Por Felipe Yapur
Durante más de tres
horas el presidente Fernando de la Rúa intentó sin éxito
conseguir que el pleno de los gobernadores justicialistas dieran un apoyo
político a las reformas económicas que impulsa su gobierno
para darles el lunes una señal a los mercados. Fue
una reunión tensa donde los mandatarios de la oposición
le entregaron un crítico documento al Presidente y le reclamaron
la incoherencia de pedirles el acompañamiento cuando
el titular de la UCR, Raúl Alfonsín, se reúne con
el sindicalista Hugo Moyano y el Frepaso anuncia medidas alternativas
al ajuste del Gobierno. Tras duros cruces entre los gobernadores y el
ministro Domingo Cavallo, el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, logró
arrancarles el compromiso de volver a encontrarse el domingo. La última
oportunidad para conseguir el apoyo político que necesitan.
Los gobernadores llegaron algo más de cuarenta minutos tarde a
la cita. En el quincho donde se realizó el encuentro, los esperaban,
nerviosos, Colombo, Cavallo, la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich.
En otra dependencia, De la Rúa estaba con su hijo Antonio y el
canciller Adalberto Rodríguez Giavarini. Cuando los mandatarios
peronistas se hicieron presentes, Cavallo se abalanzó y con una
sonrisa de oreja a oreja les dijo mientras abrazaba a Carlos Reutemann
(Santa Fe) y a Alberto Rodríguez Saá (San Luis): Bueno,
los abrazo a todos, porque en la crisis me pongo más gordo.
Y festejó su broma.
Poco después llegó De la Rúa, pero las sonrisas protocolares
del saludo inicial duraron lo que un suspiro. Una vez que todos estuvieron
sentados y después de que el Presidente les diera la bienvenida
y les remarcara la importancia de contar con el apoyo del PJ, Cavallo
tomó la palabra. El ministro había terminado de leer el
documento que los peronistas habían redactado en la reunión
que tuvieron previamente en la Casa de La Pampa junto a la CGT oficial.
Abandonando su sonrisa, Cavallo fue directo al grano:
Quiero decirles que la responsabilidad de la situación financiera
y crediticia que atraviesa el país recae más en las provincias
que en la Nación porque no están siendo bien administradas
dijo mientras repartía copias de los gastos provinciales.
De ninguna manera lo interrumpió Carlos Ruckauf.
Vos sabés, Domingo, que eso no es así. Yo tengo que informarte
que en mi provincia la Legislatura (donde la Alianza tiene mayoría)
no me quiere avalar la emisión de los patacones. Y vos me decís
que no queremos poner el hombro insistió el bonaerense. El
decano de los gobernadores peronistas, el santiagueño Carlos Juárez,
intentaba vanamente calmarlo. Por lo demás, no volaba una mosca.
Cavallo pareció no registrar la estocada y continuó con
su ataque: Ustedes se equivocan en el diagnóstico. Se quejan
de las declaraciones de algunos dirigentes de la Alianza, pero a los mercados
no les interesa lo que dicen los tipos que no tienen responsabilidad ejecutiva.
A ellos les importa lo que dice gente como ustedes. Ellos nos piden el
apoyo de ustedes.
Fue en ese momento que De la Rúa lo interrumpió, buscando
moderar el tono. Por favor, acá estamos para hablar. Reconozco
el esfuerzo que están haciendo y les pido el apoyo para dar una
señal importante a los mercados, dijo con voz firme. Entonces,
el cordobés José Manuel de la Sota pidió la palabra:
Señor Presidente, lo que voy a decirle sólo lo digo
acá. Pero debo ser claro a esta altura de la circunstancias. Usted
no nos puede pedir más a nosotros de lo que su propia gente está
dispuesta a dar. Usted fue elegido por el pueblo, debe decidir con quién
gobernar. La gente, discúlpeme, pero la gente no sabe si se gobierna
desde la avenida Santa Fe o de la Casa Rosada. Tras unos segundos,
De la Rúa le respondió: No, no. Desde luego que se
gobierna desde la Rosada.
Tras un breve silencio y una nueva ronda de café, Cavallo volvió
a hablar. Un poco más calmo, pidió a los gobernadores que
instruyeran a sus legisladores para que en el tiempo más
corto posible aprobaran tres proyectos de leyes. Los gobernadores
lo escuchaban, atónitos. Les dijo que necesitaba que el decreto
del ajuste se transforme en ley, luego les pidió que el Senado
termine de nombrar a los directivos de Banco Central, y por último
indicó que era muy importante que se modifique la ley que determina
los tiempos de liquidación del IVA por parte de las empresas. Poco
después, Cavallo se retiró ostensiblemente fastidiado sin
haber obtenido una respuesta a sus exigencias.
Entonces, tomó la posta fue Colombo. El jefe de ministros utilizó
un perfil más diplomático para conseguir el apoyo. Los gobernadores
insistían en que desde que De la Rúa asumió ellos
firmaron acuerdos, acompañaron leyes, pero que la Nación
no actuaba de la misma manera. Y resistían al nuevo respaldo pedido
en base a dos puntos: por un lado, el Gobierno le pide a la oposición
lo que no consigue de los partidos que integran la Alianza y, por otra
parte, continúa sin saldar las deudas pendientes con las provincias.
Esto obligó a que De la Rúa volviera a intervenir. Les recordó
que si bien hay alguna oposición interna, ya cuenta con el apoyo
del bloque de diputados radicales y del propio Alfonsín. Nada dijo
del Frepaso y mucho menos de las deudas reclamadas. Y, tras insistir con
la necesidad de dar una señal a los mercados, les dijo que el documento
por ellos redactado en nada se parecía a un apoyo. Entonces, el
pampeano Rubén Marín pidió unos minutos para conversar.
