo, vinculado a los sectores productivos, también
estima que muy difícilmente el Gobierno pueda resistir los embates
de los mercados y la crisis social que vendrá cuando intente aplicar
el ajuste. En este contexto, consideran que la salida de la Convertibilidad
es inevitable y que no tiene sentido seguir posponiéndola. Es
un disparate que el Estado sacrifique su principal activo, que son las
reservas internacionales, en una batalla contra el mercado que ya está
perdida,porque lo que está muerto es el modelo, concluyó
un hombre de la industria.
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