Por Raúl
Kollmann
La defensa del ex comisario
Juan José Ribelli tratará de probar que toda la acusación
en su contra se basa en el testimonio del armador de autos truchos Carlos
Telleldín y que ese testimonio fue comprado en 400.000 pesos pagados
por la SIDE o el juez Galeano. Lo intentarán probar, entre otras
cosas, con una escucha telefónica que está en la causa,
y en la que se escucha la siguiente conversación entre Telleldín
y su esposa Ana:
Telleldín: Mañana vas con Víctor (Stinfale,
el abogado de Telleldín).
Ana: Sí, ya arreglé.
Telleldín: Acordate que tiene que ser el banco Galicia, que
tiene sucursal en Uruguay. Ya le expliqué a Víctor, son
veinte mil para él, cuarenta mil para vos.
Ana: Sí, sí, no hablés tanto.
Telleldín: Y ciento cuarenta los mandás a Uruguay.
Según la defensa de Ribelli, esos 200.000 dólares fueron
el primero de los dos pagos que finalmente se depositaron en la sucursal
Montevideo de la Banca Nazionale del Lavoro, en la cuenta 68217.
Los fiscales Eamon Mullen, José Barbaccia y Alberto Nisman, junto
a los abogados de la AMIA y la DAIA, y los allegados a las víctimas
nucleados en la agrupación Familiares, sostienen que se trata sólo
de maniobras: Las pruebas son categóricas. Ribelli y los
demás policías bonaerenses tuvieron en su poder la camioneta
y demostraremos que además sabían que se iba a utilizar
para un atentado. El testimonio de Telleldín ni siquiera es decisivo
para la causa. Hay testigos, incluso de la propia agencia de Ribelli,
que lo vieron con la camioneta, y además presentaremos otros testigos,
sostiene Marta Nercellas, letrada de la DAIA.
Por su parte, el grupo Memoria Activa intentará mostrar que toda
la operación del atentado ya era conocida por la SIDE en los meses
previos a aquel 18 de julio y por ello, después, la central de
espías hizo lo imposible por desviar la pesquisa. Una de las pruebas
más sorprendentes que presentará Memoria es el testimonio
de Fabián Bustos, encargado del estacionamiento Sudeley, donde
se intentó dejar, el viernes anterior al atentado, la Trafic que
tres días más tarde se usó como coche bomba. Las
maniobras de la camioneta quedaron registradas en un video hay circuito
cerrado de seguridad, pero la SIDE ni siquiera pidió las
cintas para identificar al conductor del vehículo.
Estas son algunas de las estrategias centrales que se van a dirimir en
el juicio por un aspecto parcial del atentado contra la AMIA. A siete
años del ataque debe quedar claro que no se juzga, porque nada
se sabe de ellos, a los que consiguieron los explosivos, a los que armaron
la camioneta para hacer volar a la AMIA, a los que colaboraron con las
tareas de inteligencia, al grupo local seguramente islámico
que dio apoyo a la operación y, todavía mucho menos, al
que manejó la Trafic y la incrustó en el edificio de la
calle Pasteur, matando a 85 personas. Lo que sí se juzga es a un
armador de autos truchos, Carlos Telleldín, y a varios policías
bonaerenses por haberle suministrado, una semana antes de la explosión,
el vehículo que los terroristas usaron como coche bomba.
El Enano
Sin dudas, Carlos Telleldín será el personaje central del
juicio. En la causa declaró distintas cosas y dio versiones sucesivas
muy distintas de lo sucedido. Lo concreto es que el 10 de julio de 1994,
ocho días antes del atentado, al camioneta Trafic estaba en su
poder. El dijo primero que se lo vendió a un personaje misterioso,
con acento centroamericano y con documento falso a nombre de Ramón
Martínez. Después, cambió de versión: sostuvo
que los policías bonaerenses lo extorsionaban por sus negocios
turbios de armado de vehículos con partes robadas. En el marco
de esaextorsión a la que era sometido por Ribelli y compañía
la extorsión está muy probada les habría
entregado la Trafic como parte de pago.
¿Qué versión mantendrá Telleldín en
el juicio? No se sabe, pero quienes están cerca de El Enano, como
lo llaman a Telleldín, sostienen que mantendrá a toda costa
la versión de que les entregó la camioneta a los policías.
La idea es, trascartón, acogerse a la ley del arrepentido y pedir
una reducción de condena. Los allegados a Telleldín hacen
el siguiente cálculo: si lo condenan a cadena perpetua, equivale
a 25 años de cárcel, pero aplicando el dos por uno, Telleldín
que está preso desde 1994 ya tiene acumulado el equivalente
a 15 años de prisión, por lo que aspira a quedar libre con
la ley del arrepentido. Los querellantes dicen que no hay que ir tan rápido
y le auguran años en la cárcel.
Más allá de lo que diga o no diga El Enano, lo trascendental
igual serán las pruebas. No basta con lo que cuente, sino que los
fiscales, los querellantes y el propio Telleldín deberán
demostrar lo que pasó. Si le dio la camioneta a los policías,
habrá que sostenerlo con pruebas o testimonios sólidos.