El quincho se dividió en dos. En una punta estaban los gobernadores,
en la otra De la Rúa y sus colaboradores sentados alrededor de
una pequeña mesa. Los minutos transcurrían y ante la falta
de novedades, Colombo se acercó para insistir con el apoyo. Le
cuestionaron la falta de información sobre el ajuste y él
les prometió dar a conocer más detalles y algunas otras
medidas hoy. Fue ahí que Ruckauf dijo: Entonces no tiene
sentido continuar con la reunión, buscó su sobretodo
y pidió salir por otra puerta para evitar a la prensa y la protesta
de Izquierda Unida. Colombo hizo un último intento y logró
arrancarles un encuentro para el domingo. Mientras esto ocurría,
afuera, el vocero del Gobierno, Juan Pablo Baylac, aseguraba que se
trató de una reunión constructiva en la que se dio un debate
franco entre argentinos responsables de provincias y de Nación.
Cavallo y Ruckauf no parecieron pensar lo mismo.
Un gesto de Bush
El presidente Fernando de la Rúa recibió ayer el
apoyo de su par norteamericano, George W. Bush, a las medidas económicas
de ajuste anunciadas por el Gobierno para alcanzar el déficit
cero. Fue un gesto fuerte, ya que el embajador de Estados Unidos
en la Argentina, James Walsh, se acercó personalmente a la
Quinta de Olivos para entregarle a De la Rúa una breve carta
del presidente norteamericano. Quería hacerle saber
que estoy siguiendo de cerca la situación de la economía
de la República Argentina. Leí con atención
la propuesta anunciada por ustedes ayer, comprometiéndose
a bajar el déficit fiscal. Les deseo éxito ante los
desafíos económicos y financieros que tiene por delante,
afirmó Bush en la carta que Walsh le entregó a De
la Rúa. El gesto es una muestra de la preocupación
internacional por la crisis argentina, que ya ha repercutido en
otros países. El canciller, Adalberto Rodríguez Giavarini,
explicó que durante la jornada De la Rúa recibió
el llamado del presidente de Chile, Ricardo Lagos, de México,
Vicente Fox, y que mantuvo comunicaciones permanentes con
Brasil.
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EL
GOBIERNO APUESTA A UN ACUERDO CONTRARRELOJ
El plazo expira el lunes
Por José
Natanson
A pesar del apoyo de Raúl
Alfonsín, del embajador norteamericano y de las negociaciones con
empresarios y banqueros, el Gobierno, anoche, no había logrado
solucionar la falta de consenso político que había puesto
en duda la viabilidad del ajuste anunciado el miércoles. El respaldo
de los gobernadores peronistas es la clave para que el recorte funcione:
aunque ayer el Gobierno no lo había conseguido, las negociaciones
continuarán durante el fin de semana. Hasta el lunes, cuando
se abran los mercados, tenemos tiempo, se consolaba ayer un integrante
del Gabinete.
Anoche, en Olivos, Domingo Cavallo fue in crescendo: le pidió a
los mandatarios peronistas un apoyo explícito al ajuste, les gritó
que tenían la responsabilidad de gobernar y se fue
enojado. Lejos de llegar a un acuerdo, los gobernadores prefirieron pasar
a un cuarto intermedio hasta mañana (ver nota central).
Las dificultades para forzar a los mandatarios justicialistas a un achicamiento
del gasto son obvias: hay cuestiones estructurales como la dependencia
del sector público que tienen muchas economías del interior
y otras más coyunturales la cercanía de las elecciones
que conspiran contra el objetivo oficial.
Sin embargo, a pesar del fracaso inicial y del durísimo documento
elaborado previamente, en la Rosada confiaban en que finalmente se llegará
a un acuerdo. Es una forma de presionar de entrada para negociar
algunos puntos: deudas inmediatas que tienen que saldar y no pueden, vencimientos
urgentes, explicaban.
Según decían, la situación es diferente en cada provincia.
No es lo mismo Río Negro, donde Pablo Verani ya hizo tres
ajustes, que Buenos Aires, que tiene un déficit tremendo,
contaban. Y, a propósito de Carlos Ruckauf, recordaban un estudio
elaborado por funcionarios del Gobierno: de acuerdo a aquel trabajo, para
equilibrar sus cuentas la administración bonaerense debería
recortar los sueldos un 20 por ciento, el doble que el Estado nacional.
Por eso en el Gobierno se mostraban confiados en que finalmente se llegará
a un consenso. Pese a algunas excepciones como Santa Cruz, La Pampa o
San Luis, la mayoría de las provincias adolece de problemas de
déficit y desfinanciación iguales o incluso peores
que los del Estado nacional. El objetivo no es sólo obtener un
apoyo discursivo de los gobernadores justicialistas sino forzarlos a que
hagan sus propios ajustes. Necesitan que las cosas se arreglen,
aseguraba anoche un ministro a Página/12. Y confiaba en que esta
situación los empujará a acompañar el recorte en
la reunión de mañana.
Será, en todo caso, un apoyo tardío, que sumará al
que Alfonsín alcanzó en la madrugada del viernes a De la
Rúa. En la Rosada anhelan que un consenso, por más débil
que sea, entre los partidos de la Alianza, un gesto de apoyo de los gobernadores
peronistas y una nueva actitud de los actores económicos, marcarán
un cambio de clima que repercutirá en los mercados el lunes. Esa
es la idea, pero ya pasó otras veces: hacemos todo lo que supone
que hay que hacer e igual no alcanza. Hay que ver qué pasa,
decía anoche, desencantado y exhausto, un funcionario en Olivos.
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