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CARRIO ANALIZA LA CRISIS Y EL AJUSTE
“Creo que nada puede calmar a los mercados”

La diputada rebelde sostiene
que se está llegando al fin de una época y que quienes la sostuvieron caerán con ella, tal el rol que le otorga a Cavallo. Carrió pide a la gente serenidad ante el momento para evitar caer en la violencia.

Elisa Carrió no cree posible
la unidad nacional con quienes sostienen el modelo económico.

Por Laura Vales

Más que de crisis, Elisa Carrió prefiere hablar del fin de una época y de un modelo. Y más que de convocatorias a la unidad nacional, referirse a “los que entienden la unidad como acuerdo de los que se equivocan todos los días”. En diálogo con Página/12, la diputada consideró que el país atraviesa una situación en la que “nada puede calmar a los mercados” . También teme que se produzca una reacción social violenta que le abra la puerta a una salida fascista.
“Cuando en marzo se votaron los superpoderes para Domingo Cavallo, advertí que no eran para reactivar la economía. Después, en lugar de reactivación vino el ajuste y el megacanje. Ahora vemos como se están llevando puesta a la Argentina; son los mismos sectores que la robaron durante 10 años”.
–Estos meses han tenido una pregunta recurrente: qué puede calmar a los mercados.
–Creo que nada puede calmar a los mercados, porque estamos en un juego de suma cero. Cuando los actores económicos centrales de un sistema no quieren perder nada, se convierten en irracionales; quieren mantener sus ganancias aún a costa del país e incluso de su propio juego. Ahora estamos en las etapas finales de un régimen en el que la presión de los actores económicos terminó en un juego en el que pierden todos: el país, el pueblo y los propios actores económicos. Se me prefigura Potosí después de que sacaron todo el oro; están dejando sólo a los esclavos.
–¿Cuánto puede mantenerse Cavallo si los mercados no le creen?
–Lo que estamos viendo es el final de una matriz económica, y consecuentemente de los actores políticos y económicos de ese modelo. El actor central de esa matriz de exacción es Cavallo. Yo dije en su oportunidad que Cavallo es como los maridos: no cambia. El jugaba a la heterodoxia ajustando a las clases medias, nunca jugó a la heterodoxia económica real, aplicando los sacrificios a aquellos que se apropiaron de la renta en la Argentina.
–¿Por qué cree que es el final y no una crisis más?
–Porque ya hay peleas irreconciliables entre sectores del mismo establishment: se están enfrentando los más ortodoxos, los menos heterodoxos, el CEMA, Cavallo... los que forman parte de un mismo grupo y responden a un mismo interés pero que, resquebrajados en su relación, terminan haciendo estallar el régimen.
–¿También piensa que es el final del gobierno de la Alianza, que De la Rúa deberá dejar anticipadamente el poder?
–No es un momento para hablar de esto. Ojalá que el Presidente pueda recapacitar sobre el rumbo tomado. Nosotros no vamos a hacerle el juego a los que especulan con ese tipo de salidas, aunque en el ARI venimos anunciando hace un año y medio que íbamos hacia este final. Me parece que ahora la mejor contribución es el silencio. Nosotros no podemos ahondar la crisis, aunque creemos que es una crisis terminal.
–Usted ha mantenido siempre una relación especial con Raúl Alfonsín. ¿Qué rol cree que debería tener ahora?
–Yo ya no espero nada de nadie. Apelo a la memoria para señalar que este final pudo ser evitado si obrábamos de otra manera, si cambiábamos las políticas cuando asumió el gobierno de la Alianza. Para mi, es el tiempo y la hora no de una unidad de los dirigentes que llevaron a este desastre sino de la unidad del pueblo para construir una república. Quiero decir que no creo en la unidad nacional como acuerdo de los que se equivocan todos los días. Yo no podría estar junto a Cavallo, jamás.
–Basándose en eso, hay quienes especulan con que un sector del radicalismo y del Frepaso podrían acercarse al ARI.
–Nosotros vamos caminando. De hecho, hay muchos radicales que ya integran el ARI, como gente del Frente Grande, o socialistas e independientes. De todas maneras, que se de un corrimiento hacia el ARI nopuede significar una oportunidad de reciclamiento para todos. El espacio de una nueva república, es antes que nada, el espacio de una severa autocrítica de los que votaron cualquier cosa.
–Cuando habla del final de un régimen, ¿piensa que, en el corto plazo, van a ganar peso otros sectores sociales?
–Sí.
–¿Cuáles?
