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FEDERICO STORANI
“Acá no hay mercados, hay monopolios”

Desde afuera del Gobierno, el ex ministro del Interior ya habla de tomar distancia y unir a �sectores populares que planteen un abrupto cambio� en la economía�. Ve a De la Rúa como un prisionero, con cada vez menos poder real.

Por Luis Bruschtein

“No habrá negociación de las medidas, porque la voracidad de los mercados cada vez exige más”, señaló a Página/12 Federico Storani, quien subrayó que ante el agotamiento del modelo y la derechización del gobierno “habrá que tomar independencia para plantear la unidad de los sectores populares que formulen un cambio abrupto del esquema económico” que plantee “una forma de distribución de la renta que provoque la reactivación y reanalizar la situación de endeudamiento externo”.
–Los mercadólogos afirman que los indicadores económicos se han disparado porque dudan de que estas medidas tengan respaldo político...
–En general los que dicen eso son mercaderes. No hay mercados en la Argentina, los mercados son monopólicos. La Bolsa mueve valores de 20 millones de pesos que no son nada para el país y, sin embargo, marca el humor de una economía que por lo tanto es ficticia. Hay un manejo especulativo. Y existe una maniobra de sectores fundamentalistas para responsabilizar por la crisis a la política como actividad. Porque intentan sustituir las formas de hacer política. Quien sólo vea la coyuntura hará un análisis superficial. Se trata de un modelo en situación terminal. Argentina funcionó estos últimos años con inversión externa directa o con financiamiento crediticio externo que hoy ya no existen. No nos sucede sólo a nosotros. Brasil tiene un riesgo país de más de mil y con devaluación constante y la inversión bajó de 23 mil a once mil millones. Este fenómeno global determina la muerte del modelo y de una determinada concepción. Lo que hay son sólo los sacudones de quienes han tenido esta acumulación de ganancias rápidas, que ven a la política y a sus representantes como un obstáculo. Este planteo trata de cambiar la legitimidad democrática por otra no democrática, dada por nuevos actores de la política como gerentes de los intereses económicos.
–¿En este caso habrá negociaciones de las medidas para morigerar el impacto y lograr consenso?
–No, porque está demostrado que la voracidad de los mercados cada vez pide más. El primer día se quiso poner como cabeza de turco del sistema a Alfonsín. Todo dependía del apoyo de Alfonsín. Y ahora que tiene ese apoyo, la situación sigue igual. Desde fuera se ve técnicamente a la Argentina como que ya agotó su esquema y que tampoco hay fuertes señales políticas para sostenerlo, salvo que hubiera un cambio hacia una mayor concentración del poder con formas autoritarias, capaz de hacer cumplir los objetivos económicos. Y este camino no tiene consenso a nivel internacional.
–¿Y cuál sería la salida de esta situación aparentemente sin salida?
–Mi salida del Gobierno no fue sólo por las medidas de López Murphy, sino por la visión de que el gobierno surgido por el voto popular, por la legitimidad de la Alianza, había elegido una nueva alianza que hoy se visualiza más conservadora. La opción es acumular pero con los sectores populares. La Alianza se justificó históricamente porque impidió el hegemonismo menemista y garantizó la alternancia. Ahora, la etapa de construcción de una alternativa, como sinónimo de una transformación, es la gran asignatura pendiente. Este gobierno pasó a buscar una alianza claramente con el sector financiero. Y cualquier señal que dé a los mercaderes será insuficiente. Al Presidente lo van a convertir en un rey que reina pero no gobierna. Por lo tanto, si el gobierno no tiene voluntad, como parece, de recomponer la fuerza original y ampliarla sobre la base de un programa que profundice el avance hacia una alternativa, hay que tomar independencia y acumular para un nuevo proyecto.
–¿La construcción de una nueva alternativa política no implicaría sumarle una crisis política a la crisis económica?
–Sería la construcción de una alternativa que pueda sustentar un proyecto de cambio económico. Afuera hace más de tres meses quetécnicamente ven a la Argentina en default. Para ellos es una discusión vieja. Nuestra discusión debe ser cómo salir de este esquema, tiene que ver con qué tipo de distribución de la renta queremos para reactivar. La discusión monetarista es falsa. Lo que discuto es qué tipo de distribución se hace para que tenga un efecto fuertemente reactivador. Uno de los condicionantes más grandes que tiene la Argentina, su endeudamiento, tiene que ser reanalizado. No significa un planteo unilateral, pero sí decir: “estas son las posibilidades reales compatibles con el crecimiento que hagan posible honrar nuestros compromisos”.
–Aun en ese caso, por ejemplo, ¿no sería necesario el déficit cero?
–Cualquiera querría el menor posible. Pero, como se ha visto, la reducción del déficit no implica necesariamente una caída de las tasas de interés y a partir de allí una reactivación. Para la actual economía, que entra en su cuarto año de recesión cualquier gasto será alto. El gasto corriente del Estado disminuyó en todos los presupuestos menos en el 99, cuando Menem se pasó de mambo por la re-reelección. Significa entonces que cada vez se gasta menos y, sin embargo, cada vez es más insuficiente porque la economía no crece. Se requiere una amplia convocatoria para impulsar un nuevo proyecto.
