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COMO CAMBIARON CHILE Y LA JUSTICIA EN 33 MESES
Lo que queda del Caso Pinochet

La Justicia chilena
sobreseyó esta semana a Pinochet alegando �demencia moderada�. Pero el aparente cierre de la saga iniciada con el arresto del ex dictador en Londres en octubre de 1998 tiene como contrapartida un proceso de cambio político desde los tiempos de la impunidad absoluta.
Botones con la efigie del ex dictador chileno expuestos para su venta
por sus partidarios, ayer.


Por Pablo Rodríguez

Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. El refrán funcionó como máxima aquella semana de octubre de 1998 en la que el juez español Baltasar Garzón, luego de mucho tiempo de llevar adelante un juicio contra varios genocidas latinoamericanos, decidió librar una orden de arresto de improbable resultado contra Augusto Pinochet, internado en una clínica privada londinense. Y el refrán-máxima volvió a funcionar en sentido inverso y con el actor contrario: de tanto “enfermarse”, en Londres, en Santiago y donde fuera, el ex dictador chileno fue zafando de los procesos judiciales hasta el lunes pasado, cuando fue sobreseído “temporalmente” del juicio por los crímenes de la Caravana de la Muerte. La historia judicial no terminó definitivamente, pero las presiones políticas hicieron que quizás nunca más levante cabeza. Entonces, la pregunta que queda por hacerse es: ¿cuánto cambió Chile con el caso Pinochet?
Cuánto iba a cambiar Chile luego de que el 16 de octubre de 1998 Pinochet fuera detenido por la Interpol en la clínica londinense llamada sin eufemismos The Clinic: esta es la pregunta que se fue gestando en tres años y que acosaba cada vez que salía un fallo a favor o en contra de Pinochet, en Londres, en Madrid o en Santiago: la cantidad de pronunciamientos judiciales por un caso tan político fue tan grande (se podría decir, a una tasa de cuatro fallos por año) que la pregunta se hizo gigante y quizás se pueda empezar a responder sólo ahora. Es que Pinochet ha sido el punto central de la política chilena no sólo durante los 17 años de su dictadura, sino en los diez de la llamada “transición chilena a la democracia”. O sea: Chile aún no es una democracia plena.
Pasando de lo general a lo particular, cabría identificar las presiones políticas que llevaron a la decisión judicial del lunes. La relación de fuerzas entre la derecha en sus tres versiones (las fuerzas armadas, los partidos pinochetistas y las grandes empresas del país), el gobierno, y las organizaciones de derechos humanos y el Partido Comunista chileno, parecía favorecer más la continuación de la vía judicial que la solución política. El tema había bajado su presencia mediática, las fuerzas armadas no hacían más aspavientos, la Unión Demócrata Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN) parecían resignados. En cualquier otro momento (por ejemplo, cuando el juez Juan Guzmán dictó por primera vez el procesamiento contra Pinochet, el 1 de diciembre de 2000), el sobreseimiento del ex dictador parecía más probable que el lunes.
Y sin embargo, del mismo contexto, Marta Lagos, titular de la empresa encuestadora internacional MORI, saca otra conclusión. “Aquí todo se ha hecho de una manera muy inteligente. Hasta la cuestión del fichaje de Pinochet (que estalló hace tres meses), el proceso judicial era transparente a la opinión pública. Después, se hizo opaco. Y luego, los medios de comunicación bajaron notoriamente el tema. No creo que se puedan identificar con nombre y apellido las presiones; seguramente, no se tratan de personajes de primera línea. Pero allí, cuando la visibilidad del tema era nula, las presiones se agrandaron. El círculo cierra: un sobreseimiento cuando el caso Pinochet estaba en su auge hubiera significado un millón de personas en la calle. Con política de silenciamiento de por medio, no hay tanto problema”.
La conclusión para Marta Lagos es que la derecha chilena, una vez más, se salió con la suya: “instaló la cuestión de que había que juzgarlo en Chile y así lo sacaron de Gran Bretaña. Luego instaló cuán divisorio iba a ser juzgarlo en su país, pero bueno, que la justicia siga su curso. Y este es el curso que siguió la Justicia. ¿No cierra todo perfectamente?”.
