Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


Cinco vistas de la crisis

Varias visiones, un acuerdo: la crisis actual no es cosa de este presidente y su ministro, es el agotamiento de un modelo. Visiones desde la sociología, la política y la economía.

Por Jose Nun.
25 años sin crecer

Hace más de 25 años que se instaló en el país la lógica económica del neoliberalismo, con una fiereza desconocida en otros lugares. Resultado: desde 1974 hasta hoy la Argentina no creció nada. Eso sí: la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen se amplió a más del doble. Los ejecutivos de las grandes empresas ganan tanto o más que sus colegas europeos y sólo un poquito menos que los de Estados Unidos. La participación de los asalariados en el ingreso cayó a bastante menos del 35 por ciento, la tasa real de desocupación supera el 20 por ciento, la mitad de la fuerza de trabajo o no tiene empleo o trabaja en negro, casi un 40 por ciento de la población está por debajo de la línea de pobreza y la deuda externa es la mayor de América latina. Sin embargo, los responsables de este desastre siguen en el poder y continúan proponiendo ajustes salvadores a costa del pueblo. ¿Fin de las ideologías? Dudo que haya ideólogos más acérrimos que los del supuesto “pensamiento único”. ¿Que es un anacronismo hablar de lucha de clases? Resulta difícil encontrar en el mundo ejemplos tan descarnados de dominación de clase como el que desde hace años padecemos aquí. Y digo descarnado porque la peor forma de dominación de clase es la que se concentra en la defensa de los propios intereses sin ofrecer siquiera la apariencia de un proyecto común que beneficie al conjunto de la sociedad. Salvo, claro, que uno crea en el cuento del círculo virtuoso, ese según el cual si eliminamos el déficit y baja el riesgo país, los inversores se van a sacar los ojos para venir a hacernos felices. Aparte de su pobreza imaginativa, sabemos ahora que este cuento no funcionó así en ninguna parte. Decía Ionesco que si uno toma un círculo y lo acaricia, el círculo se vuelve vicioso. El de la ortodoxia neoliberal vernácula hace rato que se volvió irrecuperablemente vicioso. Argentina necesita con urgencia un shock de demanda a través de una redistribución progresiva de la riqueza y del ingreso, dejando que paguen los platos rotos quienes tan buenos negocios hicieron con ellos. Lo demás es retórica. O neoliberalismo.


Horacio Rodriguez Larreta *.
Lo que sobra y lo que falta en la Argentina

No quisiera que quede ninguna duda al respecto: soy decidido partidario de una reforma dramática del costo político. También lo soy de amputar sus tentáculos de clientelismo y corrupción. Más aún, soy partidario de formas cada vez más avanzadas de democracia directa que encojan la distancia entre el ciudadano y las decisiones que afectan su vida cotidiana.
En ese sentido, y en los últimos tiempos, se ha esparcido la noción -casi como un tic– de afirmar con indignación que en la Argentina sobran los políticos. Lo cual es cierto si se lo mide contra el espectáculo de un país que exhibe una precariedad generalizada en todos los órdenes. Y es cierto, pero solamente si se refiere a los políticos, cuando son remunerados por el Estado, o sea, por nosotros mismos. Ya que sería un desatino decir que hay demasiadas vocaciones por las cosas públicas o que, peor aún, “sobra democracia”. Reitero que es a partir de esta Argentina postrada de hoy, achicada en todo desde hace tiempo, que todo corre el riesgo de ser percibido como excesivo. Y así, como las deformaciones de la política deben ser eliminadas, más por razones éticas que económicas, debemos tener gran cuidado de no reducir nuestra óptica al fatalismo de un país postrado para siempre. Porque si así fuera estaríamos condenados a pensar que así como está ahora la Argentina, muchas otras cosas sobran además de la hipertrofia política. Podemos llegar a pensar que en esta Argentina aplastada sobran, por ejemplo, buena parte de las provincias y buena parte de los municipios. Se puede considerar que para esta Argentina pequeña sobran universidades, colegios y, tal vez, escuelas.
Se llega a especular –y se hace con una xenofobia sin rubor– que sobran miles de inmigrantes. Y que para los que estamos en esta Argentina postrada vivamos mejor sería de desear una menor vocación reproductiva en ciertos estratos de la población. Se llegaría así también a que para esta Argentina no hacen falta ni siquiera las Fuerzas Armadas ni los sindicatos ni las agrupaciones empresarias en su menguada dimensión actual. Y que si la Argentina no puede permitirse salarios y jubilaciones como las de hoy, lo mejor es rebajarlos para adecuarlos a la raquítica realidad nacional.
Y siguiendo el desguace tal vez sobren buena parte de los emprendimientos productivos que aún sobreviven si se los mide por la falta de competitividad internacional a los que los han sometido años de impiedad gobernante. Lo más grave sería, con todo, que el ímpetu reduccionista se llevara hasta a la propia idea de la Argentina. Es decir, que “sobrara” nuestra propia visión grande del país y que a fuerza de reducir lo teóricamente excedente, los argentinos aceptaran como fatal una versión en miniatura de su país y su destino. Desde ya propongo la alternativa: cambiar la obsesión por lo que sobra, por la dedicación a lo que falta. Si se hace así se verá que lo que falta es la Argentina, falta una realidad que asegure ya mismo plenitud para todos. Y si esa magnitud que falta no faltara, no estaríamos ni pensando en qué es lo que sobra en esta tierra. Que así como estamos, bien puede ser buena parte de los argentinos.