Para los fiscales, la DAIA, la AMIA, Familiares y Memoria Activa, Telleldín
es una pieza clave de la trama y consideran que sabe bastante más
de lo que dice. El letrado de Memoria Activa, Alberto Zuppi, sostiene
que hay elementos de importancia que lo incriminan: El mismo día
del atentado, ya sabía qué se había hecho con la
camioneta de su propiedad. Además tenía los elásticos
reforzados para que no se notara la carga de explosivos y de la tierra
que se usó para direccionar la explosión. Son todas pruebas
contra Telleldín y siempre denunciamos que el juez Galeano se negó
sistemáticamente a meter presa a la esposa de Telleldín,
Ana Boragni, y al amigo de la pareja, Hugo Pérez, contra los que
también hay pruebas. Hasta nosotros tuvimos que hacer una presentación
para que no prescribiera la causa contra Telleldín.
La abogada de la DAIA, Marta Nercellas, insiste en que los dichos
de Telleldín sólo vinieron a completar la investigación
que el juez Galeano ya tenía en curso. En 1995 la DAIA denunció
la participación de policías y eso fue antes de la declaración
de Telleldín. Respecto de la participación del propio Telleldín
es evidente que armó una cantidad enorme de pruebas falsas y eso
lo hizo porque tuvo que ver con el atentado, o al menos con que sabía
que se iba a cometer con la camioneta un hecho equivalente. Mintió
reiteradamente, armó dos camionetas, una para desviar la atención,
y todavía no dijo de dónde sacó ni qué hizo
con la carrocería de la Trafic cuyo motor apareció entre
los escombros de la AMIA. O sea que diseñó, aún antes
del atentado, una trama para desviar la pesquisa. Eso demuestra que jugó
el papel de partícipe necesario.
Juancito
Una de las estrategias fundamentales de los abogados de Juan José
Ribelli es demostrar que acá se elaboró una historia
mentirosa señaló a este diario José María
Ubeira, defensor del ex comisario y armaron una causa para encubrir
todo y tapar la verdad. El Estado sabía muchos meses antes, lo
que se demuestra con los seguimientos que se estaban haciendo en el marco
de una causa que manejaba el juez Santamarina de Lomas de Zamora. Buscaron
un responsable y para ello le pagaron a Telleldín.
La prueba más novedosa que tiene Ribelli para demostrar que al
Enano le pagaron 400.000 pesos son una serie de escuchas entre Telleldín
y su esposa Ana. Esas escuchas están en la causa y ésta
es parte de la transcripción:
Llama al control Carlos Alberto Telleldín. Atiende en el control
Boragni:
Telleldín: Mañana voy a Tribunales, así
que cuando terminás con Víctor (Stinfale) nos vemos allá.
Ana: Sí, voy a ir después de que terminemos eso.
En esta parte se produce el diálogo en el que Telleldín
instruye a Boragni sobre la forma de distribuir los primeros 200.000 pesos
supuestamente pagados para que él declare en la causa. Después
sigue así:
Ana: Esta bien, mi amor. Vos decías que mañana
termina toda esta historia.
Telleldín: Por lo menos una parte. La otra parte va a ser
la semana que viene, pero también es la misma historia.
Ana: Ya hablaron con Víctor y ya arreglaron todo.
La escucha se completa con otra, el lado A, de la vuelta 0800, en la que
Ana habla con un tal Anietti, de la Banca Nazionale del Lavoro, en la
que se hace referencia a la cuenta que supuestamente abrió Ana
Boragni en Montevideo y en la que se depositó el pago por la declaración
de Telleldín. Es la cuenta 68217.
Toda esta evidencia también se relaciona con el famoso video en
el que aparecen el juez Juan José Galeano y Carlos Telleldín
negociando una cifra que se le pagaría al acusado por realizar
una especie de confesión y transcribirla en un libro. Hubo una
acusación judicial contra Galeano -fue sobreseído
y otra contra Ribelli, que supuestamente intentó extorsionar al
magistrado amenazándolo con hacer público el video. Todo
esto será también parte del juicio oral.
La cuestión del pago de 400.000 pesos a Telleldín deberá
ser evaluada por el Tribunal Oral y serán los jueces quienes determinen
qué peso tiene todo este manejo. La DAIA considera que aunque se
pruebe que a Telleldín le pagaron, la acusación contra los
policías no cambiará mucho porque se basa no sólo
en los dichos del Enano, sino en otras pruebas. Entre ellas se menciona
la declaración de dos empleados de Ribelli que habrían visto
a su patrón con la Trafic. También aparecen otras evidencias,
como escuchas telefónicas en las que el ex comisario se muestra
preocupado por la evolución de la causa AMIA y una aparición
extraña de Ribelli en el hotel Conti, justo en el momento en que
vivían allí investigadores del atentado. Para otros juristas,
si se comprueba que el juez o la SIDE le pagaron en forma clandestina
a Telleldín por su declaración, el caso sería gravísimo
y pondría en riesgo toda la prueba contra los policías.
