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QUE PIENSAN LOS ARGENTINOS SOBRE DERECHOS
SEXUALES, LOS ANTICONCEPTIVOS Y EL ABORTO

El gusto de los otros

El 91 por ciento de los argentinos
cree que los hospitales deben entregar anticonceptivos gratuitamente. Y el 62 por ciento, que los adolescentes deben recibirlos aun sin la presencia de los padres. El 37 por ciento está de acuerdo con el casamiento gay. Los datos surgen de la primera encuesta nacional sobre derechos sexuales y reproductivos.

Por Cristian Alarcón

Un país en el que todos los hospitales públicos y todas las obras sociales entreguen anticonceptivos gratuitamente. Esa es una de las convicciones del 91 por ciento de los Argentinos, un consenso tan alto que los especialistas lo señalan más que como una opinión, como una demanda hacia el Estado. Así lo determina la primera encuesta nacional sobre derechos sexuales y reproductivos, realizada en ciudades, pequeñas, medianas y grandes, a pedido del Instituto Social y Político de la Mujer. Así, dos de cada tres personas creen que los médicos deben dar información sobre anticoncepción a los adolescentes aun sin la presencia de los padres. Las cifras de la encuesta muestran también cierto cambio cultural, sobre todo en los jóvenes: más de la mitad de ellos está de acuerdo con el casamiento entre gays o lesbianas, un porcentaje que baja al 37 por ciento tomando todas las edades, y dos tercios admiten que la mujer puede tener relaciones sexuales “cuando quiera y con quien quiera”. Entre los datos sorprende que sólo uno de cada diez argentinos tenga sobre el aborto la misma opinión que la Iglesia Católica, o sea que no lo acepte en absolutamente ningún caso. De hecho, el 71 por ciento está de acuerdo con que no se castigue la interrupción del embarazo si peligra la salud de la mujer, el 65 si la mujer fue violada y el 45 si el feto es inviable, con lo cual se registra también en ese tema una distancia entre lo que piensa la sociedad y lo que hasta ahora indican las leyes.
El sondeo, realizado en 16 centros urbanos de todo el país por la encuestadora Mori, es el primero en su tipo debido al tamaño de la muestra y la representativo que ello hace a los resultados. Dos mil personas de todas las edades, sexos, niveles educativos y clases sociales fueron consultadas a lo largo del país en pequeños lugares como Roque Sáenz Peña, Rafaela, Luján, Junín, medianas ciudades como Río Cuarto, Paraná, Neuquén, Bahía Blanca, Salta, San Juan, Comodoro Rivadavia y urbes como la ciudad de Buenos Aires, el conurbano bonaerense, o Mendoza, Córdoba y Rosario. Así surgen de los números las diferencias que existen entre el pensamiento de los que habitan las ciudades medianas del interior “mucho menos progresistas cuando hablan de derechos sexuales” y los grandes centros urbanos, o la variación en todo el país cuando los que opinan son quienes tienen entre 18 y 24 años. “Los jóvenes son claramente el sector más progresista de la Argentina”, concluye después del estudio, María Braun, a cargo, por Mori, de la encuesta del ISPM.