Sí, pero se puede ver el lado lleno del vaso. “A pesar de todas las aprensiones, Pinochet no regresó a Chile para burlarse de la justicia europea: fue desaforado (se le quitó los fueros de senador vitalicio), sometido a proceso y ha estado al borde de una condena”, dice Ascanio Cavallo, coautor de la historia más conocida de la dictadura chilena, Lahistoria secreta del régimen militar y ex director del famoso diario La Epoca. Lo mismo dice Juan Bustos, uno de los abogados querellantes y actual diputado por el Partido Socialista (PS). “Lo que esta resolución no puede borrar es el hecho de que Pinochet está desaforado y que ha quedado procesado como encubridor de crímenes contra la humanidad”.
Como en las cuestiones económicas, una de las maneras de ponderar las políticas es ver quién gana y quién pierde, o qué transacción hubo entre ganadores y perdedores. “Yo creo que, de todas maneras, la derecha sale perjudicada en el corto plazo, esto es, en las elecciones parlamentarias próximas (en octubre). Para ser proyecto político, el principal problema de la derecha sigue siendo Pinochet, y eso lo aclaró muy bien Joaquín Lavín (líder de la derecha, actual alcalde de Santiago). Pero la derecha demostró cuán difícil es escapar de la tutela de quien fuera el gran exponente de su proyecto de país”. Entonces, ¿ganó el gobierno? “Sí, en la coyuntura inmediata. Pero le ha hecho un gran daño al alma nacional, porque jamás se va a saber la verdad completa. ¿Qué van a decir los libros de historia sobre este período?”, se pregunta Marta Lagos. Será visto como “un responsable de atroces violaciones a los derechos humanos”, responde, optimista, Bustos. Para Cavallo, Pinochet “ve prolongarse el ya extenso ocaso político que ha estado viviendo desde que dejó la Comandancia del Ejército”, en 1998, y eso tendrá consecuencias para el futuro de Chile.
¿Qué consecuencias? Se sabe que el programa de la Concertación bajo el actual gobierno de Ricardo Lagos contempla la reforma de la Constitución pinochetista de 1980 y el fin de “la transición” como uno de sus puntos principales: no más sistema electoral armado para la derecha, no más Fuerzas Armadas como “tutela” del país, no más senadores designados y vitalicios, etc. Se sabe, además, que hay conversaciones con la derecha respecto de este tema. ¿Y si el caso Pinochet entró en la transacción? “No. Primero, porque la derecha jamás cumple lo que promete y basta con analizar la historia chilena del siglo XX para darse cuenta de que a las palabras se las lleva el viento. Ojalá, la verdad, que la contraparte del cierre del caso Pinochet hubiese sido el fin de la transición”.
El caso Pinochet, hay que decirlo, no está definitivamente cerrado. Anteayer, los abogados querellantes presentaron un recurso de queja contra los jueces de la Sexta Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago que sobreseyeron al ex dictador, y otro recurso de casación, o de forma, respecto a ciertas contradicciones en el fundamento del fallo. Por otra parte, el Consejo de Defensa del Estado chileno (CDE), que fue querellante durante la mayor parte del proceso en Chile, pidió que se impugne el fallo por dos razones: el sobreseimiento temporal de la causa debe aplicarse al final del proceso y no cuando aún quedan diligencias pendientes; y la ilegalidad de aplicar para Pinochet algunas normas del nuevo Código Procesal Penal, que sólo rige para las regiones de Coquimbo y de Araucania, muy lejos de la capital Santiago. En este sentido, abogados de la Corporación chilena de Asistencia Judicial pidieron anteayer que se apliquen a cerca de cien casos de delitos comunes las mismas normas del nuevo Código Procesal Penal que fueron aplicadas para Pinochet. El mismo Defensor Público Nacional, Alex Carocca, cuestionó la legalidad del fallo.
Son pequeños resquicios legales que, habida cuenta de los vericuetos improbables del caso, podrían funcionar. El fallo como tal es inapelable y es casi imposible que la Sexta Sala revoque su propio fallo (algo que, sin embargo, pasó en diciembre pasado con otra sala de la Corte de Apelaciones), por lo que sólo el recurso de queja, que deberá ser resuelto por la Segunda Sala Penal de la Corte Suprema, podría funcionar. De no ser así, está claro que algo pasó en Chile. Y que algo cambió, aunque no se sabe exactamente qué. Si Pinochet será un asesino para los chilenos pero a la vez su país sigue bajo el régimen de “democracia tutelada por derecha”, habrá que recordar los triunfos de un general romano llamado Pirro.

 

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