* Economista.


Eduardo Jozami *.
Chantaje a la política

Frente al ajuste, la mayor parte de la dirigencia política reaccionó con una moderación que contrasta con la actitud asumida frente a Ricardo López Murphy. No porque existan dudas sobre el contenido del paquete cuyo carácter recesivo es tan manifiesto como la injusticia de que no sean afectados los bancos y las grandes empresas privatizadas, los dos sectores más favorecidos en los últimos años.
Esas vacilaciones, en consecuencia, sólo pueden explicarse por el doble chantaje que hoy ejerce el establishment. Por una parte, atribuyendo a los “costos de la política” las penurias del fisco, exagerando la significación presupuestaria de la reducción de gastos en los cuerpos legislativos, lo que, sin embargo, puede tener un sentido ejemplar si se acompaña de la plena trasparencia, la eliminación de las corruptelas y los privilegios. En un reciente discurso, el presidente de la Asociación de Bancos planteó una posición opuesta, reclamó la reducción del gasto público pero advirtió sobre la inconveniencia de seguir avanzando con las investigaciones sobre lavado de dinero.
Por otra parte, los voceros del mercado se irritan por las demoras de Alfonsín o los dirigentes del PJ en aceptar plenamente las propuestas de Cavallo. “El problema ya no económico sino político” recitan a coro con un discurso que recuerda al que atribuía al desborde sindical o la demagogia política la inestabilidad previa al golpe militar. Este traslado de responsabilidad a los políticos elimina toda discusión sobre propuestas económicas, decretando inviables las alternativas.
Esta situación era fácil de comprender –y difícil de resolver– diez años atrás, cuando la opinión pública no resistía la seducción del discurso neoliberal. Pero hoy, el efímero momento keynesiano de Cavallo bastó para mostrar la aceptación que tendrá una política de reactivación. Así lo demuestra también el consenso que obtiene la más coherente de las propuestas para impulsar el crecimiento y la distribución del ingreso, la del seguro de empleo y formación.
¿Por qué se acepta entonces este chantaje? Porque los dirigentes políticos que no se atreven a impulsar la investigación en el Senado carecen ante la sociedad de prestigio y autoridad. Por eso, no se equivocan los comunicadores del establishment, el problema es político. Una propuesta económica distinta está exigiendo una nueva convocatoria transversal de la política estrechamente vinculada al movimiento social.

* Titular de la Comisión Municipal de la Vivienda.


Por Alfredo Allende *.
Buscando la “caja grande”

