Nadie
sabrá nunca cuánto lograron importunar a Domingo Cavallo,
pero sin dudas lograron trastrocar la boda y hacerse oír. El sábado
a la noche, después de manifestar frente a la Parroquia del Pilar
durante el casamiento de Sonita, la hija del ministro, los trabajadores
de Aerolíneas Argentinas llevaron su protesta a las puertas del
Hotel Alvear, donde se hizo la fiesta y cambiaron el paisaje y la calma
de La Recoleta. La policía cubrió la vereda de vallas y
efectivos; la custodia presidencial consideró prudente que Fernando
de la Rúa ingresara por una puerta lateral; Cavallo lo hizo con
el auto cubierto de restos de huevos y calcomanías de la línea
aérea. Los famosos que encararon por la puerta principal y se detuvieron
para ser entrevistados por la televisión terminaron discutiendo
sobre el ajuste, en vivo y en directo, con los manifestantes.
Mientras adentro el ministro festeja, en esta misma avenida hay
gente que duerme en la calle y se
tiene que proteger del frío con cartones, señaló
en uno de esos debates imprevistos una mujer de trajecito, que bien podía
ser una empleada de Aerolíneas, o del Anses (que se sumó
a la protesta), o nada más que una vecina. Ese fue el tenor de
las críticas que se escucharon en el lugar hasta las dos de la
mañana. La fiesta duró un poco más, hasta pasadas
las cuatro.
En los salones de la planta baja del hotel que supo ser un símbolo
del menemismo hubo 300 invitados. Se vio al embajador norteamericano James
Walsh y a Amalita Fortabat, a funcionarios de Gobierno como el canciller
Adalberto Rodríguez Giavarini y a figuras de la farándula.
El modisto Gino Bogani (que diseñó el vestido de la novia),
Hugo Moser y el peluquero Roberto Giordano se cruzaron con Eduardo Escassany
y viejas figuras del PJ, como Italo Luder. De la Rúa llegó
a las once de la noche. Lo recibieron con un aplauso.
El Presidente y su mujer Inés Pertiné tuvieron un lugar
especial en la mesa de los novios, pero pasaron como un suspiro. Felicitaron
a los padres de Daniel Fitzgeral Rundee, el flamante yerno de Cavallo,
charlaron con el ministro y con Sonia y se marcharon 40 minutos más
tarde y sin probar la cena.
Después
llegó la música. El novio, acompañado por una banda,
cantó A mi manera y Te llevo bajo la piel,
al mejor estilo Sinatra. Dicen que no hubo que explicarle nada
en relación al accidentado casamiento porque vive en el país
hace cerca de un año. Pero es un punto opinable, ya que apenas
terminó la boda, el joven Runde, tal vez desinformado, salió
al atrio y saludó con su mano izquierda a los manifestantes, desde
donde partieron los primeros proyectiles. Cavallo, que enfrentó
insultos al llegar, no usó el celular compulsivamente, bailó
chamamé y se sacudió al ritmo del tema Sobreviviré.
Pero no se quedó hasta el final. Dejó la fiesta a las tres
y media, cuando en la calle ya no quedaban manifestantes.
|