No quiero concebir

El mayor nivel de consenso se da en torno de la distribución gratuita de anticonceptivos, nueve de cada diez argentinos lo consideran necesario. Ante la pregunta sobre el tema, sólo el 3 por ciento se mostró “nada de acuerdo” con lo que prevé la ley de salud reproductiva que ya logró media sanción en la Cámara de Diputados y que aún espera su tratamiento en la de Senadores. En el otro extremo de las opiniones, el 76 por ciento se mostró “muy de acuerdo”, mientras que el 15 está “bastante de acuerdo”. Cuando la pregunta apunta a las obras sociales las respuestas son casi similares. Ahora, qué diferencia hay entre un “muy” y un “bastante”. Para Braun esto indica no sólo un acuerdo sino un “alto nivel de demanda” hacia el Estado y las prestadoras de servicios de salud. “Se les exige un involucramiento en la posibilidad de la planificación familiar y que esto no quede librado a la buena voluntad de las personas”, sostiene.
Es justamente este consenso social el que desde el ISPM se intenta hacer comprender a los legisladores que aún no tratan la ley aprobada en diputados y que crea un programa nacional de salud reproductiva. “Como tantos otros temas de la vida cotidiana ignoran su existencia y que este es un tema de la política. Sería incomprensible que la continúen haciendooídos sordos a un nivel de consenso que no consigue casi ningún tema en este país sólo porque son permeables a los lobbies de los grupos de poder”, dispara María José Lubertino, presidenta del ISPM, una ONG dedicada al trabajo por los derechos de la mujer que pudo hacer el sondeo con los aportes de la Fundación Ford. El consenso del que habla Lubertino también se refleja en la opinión sobre el derecho de los adolescentes a recibir información sobre anticoncepción de los médicos sin la presencia de sus padres. El 62 por ciento de los encuestados no lo considera necesario, un porcentaje que crece en el caso de los jóvenes (75 por ciento) y de los más ricos (85 por ciento). Cuando se preguntó si la responsabilidad fundamental de cuidarse de un embarazo es de la mujer, el 28 por ciento estuvo de acuerdo. Pero en el caso del nivel socioeconómico más bajo esa respuesta subió al 39 por ciento. Para Braun esto no implica “una postura simplemente ideológica, sino razonable para un sector cuyo ejercicio de los derechos reproductivos y sexuales es mucho más difícil”.

Quiero hacerlo con quien quiera

Si hasta hace dos años las propias leyes sobre “delitos contra la honestidad” ni siquiera consideraban la posibilidad de que un marido pudiera forzar sexualmente a su esposa –y con la reforma del Código el vínculo marital no es considerado un agravante como en el resto de los delitos– “es significativo que el 84 por ciento de la sociedad considere que un marido obligue a su mujer a tener relaciones sexuales aunque ella no tenga ganas es una forma de violencia sexual”, en la visión de Diana Maffía, Defensora Adjunta del Pueblo de la ciudad. Esa misma cifra se mantiene en todos los niveles sociales, etarios y educativos y en ese sentido Maffía considera que la “opinión publica avanza respecto a lo que fue la discusión en el Congreso de la Nación cuando se hizo la reforma al Código Penal en el capítulo “delitos contra la integridad sexual”. Respecto a la libertad sexual de la mujer el acuerdo sobre su derecho a tener relaciones sexuales con quien quiera y donde quiera baja un tanto, pero continúa siendo positiva. Dos de cada tres argentinos admiten que eso es lo correcto, aunque esa medida sube o baja nuevamente según la escala social y la edad. Así, por ejemplo, solo el 46 por ciento de los y las mayores de 64 años admiten el sexo libre para ellas y sin embargo lo reconocen como una practica legítima el 78 por ciento de los jóvenes de entre 18 y 24.
Pero ni siquiera esa generación tiene una visión menos machista y discriminadora al considerar que “las mujeres son víctimas de agresión sexual porque tienen una actitud provocativa”. Esa es la respuesta del 50 por ciento de los consultados y del 51 de las mujeres en todo el país, con leves diferencias según las ciudades. Esta contradicción entre un reconocimiento de derechos y la persistencia de un prejuicio arcaico muestran, para María Braun, “una mirada hacia la sexualidad femenina como hacia algo peligroso o provocador”. “Es un prejuicio que ha sido reforzado desde distintos lugares, desde una mujer que va a hacer una denuncia por violación y le preguntan qué ropa llevaba puesta hasta los jueces que consideran la actitud de la víctima o los defensores de violadores que investigan el pasado sexual de la mujer. Está acentuado además en los procesos de socialización, y por ello no hay diferencia entre los sexos cuando contestan”, apunta Maffía.

