Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


CECILIA ROSSETTO PRESENTO “ROJO TANGO” EN EL FESTIVAL GREC 2001
Cuando el tango es local en Barcelona

La actriz y cantante, que vivió muchos años exiliada en España, disfrutó del cariño del público catalán, fascinado por su carisma y por la solidez de su quinteto. En el Grec también ganó adeptos incondicionales la obra �El fulgor argentino�.

Cecilia Rossetto descolló en el
Teatre Principal ante un público
que la conoce desde hace años.

Por Eduardo Fabregat
Desde Barcelona

Esta ciudad tiene una interminable lista de atracciones para el turista, que van de la playa a los increíbles edificios de Antoni Gaudí, de allí al Palacio de Montjuic o al Parque de la Ciutadella, o al imponente Camp Nou del Barcelona, donde las camisetas con el número 7 y el nombre Saviola vuelan de las estanterías. Los turistas pueden perderse algunos de estos puntos, pero difícilmente se vayan de Cataluña sin haber paseado a conciencia la Rambla, un paseo arbolado que va del Monumento a Colón (aquí la calle del bajo también se llama Paseo Colón) a la Plaza de Catalunya. Imperio de los bares y los buscavidas, la Rambla tiene una abigarrada colección de personajes entregando performances individuales que van de lo genial (un hombre con un sapo que “toca el piano”, un guitarrista slide que sabe lo que hace, una bailaora y hasta una pareja que baila el tango con Gardel de fondo) a lo que cualquier porteño definiría como “un robo”: advinadoras de la buena suerte, magos de mala muerte, simples sobrevivientes que hacen cualquier cosa por ganarse unas pelas, aunque no tengan ningún valor artístico.
En la rambla abundan las “estatuas” pintadas de pies a cabeza, algunas de ellas muy poco convincentes: soldados de la Segunda Guerra, faraones, un Drácula bien anémico, un tipo metido dentro de una heladera, un Chaplin más que avejentado con una marioneta de un solo hilo (y más de uno busca el delgado hilo que sostiene al hombre), otro con solo una túnica negra y una máscara de Scream. Por las noches en el lugar abundan las prostitutas subsaharianas, muchas de ellas menores de edad, cuya agresividad en la búsqueda de clientes hace que la buena sociedad barcelonesa esté poniendo el grito en el cielo. Pero en la rambla, también, brillan especialmente unos cartelones que adornan el Teatre Principal, de color tan furioso como el nombre del espectáculo: Rojo tango. Los dominios de Cecilia Rossetto en Barcelona.
La historia es más o menos conocida: la Rossetto siempre cantó tangos, pero comenzó a hacerlo públicamente con este espectáculo estrenado el año pasado, un recorrido tanguero altamente pasional que se apoya no solo en su voz sino también en un quinteto de lujo en el que luce Freddy Vaccarezza al piano. El resultado es que los catalanes... mueren. Debido a su exilio español, Rossetto juega aquí casi de local, pero no es eso lo que revienta el teatro todas las noches y produce ovaciones interminables: cuando la actriz y cantante se planta en su metro ochenta de estatura y ataca “Balada para mi muerte” (Piazzolla-Ferrer), el Principal se electriza y no vuela una mosca. Pero no es una noche de altas y bajas, porque hay momentos como “Packard” (Carlos de la Púa) o “Cuando me entrés a fallar” (Celedonio Flores) donde es más muñeca brava que nunca, o ese final que eriza la piel con “A un semejante”, de Eladia Blázquez.
El asombro de quienes pasan por el Grec 2001 decididos a un banquete de tango no se queda en el vozarrón y la soltura de escenario de la Rossetto. En Rojo tango hay momentos exclusivamente instrumentales en los que Vaccarezza, etcétera, etcétera, hacen caer las mandíbulas del público con la versión de “Adiós Nonino” o temas de Binelli como “Fueyazo” y “Preludio y candombe”. Tanto como para que Bernat, un catalán presente en la función de anoche, fijara una especie de duelo (que no es tal) al comentar “Hombre, yo he visto a la Varela y me gustó, pero esto está de putísima madre”, para luego asegurar que completaría el menú con la actuación de Susana Rinaldi, esta noche en el anfiteatro Grec.
Con semejante trilogía de voces arrabaleras, la sección Buenos Aires al Grec representó al tango con el poderío que esperaban tanto el director Borja Sitjà como la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, impulsora del intercambio junto a su par de la Nación y la Secretaría de Turismo. Pero en estos días hubo también una ceremonia argentinísima que marcó otro de los puntos altos del ciclo: el grupo Catalinas Sur viene impactando noche a noche a quienes se acercan a la sala Capmany del Mercat de las Flors y se encuentran con el despliegue y la pasión de El fulgor argentino. Más allá de cierta incomprensión de algunos detalles históricos –la esencia del espectáculo, que recorre instancias del país entre 1930 y 2030, hace que sea imposible pensar en una “adaptación”–, el público que ha leído que se trata de un grupo de vecinos del barrio de la Boca se encuentra con una formidable expresión teatral, y ni se detiene a pensar por qué, al final, sale agitándose detrás de la murga que termina copando esas callecitas de Montjuic. La combinación entre la recargada elegancia modernista de Barcelona y el más puro barrio porteño termina de redondear la fiesta.

 

La noche de los brasileños

La noche del miércoles marcó una de las mayores asistencias del Grec 2001. En el Poble Espanyol de Montjuic, Gilberto Gil y Milton Nascimento convocaron a más de 4 mil personas con una big band de nueve músicos y un repertorio que sacudió la tranquilidad del lugar. Si en la edición del año pasado el orgullo brasileño había pasado por sendos shows de Caetano Veloso y Daniela Mercury, esta vez los dos próceres compartieron escenario y liderazgo sin mayor conflicto. La lección de tropicalismo a cargo de dos expertos tuvo sus momentos más altos en “Sebastian” y “Duas sanfonas” (con el dúo sacándole lustre a sendos acordeones), pero incluso dio espacio a una inesperada versión de “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, un momento-Páez entre arengas brasileñas y una escenografía de monte español.

 

 

 

PRINCIPAL