–No está claro todavía, pero es cierto que va a asomar una nueva dirigencia social, económica y política. Nada va a quedar como está en la Argentina, porque esto no es la debilidad de un gobierno o el fracaso de una política económica; esto es el final de una época a toda orquesta. Los liderazgos florecen en muy poco tiempo, porque en realidad los construye la sociedad. Cuando algo está muriendo es porque algo ya ha nacido. El nuevo país que con mucho dolor está queriendo reconstituirse desde otro lugar, desde otra matriz económica y desde otra matriz social, tiene sus dirigentes que hoy en muchos casos no son conocidos.
–Los únicos actores sociales que han ganado peso político en los últimos tiempos son los más marginados en lo económico, como los desocupados.
–Así es. Pero también es cierto que este país tiene dos condiciones. Una que tiene posibilidad de autosostenerse. Es un país que puede tomar decisiones autónomas fuertes, cosa que no podrían hacer otros, como Uruguay o Bolivia.
–De la Rúa habló de una independencia disminuida.
–Para De la Rúa nada es posible. Desde el país que él ve, junto a De Santibañes y Nosiglia, no hay independencia. Pero yo creo que todavía somos capaces de tomar muchas decisiones autónomas, aún dolorosas. La segunda cuestión es que tenemos una gran clase media, cosa que no tienen otros países de América latina. Y la tercera es que hay una gran reconstrucción de la identidad colectiva en la Argentina, en orden a la verdad. Lo que es necesario ver es que no hay posibilidad de una nueva república si no está basada en la verdad. Y en consecuencia las salidas o las reconducciones fundadas en los acuerdos corporativos, partidocráticos, que guardan la basura debajo de la alfombra hoy son imposibles en la Argentina.
–El discurso económico central dice que el problema del país es que estamos gastando más de lo que recaudamos y que nadie nos da crédito.
–No es cierto. El problema de la Argentina no es el gasto.
–¿Y cuál es?
–Si bien tenemos un gasto público mal asignado, el problema es la evasión. Los que debían pagar no pagaron, porque el sistema jurídico se lo permitió, porque además por sobre el sistema jurídico eludieron, y en contra del sistema jurídico evadieron. Si uno toma las cien grandes empresas del país, se puede ver que ninguna declara un peso de ganancias. El problema no es el gasto, es lo que no pagan, al amparo de una legislación que lo permite y también en contra de la legislación. Por otra parte, nosotros tenemos un déficit corriente pero no estructural, que se produce por la transferencia del estado a las AFJP que a su vez le prestan al Estado. Hay un déficit de 4500 millones que se originan en una decisión del gobierno de Menem de convertir las jubilaciones en negocio. Acá hubo un sistema de apropiación de la renta, este un problema de concentración de ingresos sin límites. Estamos ante un esquema de concentración irracional.
–¿Cree que se podría salir de esta situación sin un replanteo de la deuda externa?
–No. Seriamente, no. Lo cual no significa tener salidas irracionales.
–¿Lo irracional sería no pagarla?
–Sí, no pagar sería irracional. Pero es necesario analizar muy seriamente la situación, porque en el centro está el tema de la deuda. –La escuché hacer un llamado a la serenidad. ¿Teme que se produzcan estallidos?
–Me pareció necesario hacer una apelación a la no violencia. Creo que estamos ante el nacimiento de una nueva república, pero que este proceso tiene dos condiciones: la primera, mantener una enorme serenidad, y la segunda persistir en los principios, recordar que en los momentos de crisis política y económica hay que persistir en la paz, en la serenidad, en la república. Creo que en esta situación hay que resistir, pero que resistir significa también una metodología. Si queremos construir un país distinto nuestro modo de resistencia tiene que ser pacífico y fuerte. No hubo manifestaciones más fuertes en el país que los pañuelos blancos de las madres o que las marcha del silencio de Martha Pelloni por el caso de María Soledad.
–¿Qué riesgos concretos ve?
–Que surjan metodologías violentas y sean funcionales a reconducciones fascistas. Hay que pelear, pero con cuidado de que las víctimas no se conviertan en victimarios y rehenes de algún tipo de replanteo fascista de ley y orden y de mano dura. Creo que hay momentos en que los países, pese al dolor y la bronca, tienen dos caminos: obran con serenidad, para construir un país distinto, o se meten en la confusión que siempre facilita los autoritarismos.

 

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