Despenalizar el aborto

“Hay un cambio importante en el caso del aborto que marca una actitud despenalizadora, con algunos resguardos de tipo moral, pero que avanza sobre lo que se supone un consenso en contra”, define sobre la lectura de los números Dora Barrancos, directora del Instituto Interdisciplinario de Género de la UBA. Los encuestados fueron puestos ante varias alternativasen cuanto a la interrupción del embarazo y la pertinencia de un castigo por ese motivo. Así, siete de cada diez no creen que las mujeres que abortan porque su salud esta en peligro deban ir a la cárcel, y un 65 por ciento tampoco considera que deban ser sometidas a castigo aquellas que fueron violadas. También registra un importante acuerdo la despenalización del aborto si durante el embarazo se detecta que el feto es inviable, como en el caso de la anencefalia: el 45 por ciento lo aprueba y esa cifra sube entre los habitantes de la capital y el Gran Buenos Aires al 47, mientras que de las personas de entre 35 y 49 años lo avalan cinco de cada diez, de las de entre 50 y 64, el 53 por ciento. Las cifras, aunque no son mayorías absolutas, no son menores si se tiene en cuenta la reticencia del gobierno, de la justicia y de la corporación médica a que se facilite la interrupción del embarazo a las mujeres que deben atravesar esa experiencia, tal como esta semana el juez en lo contencioso administrativo Roberto Gallardo reclamó con duros términos en un fallo.
Lo cierto es también que donde menos adhesión hacia la desincriminación del aborto se manifiesta es en el caso de que sea solo el deseo de la mujer el que deba ser respetado. Ahí es para un 29 por ciento, sumando a quienes considera que la mujer puede abortar en cualquiera de los casos planteados, el 8 por ciento, y aquellos que creen que puede hacerlo porque no desea llevar adelante el embarazo, el 21 por ciento. Juntos a estas opiniones está la del 20 por ciento que acepta que no se castigue en caso de que la familia no tuviera las condiciones económicas adecuadas. “La posibilidad de pensar el derecho al aborto como ejercicio de la autonomía de las mujeres es registrado con algún grado de aceptación en los sectores con más alto nivel de escolaridad y urbanización –señala la socióloga feminista María Alicia Gutiérrez, del CEDES, Centro de Estudios de Estado y Sociedad–. Gutiérrez remarca dos aspectos de la encuesta: por un lado que “existe una disposición no sólo a hacer cumplir las excepciones del Código Penal –peligro de vida de la madre, y si el embarazo proviene de una violación sobre una mujer idiota o demente– sino que se amplíen las mismas” y por otro que “no se registra que se trata del cuerpo de las mujeres, de sus decisiones, del ejercicio ciudadano y democrático de sus derechos, en definitiva de una propuesta emancipatoria”
Con el ojo en que la despenalización del aborto es avalada en casos no contemplados por la ley y no lo es tanto cuando se trata del deseo de la mujer, desde el punto de vista de Barranco la encuesta “presenta un marco de aceptación del aborto tal vez conservador, pero altamente legitimante”. De hecho sólo el 9 por ciento de la sociedad se manifiesta en contra de despenalizar sea cual fuere la situación que atraviesa la embarazada, aun sin contemplar lo que ley prevé, tal como en el planteo de la iglesia. Para la directora del Instituto de Género esto significa que “nuestra sociedad muestra mayor capacidad para comprender nociones fundamentales sobre sus propios derechos”. Este martes los resultados del sondeo serán presentados, ante ONG, y legisladores nacionales y de la ciudad en el Senado, el mismo lugar en el que deberá tratarse la ley de salud reproductiva que tanta resistencia genera en los minúsculos grupos de militantes conservadores, cuyas exponentes pro familia han militado por frenar las leyes yendo contra la corriente que muestran ahora las encuestas, ese fetiche de los políticos argentinos que en este caso revela la importancia de la libertad de otras elecciones.

 


 

EL 37 POR CIENTO APRUEBA EL CASAMIENTO
La unión gay en el debate

Por C. A.