Por último, el ex comisario tendrá que explicar un blanqueo
de 2.500.000 pesos realizado en época del atentado. Es una cifra
de gran envergadura: el juez cree que fue el pago por la cooperación
con el atentado, otros piensan que Ribelli era millonario por las extorsiones
y la increíble corrupción con la que se manejaba en la Bonaerense.
La filmación
En el juicio, Memoria Activa tratará de demostrar no sólo
la responsabilidad de Carlos Telleldín sino también que
el atentado estaba en conocimiento de la SIDE, que a la central de espías
se le escapó y que por lo tanto toda la investigación
posterior no estuvo orientada a averiguar quién puso la bomba sino
a encubrir el supuesto fracaso de la SIDE y el Estado argentino.
En esa línea de argumentación impresiona la foja 78065 del
expediente en la que aparece declarando Fabián Bustos, encargado
de Sudeley, el garage del sanatorio Otamendi Miroli. La playa está
ubicada a unos metros de Jet Parking, el estacionamiento en el que quedó
la Trafic entre el viernes 15 tres días antes del atentado
y el domingo 17 o lunes 18, en los momentos previos al ataque. Sucede
que hubo un intento de estacionar la Trafic en Sudeley y, asombrosamente,
Bustos sólo relata los hechos el 20 de junio de 2000, casi 6 años
después del atentado. Según el encargado, estuvo hablando
unos 10 minutos con el que manejaba la camioneta aquel viernes 15 de julio:
Tenía barba prolija, altura media y color de piel medianamente
oscura. Según su acento parecía extranjero, podría
ser árabe,turco, iraní o algo así. Finalizó
el diálogo tras entender el conductor que no era posible estacionar
la camioneta en el lugar porque no entraba por la altura.
Lo más grave es que Bustos relata que pocos días después
del atentado, agentes de la SIDE estuvieron en la playa de estacionamiento
y él les hizo el relato. Por entonces todavía estaban las
cintas de video en la que quedaban registrados todos los movimientos que
se producían en la playa. Sin embargo, la SIDE no se los llevó
y en la causa judicial no aparece ninguna referencia concreta a esa pista
en la que estuvieron cara a cara el playero y, supuestamente, el terrorista.
Los familiares agrupados en Memoria Activa también resaltan las
declaraciones del ex secretario de Galeano, Claudio Lifchitz, quien trazó
una pintura de distintas maniobras que se habrían hecho dentro
del juzgado: armado de testigos, adelantarles que foto debían señalar
antes de una prueba de identificación y nuevamente
la convicción de que la SIDE sabía del atentado antes de
que se produzca. Lifchitz será, según parece, un testigo
importante en el juicio.
El juicio
La mayoría de los observadores coincide en que el juicio toma
un aspecto muy parcial del atentado y que no estarán en el banquillo
los principales responsables del ataque. Sin embargo, también se
sugiere que en las audiencias orales puede haber enfrentamientos, choques
y es posible que aparezcan así lo anuncia Nercellas
varios testigos inesperados que probarían la participación
de los policías.
En principio, Telleldín tratará de acogerse a la ley del
arrepentido, Ribelli y los demás uniformados sostendrán
que no tuvieron nada que ver y que nunca tuvieron en su poder la camioneta,
los fiscales y querellantes los señalarán como cómplices
y Memoria Activa intentará demostrar que la pesquisa fue un armado.
Por ahora, la cita es en la segunda semana de septiembre y ante la mirada
del mundo entero.
Armando el juicio
Por R. K.
Según las últimas reuniones que mantuvo el Tribunal
Oral número 3 con los abogados, fiscales y querellantes,
el juicio por el caso AMIA se iniciaría en la segunda semana
de septiembre.
En esos diálogos
se evaluó que las audiencias podrían durar aproximadamente
un año.
Las sesiones de la primera
semana serán cuatro. En la segunda habrá tres y luego,
aparentemente, el modelo se repetiría: una semana de cuatro
sesiones, la siguiente de tres.
Todas las audiencias
se iniciarán a las 14.
El motivo del retraso
en el inicio está en que el tribunal debe decidir en estos
días cuáles de los 2.000 testigos pedidos serán
efectivamente llamados a declarar en el juicio oral. Además
hay algunas pruebas a realizar antes del inicio de las audiencias.
El Ministerio de Justicia
se mostró molesto porque se difundió la versión
de que el atraso se debe a que no está lista la sala de periodistas.
Si es necesario ponemos una carpa grande en el estacionamiento
de Tribunales para atender al periodismo .-unos 200 hombres de prensa
de todo el mundo, pero el atraso no se debe a eso, sino al
natural desarrollo de la tarea que está haciendo el tribunal.,
sostuvo Melchor Cruchaga, viceministro de Justicia.
El punto de mayor fricción
está referido a cómo quedarán registradas las
audiencias. El abogado de Telleldín, Víctor Stinfale,
quiere que se firmen actas. Los letrados de los policías
aceptan el sistema de la cinta de video como testigo de lo ocurrido.
Los letrados de Memoria Activa, Alberto Zuppi y Pablo Jacoby, creen
que debe asegurarse una versión taquigráfica de las
sesiones. La objeción es que los taquígrafos tienen
tarifas altas.
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