–Para desarrollar esa propuesta habría que recuperar la credibilidad que se perdió estos años...
–Es cierto, por eso pongo énfasis en la construcción de una fuerza política muy amplia, no sectaria, de unidad de sectores populares, con base económica y social, que sea el andamiaje, el sustento, de un proyecto político distinto. A una alianza que permanece y tiene preeminencia, de la derecha, de los sectores conservadores, que muestran coherencia a pesar del cambio de administraciones, lo único que la puede enfrentar con éxito es la unidad de los sectores populares.
–El Frepaso y el radicalismo son parte del gobierno, esta propuesta generará confrontaciones y rupturas...
–La confrontación ya está. En el radicalismo hay una minoría pequeña que acompaña al Presidente, que apostó a una nueva alianza en la que Cavallo fue un primer ministro de hecho y después saltó a la escena. Pero la falta de diagnóstico correcto y el fracaso de la política en la orientación de la reactivación, le hizo perder crédito a él mismo, por lo tanto está buscando una alianza más dura todavía. El alineamiento del sector financiero con este esquema es claro, a pesar de que plantean mayor concentración de poder y eliminación de las formas democráticas. Esta es la tendencia hacia la que parece inclinarse el actual esquema de gobierno. Y la nuestra es la contraria: reformular el proyecto de la Alianza, porque es insuficiente ya, y plantear que la nueva etapa de cambio tiene que receptar nuevos protagonistas ya que existe un agotamiento evidente del modelo.
–¿Esto implicaría convocar a dirigentes que se dispersaron en estos dos años, como Chacho Alvarez, Elisa Carrió, Alfredo Bravo?
–Por eso señalé que han surgido nuevos protagonistas. Otros no han estado a la altura de las circunstancias. Si el día de mañana se diera la posibilidad de administrar el Estado habrá que hacerlo con un sustento muy fuerte. Cuando algunos hablan de que el Frepaso está debilitado, yo no lo creo. Están los que tuvieron que dar la cara con pocos recursos y muchas dificultades, como los intendentes del Gran Buenos Aires, Laborde, Sabatella, el mismo Ibarra que ha logrado mantener la Alianza, nuestros intendentes, el presidente del bloque de diputados que ha hecho un enorme esfuerzo y, por supuesto, otros sectores que también se han constituido en referentes morales como es Elisa Carrió.
–Entonces, ¿qué futuro les ve a estas medidas?
–Les veo pocas posibilidades. No queremos ser agoreros, por eso hemos tenido una actitud prudente, porque la estrategia del establishment fuetan alevosa como burda al salir con una ofensiva brutal a cargar la responsabilidad sobre la política. Decían que si no había apoyo nuestro, todo se iba al diablo. Y ahora que hay apoyo, igualmente tienen una situación muy compleja. Cavallo tuvo más apoyo que nadie. Se le votaron todas las leyes que pidió en el Parlamento. Si después de cuatro meses tiene este resultado, no es por falta de apoyo político.
–¿No ve en el llamado a la unidad nacional por parte del Gobierno la voluntad de un cambio?
–Le adjudico un porcentaje muy bajo porque no hay convicción política en reformularlo. Por supuesto que el primer paso es plantearle que recomponga también la alianza original, que la amplíe. Si llama a la unidad nacional, que le ponga contenido. Ya en la crisis de marzo, cuando se planteó la emergencia económica, se convocó a la unidad nacional. Yo la entiendo como un todo compuesto por distintas partes. Acá, una de estas partes, Cavallo, se constituyó en el todo.
–La crisis tiene tiempos mucho más cortos que los de la construcción de una nueva alternativa política ¿en el medio qué pasa?
–Sí y no, porque la crisis tiene una dinámica que también se come a las denominadas “opciones” políticas rápidamente. Hace tres meses y pico estaba la euforia cavallística de que éste era el trampolín a la presidencia. Incluso alguno de estos sectores del radicalismo también se declaró cavallista y hoy se están dando contra la pared.
–Ese desgaste incluye a Ruckauf...
–Por supuesto. Si no hacíamos un salvataje el viernes, capotaba el Banco Provincia. La situación de la provincia es caótica. La apuesta de Ruckauf era que estallara antes la Nación, en una situación que le permitiera llegar con camino asfaltado. Y eso ya no existe. Y era el principal candidato.
–En consecuencia, ¿piensa que las elecciones de octubre expresarán una realidad de mucho desgaste?
–En ese sentido sí, porque no se ve que alguien capitalice de manera consolidada. A la crisis de la oposición se le suma la crisis fuerte del oficialismo. Y las fuerzas que podrían surgir, tanto la alianza de la derecha consolidada en el Gobierno, que pudiera darse, y a su vez las fuerzas de unidad de los sectores populares, están recién en formación. Es evidente que de aquí a octubre habrá fuerte dispersión del voto, pero no hay nadie que capitalice de manera firme. Faltan muchos meses como para hacer predicciones. Pero ahora veo eso: gran dispersión y nadie capitaliza. Habrá que poner mucho esfuerzo para después de octubre, porque puede haber una crisis institucional. Si tantas veces se convocó a la unidad nacional, en este caso debería hacerse por lo menos con una propuesta de cinco puntos que signifiquen la transición hacia el cambio.

 

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