Esta grave crisis tiene aspectos positivos, de ser debidamente aclarados y aprovechados. En el caso actual se desnuda el fracaso irreversible del modelo neoliberal, incapacitado de otorgar un marco de convivencia civilizada a una sociedad y, por otro, se evidencia la salvaje voracidad del capitalismo, esta vez en su virulenta versión neoliberal-financiera. Sobre el primer aspecto, sobran las palabras, el fracaso es resonante y no es de ahora, viene advirtiéndose su descalabro desde hace varios años.
En lo que hace a la insaciabilidad de los grupos financieros, no quedan dudas: las metas son apropiarse de la “Caja Grande” del país, conformada por los bancos Nación, Provincia, Anses y PAMI. Para ello seguirán con la cantilena de que al gobierno “la falta hacer los deberes”. Siempre faltan deberes sin quedaran acumulaciones de fondos no privatizados. Las empresas de servicios están insólitamente exceptuadas de hacer aportes sociales. La creación de las AFJP generan un déficit anual al tesoro nacional de unos 3 mil millones de dólares anuales mientras prestan grandes sumas al Estado, que antes el Estado percibía de las aportantes... Pero de todo esto no se dice nada en los “planes” que proponemos (imponemos) al pueblo. Tampoco se dice nada del escándalo que significa pagar nuestro petróleo al precio de exportación, con un crudo facilitado por exploraciones y perforaciones realizadas antes por YPF y, mucho menos se señala que las inversiones de las empresas de servicios se derrumban o ya no existen; como tampoco se insinúa la gratuidad que tienen las transacciones financieras en un país, que además, les garantiza comprar el dólar por el valor del peso sobrevaluado circulante. Chito, de eso no se hable; los culpables son los políticos y los sueldazos de las administraciones públicas, ¡si algunos llegan hasta superar los $ 1000 (mil pesos)! Si no somos capaces de formar un movimiento transversal en lo político, en lo productivo y abarcante de los sectores de trabajadores –ocupados y desocupados– para hacer frente al embate sin límites del neoliberalismo, a joderse, el fracasado modelo sobrevivirá (porque muerte no está) para mayores e impunes saqueos.

* Diputado radical.


Por Vilma Ibarra *.
No tocar a los que tienen más

El Frepaso nació como una fuerza transformadora, asociada a la recuperación de la centralidad de la política y su finalidad vinculada al bien común. Prometió trabajar para lograr un Estado fuerte, mediador entre los intereses del mercado y las necesidades de la gente, y protector de los sectores más débiles de nuestra sociedad. Después de una década caracterizada por una alta concentración de la riqueza, el vaciamiento de la estatalidad, la degradación institucional y con muchos sectores de la dirigencia política deslegitimados y sospechados de corrupción, supimos encarnar la esperanza de construir un proyecto de Nación basado en el trabajo y la producción, en el marco de la globalización y de una economía abierta. Dijimos que era posible construir una sociedad inclusiva e integradora, con fortaleza institucional, y que había que articular transversalmente una masa crítica capaz de liderar este proyecto. Desde que la Alianza asumió el gobierno nacional estamos en deuda con las expectativas de la gente. No pudimos asumir un rol protagónico en las decisiones fundamentales que orientaron las políticas públicas, perdimos la batalla del esclarecimiento de las denuncias de sobornos en el Senado, y hemos transitado diversas crisis políticas que debilitaron nuestra fuerza. Los objetivos de entonces siguen siendo nuestra identidad, nuestra razón de ser, la deuda que tenemos y el camino que debemos recorrer. Somos eso, o no tenemos destino que nos vincule a las necesidades de nuestro pueblo. Los mercados y la especulación financiera, al compás del riesgo país, autonomizados de la suerte de nuestra república, frente a un gobierno débil y a una sociedad desintegrada, estrangulan la capacidad de decisión de la política y nos empujan a un abismo. Reclaman la “unidad nacional” para garantizar el éxito de un ajuste drástico a costa de los más desprotegidos. La ética pública indica que antes de disminuir jubilaciones de 200 o 300 pesos tendrían que haberse intentado otros caminos. Pero no se evaluó, hasta hoy, un proyecto que apunte a tocar los intereses de las empresas monopólicas privatizadas de ganancias multimillonarias, de los sectores más concentrados de la economía, una lucha eficaz contra los grandes evasores y el contrabando, una política tributaria más progresiva. Se ha aplicado la receta de siempre, a costa de los que no tienen lobby que los proteja, y a favor de quienes votan todos los días, a través del mercado. Cuando un gobierno asume exclusivamente la posición del mercado, empieza a perder legitimidad social, y se agudiza la crisis política. Rechazar estas medidas de ajuste es inherente a la existencia del Frepaso. Retransitar el camino de la política como herramienta de transformación social, con la agenda de las necesidades de la gente y con un proyecto de Nación igualitaria e integradora, sigue siendo la única esperanza del país, y la razón de existir de nuestra fuerza.

* Legisladora de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Alianza)

 

PRINCIPAL