¿Las parejas de lesbianas o las parejas de gays podrían casarse en la Argentina? ¿Podría darse en estas pampas una de esas escenas de besos y arroz en la puerta de un registro civil de Cataluña o de Holanda? Pues más allá de la cantidad de parejas homosexuales que estarían dispuestas a la aventura, un número que la encuesta no registra, los argentinos se acercan a posiciones más tolerantes con los derechos sexuales de las minorías. Si se toman sólo las opiniones “bastante de acuerdo” y “muy de acuerdo” el 37 por ciento aprueba la unión civil entre homosexuales. Pero esa posición crece al 51 por ciento si se incluye a los que adhieren sin tanta fuerza, un 14 por ciento que se muestra “poco de acuerdo” aunque no irremediablemente en contra.
“Una encuesta no describe un objeto y en ese sentido la manera de observar estos datos no es como si fuera un mapa del deber ser en la Argentina, sino como un mapa de tensiones existentes”, plantea Flavio Rapisardi, coordinador del Area de Estudios Queer de la UBA. Para Rapisardi, autor de Fiestas, Baños y Exilios, los gays porteños bajo la última dictadura, un ensayo a punto de ser publicado sobre la vida cotidiana de los homosexuales en tiempos aún más difíciles que éstos,
los datos confirman “desde el punto de vista histórico, un progreso de la opinión pública frente al tema a partir del planteamiento mismo de la cuestión”. Mucho más si se tiene en cuenta las diferencias que muestran más tolerantes a los jóvenes, una situación auspiciosa que refleja los cambios culturales de los últimos 15 años.
Como si el nivel de progresismo fuera directamente proporcional a la edad los numeros indican que sólo el 24 por ciento de los mayores de 64 años avalan el casamiento. Y ese porcentaje crece hasta el 41 por ciento en los jóvenes de 25 a 34, y al 53 por ciento en los de 18 a 24.
También varía con las generaciones el nivel de acuerdo con la adopción de niños por parte de parejas gays o lesbianas. Pero en este caso sólo el 26 por ciento de los consultados en todo el país creen que deberían poder adoptar. En los más jóvenes la cifra se extiende a casi cuatro de cada diez. Es en el Gran Buenos Aires y entre los de menores recursos donde se llega a un acuerdo que supera el 30 por ciento en torno a la adopción. En esta encuesta, sostiene Dora Barranco, del Instituto de Estudios de Género de la UBA, hay “ideas contradictorias, es cierto –qué porción de la vida no lo es– pero reveladoras del avance general de la sociedad argentina en dimensiones en las que no ha exhibido, precisamente, concepciones abiertas y mucho menos libertarias”.

 

Sí a la educación sexual

La mayoría de los argentinos quiere aprendizajes para poder prevenir el VIH o los embarazos en los jóvenes. No tantos son los que quieren educarse para “obtener placer en las relaciones sexuales”. Así lo indican las respuestas a las preguntas sobre qué temas debe incluir una buena educación sexual para adolescentes. Cuando se trata de la prevención del VIH, el 98 por ciento está de acuerdo. Si es el uso de anticonceptivos, el 93 por ciento. En cambio, 56 de cada cien encuestados consideran que debe haber enseñanza sobre cómo sentir mejor.
La cuestión del placer registra sus variantes si se observan las opiniones según niveles educativos y economicosociales. Por ejemplo, el 63 por ciento de quienes tienen estudios terciarios o universitarios completos consideran que los adolescentes deben aprender cómo gozar. Es diferente la opinión por clases sociales: los más progresistas al respecto son los que menos ingresos tienen y en el otro extremo los ABC1. Seis de cada diez personas de bajos recursos creen que sí debe incluirse en la educación sexual. Y casi siete de cada diez ricos opinan lo mismo. Los más conservadores son los de las capas medias, uno de cada dos opina que sí, y el resto se refugia en el no sabe no contesta.

 

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