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OPINION

Por Martín Granovsky

El salario del miedo

Fernando de la Rúa resolvió hacer una demostración de poder, sin poder. No le responden el Senado, ni la mayoría de las provincias, ni las tres centrales sindicales, ni su partido, ni sus socios frepasistas, ni los industriales. Solo tiene a favor el salario del miedo. Como Yves Montand en una vieja película, transporta tambores de nitroglicerina por caminos accidentados y nadie quiere chocarlo porque –asumen todos–, el establishment financiero hará tronar el escarmiento.
La prueba de que el único consenso es el del terror –y por lo tanto deja de ser consenso para convertirse en coacción– la dieron los políticos de la Alianza con su prudencia de domingo. En su discurso de mercado, el Presidente criticó sin nombrarlo a Carlos Menem (“Los que vendieron todo”, dijo, con lo cual incluyó también, quién sabe si a propósito, a Domingo Cavallo), a los sindicalistas que no pararon antes y amenazan con parar ahora y, lo más novedoso, a Raúl Alfonsín. A él estuvo dirigida una frase sobre los que devaluaron.
Este diario pudo saber que el presidente del radicalismo dijo haberse sorprendido no solo de la mención sino del límite personal que, en su opinión, De la Rúa no dudó en pasar. En privado Alfonsín recordó el árbol genealógico de De la Rúa sin ninguna simpatía, pero por la nitroglicerina él tampoco explotó anoche en público.
En cuanto a los frepasistas, Juan Pablo Cafiero insistió en hablar de los fondos sociales. Faltó en la tarima, con los gobernadores de la Alianza, Aníbal Ibarra. El tercer referente del Frepaso, Darío Alessandro, ni siquiera estuvo entre los funcionarios de campera que ocuparon la platea en Olivos. A ellos también la nitroglicerina los obligó a una noche discreta, que no tiene por qué repetirse hoy.
El análisis provisorio de los dirigentes políticos de la Alianza marginados por De la Rúa era éste:
- El Presidente quiso jugar sin ellos para dar una señal de nitidez y de que no recibe presiones de la UCR y el Frepaso.
- La apuesta oficial apunta a que el pánico, combinado con el fondo para las provincias, enrole a los gobernadores peronistas.
- El Gobierno improvisa, sin números ni planes serios. Un ejemplo: ¿por qué ahora quedan excluidos del recorte los jubilados que perciben menos de 300 pesos cuando la semana pasada Cavallo decía que el déficit cero se podía lograr solo con un recorte horizontal y masivo?
- El déficit cero es solo un slogan acomodable para justificar una rebaja del gasto público mayor a la ideada por Ricardo López Murphy.
El Gobierno se quedó sin sustento político propio y no está claro si puede conseguir el apoyo ajeno. Así, en cualquier momento De la Rúa podría dejar de ser Yves Montand para convertirse en el flautista de Hamelin.


 

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