Por Verónica
Abdala
La buena noticia es que este
año tanto los menores de 12 años como los colegios que hayan
solicitado previamente la visita y los jubilados acompañados por
menores no pagarán entrada a la Feria del Libro Infantil y Juvenil,
que abrirá sus puertas el lunes y funcionará hasta el 5
de agosto. Los menores de 12 ingresarán gratuitamente, por primera
vez, gracias a un acuerdo que firmaron la Secretaría de Educación
de la Ciudad, a cargo de la difusión de la Feria, y la Fundación
El Libro. La entrada de los adultos costará 5 pesos y la de los
docentes con tarjeta Pase maestro, 3 pesos. Como todos los
años, se espera que la Feria (que permanecerá abierta de
9 a 17, entre el 16 y el 20 de julio, y en el horario de 14 a 20 entre
el 21 de julio y el 5 de agosto) represente una de las alternativas más
atractivas y baratas, en un país ajustado de las vacaciones
de invierno.
La mala noticia es que la Feria parece achicarse: a la falta de imaginación
creciente que se hizo evidente en los últimos tres años
en los stands, se suma ahora la ausencia de grandes grupos editoriales,
como Emecé, Ediciones B, Kapelusz/Norma y Planeta. A eso debe sumarse
una reducción del espacio físico del predio de Figueroa
Alcorta y Pueyrredón, que tras achicarse un 20 por ciento el año
pasado, se concentrará este un 10 por ciento más. Para las
editoriales, la Feria es poco redituable en términos económicos.
Para los escritores de literatura infantil y juvenil, eso es una barrabasada.
Y así acaban de hacerlo saber en una carta abierta, dirigida a
las editoriales y a la opinión pública.
El documento que firmaron entre otros Silvia Schujer, Graciela Montes,
Ana María Shua, Pablo de Santis, Laura Devetach, Graciela Cabal,
Ricardo Mariño, Carlos Silveyra, Esteban Valentino y Ema Wolf
cuestiona, básicamente, la lógica según la cual se
descuida la formación de los chicos por cuestiones de caja.
Las editoriales, subraya, parece ignorar que el éxito que
conseguirán en un país culturalmente empobrecido es mucho
menor al que podrían llegar a tener en un país en el que
los libros fueran una necesidad reconocida.
Ciertamente, estamos indignados de que estos grupos, que deberían
se nuestros aliados, atiendan únicamente las motivaciones económicas.
Por eso decidimos hacer valer nuestros intereses como escritores y como
representantes del campo cultural, frente a los requerimientos económicos
a partir de la que se mueven las editoriales, puntualizó
Montes al ser consultada ayer por Página/12 sobre las sensaciones
que motorizaron el texto. El espacio de esta Feria es un espacio
ganado con mucho esfuerzo y que, estamos seguros, dará sus frutos
en el futuro, cuando estos chicos sean los adultos de la Argentina. Esta
es una causa de la que deberían ocuparse también el Estado
y, por sobre todo, la sociedad en su conjunto, ya que de ella depende
en parte la formación de nuestros chicos.
Las editoriales que no participarán de la Feria defienden su postura
con uñas y dientes. Nos parece insólito que nos acusen
de no querer participar de un evento que para nosotros, no sólo
no es ganancia, sino que directamente es pérdida, se defienden
en Planeta. En esta editorial, que sufre como todos la difícil
situación por la que atraviesa el país, se redujeron en
buena medida los presupuestos. ¿Por qué, en este marco participar
de una Feria como ésta, en la que se venden muy pocos libros?,
enfatiza Ignacio Iraola, en nombre de la editorial.
El editor de Norma, Antonio Santa Ana, explica que ninguna editorial está
dispuesta a perder plata. Es más lo que se pierde alquilando
un stand, empleando gente para que lo atienda, que lo que se vende, esa
es la razón principal que hace que nos quedemos afuera. No creemos
que deban juzgarnos por eso, porque no nos parece que participar de esta
Feria, que en términos internacionales es carísima, sea
la única forma posible de apoyar la cultura. Y por supuesto, tampoco
de hacer negocios. Decidimos no perder más plata, y aunque creemos
que el reclamo de los escritores esrelativamente válido, esta vez
no podemos apoyarlos. Hay algo más grave: si los costos de la Feria
no se modifican, no le vemos un futuro de largo aliento. El precio
del metro cuadrado de alquiler, que descendió de 200 a 120 pesos,
llegó a ser tan alto como el de la Feria de abril. En la Fundación
El Libro, entretanto, aseguran que no pueden bajar más los precios,
porque no cerrarían los números.
La Feria ofrece a los chicos la posibilidad de acercarse a libros de toda
clase y color y a autores de todas las épocas, lo que no es poco
en estos tiempos de pantalla, pero además los induce a participar
de un ámbito en que los juegos didácticos y los títeres
confluyen con los relatos orales, la pintura, el dibujo, la plástica,
la magia y el circo. Una serie de talleres, por otra parte, los invitan
a comprometerse con múltiples actividades creativas (cuentos, collage
y dibujo, ciencias, tela, Internet, literatura, mitos y leyendas, modelado
etc...).
No resignamos
un espacio
El siguiente es uno de los párrafos centrales de la carta
de los escritores a las editoriales y la opinión pública:
Los autores de literatura infantil y juvenil argentina (que creemos
en lo que hacemos y que nunca escatimamos esfuerzos para estar presentes
cuando las editoriales lo solicitaron) lamentamos enormemente que
una parte de nuestras obras no vayan a estar presentes en la Feria
por una cuestión de caja. Nos solidarizamos en cambio con
aquellos editores que a pesar de sus
cuentas hayan decidido hacerse presentes porque seguramente con
ellos, compartimos estas ideas: 1) Que la Feria del Libro Infantil
y Juvenil de Buenos Aires es un hecho cultural trascendente. 2)
Que la Feria del Libro Infantil y Juvenil es un lugar de encuentro
entre los libros y los miles de chicos que la visitan con su escuela,
y que en muchos casos no tendrían ninguna otra
oportunidad de acceder de manera tan directa y variada a los libros.
3) Que la Feria también es un lugar de encuentros y reuniones
entre los docentes de todo el país y entre los docentes y
los escritores que desde hace años recorremos las escuelas
públicas sin pensar en la economía. 4) Que con todas
sus actividades la Feria es una de las pocas alternativas a la cultura
de los videojuegos o de la televisión, que se propone a los
chicos. 5) Que, en definitiva, la Feria del libro Infantil y Juvenil
de Buenos Aires es un espacio cultural duramente conquistado a lo
largo de los años y que, perderlo, significaría resignar
otra línea de bandera.
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