La
memoria de israelíes y palestinos se puede remontar hasta 1972,
cuando 11 atletas israelíes fueron secuestrados por terroristas
palestinos y muertos tras una fallida operación de rescate en los
Juegos Olímpicos de Munich. Las circunstancias del hecho de ayer
son distintas: hoy existe una Autoridad Nacional Palestina (ANP), que
aspira a convertirse en un Estado y que renunció al principio de
la destrucción del Estado hebreo. Además, se trata los Juegos
Macabeos, también conocidos como los Juegos Olímpicos
judíos. Lo cierto es que ayer, en la inauguración
de los XVI Juegos Macabeos en Jerusalén, un suicida palestino hizo
explotar una bomba cerca de la estación de trenes de Binyamina,
a 80 km de Jerusalén, matando a dos soldados israelíes e
hiriendo a 11 personas, una de ellas de gravedad. La organización
terrorista Jihad Islámica se atribuyó el atentado. En la
inauguración de los Juegos, el premier Ariel Sharon culpó
al líder palestino Yasser Arafat. Este también condenó
el atentado. Por la noche y en represalia, el Ejército israelí
bombardeó con helicópteros posiciones de las fuerzas de
seguridad palestinas en la ciudad cisjordana de Jenín.
El viernes 1º de junio por la noche, otro kamikaze eligió
el momento justo, en una cola muy larga para entrar a una discoteca en
una zona muy concurrida de Tel Aviv, para inmolarse, según
describe este tipo de bombazos Jihad Islámica y Hamas, la otra
organización fundamentalista palestina: el atentado dejó
19 muertos. La comparación se impone por dos razones: primero,
porque la estación de trenes de Binyamina estaba muy concurrida,
tanto como la discoteca de Tel Aviv. Y segundo, porque aquel 1º de
junio Israel dijo que no iba a responder a gran escala al atentado. Buscaba
reemplazar la lógica de la guerra, de ataque y contraataque, por
alguna forma de negociación que enfriara la situación. Desde
entonces, la situación se calentó aún más.
Palestinos e israelíes en teoría están buscando un
período de calma, acordado con Estados Unidos en base a un
compromiso para cumplir con las recomendaciones de la Comisión
Mitchell de la ONU, y en la práctica escalan un conflicto de ya
muy difícil solución.
El atentado de ayer fue otra de esas interrupciones abruptas para el eufemismo
de la calma. No sólo porque Israel decidió responder, aunque
no a gran escala, sino también por cómo subió el
tono las declaraciones de Dore Gold, uno de los asesores de Sharon. Israel
analiza cuidadosamente el momento y el lugar de su respuesta, pero está
claro que la comunidad internacional no puede esperar que el pueblo judío
se deje masacrar todos los días. El premier israelí
ya dijo el jueves pasado que Israel respondería a partir de ese
momento en el terreno a cualquier ataque palestino, porque
se trata de hacerle comprender al adversario que debe pagar un precio
por sus ataques. Ayer, Sharon dijo claramente que el atentado
suicida perpetrado en Binyamina prueba que la Autoridad Palestina todavía
no decidió luchar o actuar contra el terrorismo.
La retórica de guerra dentro de Israel se exacerbó con motivo
de las Macabeadas. En la ceremonia de inauguración, Sharon dijo
que cuando veo aquí a los deportistas judíos del mundo
entero que vienen a expresar su solidaridad con Israel, sé que
no nos pueden vencer. Llegaron 3200 de los 4000 deportistas de todo
el mundo que se esperaban en Israel. El resto desistió de viajar
a causa de la situación en la región. Incluso medios de
prensa especularon en su momento con la postergación de los Juegos.
Como respuesta a la situación, el lema de estos Juegos Macabeos
es participar es vencer.
El atentado ocurrió cuando el terrorista palestino bajó
de un vehículo en una parada de autobús que está
pegada a la estación de trenes de Binyamina. Casi inmediatamente
se hizo estallar y un hombre y una mujer, pertenecientes al Ejército
israelí, murieron casi en el acto. Algunos de los heridos fueron
trasladados a un hospital de Hadera, ciudad cercana a Binyamina. El vehículo
que huyó fue perseguido con la ayuda de un helicóptero y
el sector circundante a la estación fue completamente aislado.
Por la noche, la policía de Binyamina anunciaba la detención
de los dos palestinos que estaban en el vehículo. Con este atentado,
las personas muertas desde el 13 de junio, día en el que en teoría
debería haber comenzado el alto el fuego acordado por ambas partes
con la mediación de la CIA, son ya 37. Desde el inicio de la actual
intifada, el 28 de septiembre pasado, ya murieron 650 personas. Y el grado
de desconfianza mutua para sentarse en una mesa de negociaciones para,
aunque sea, detener las muertes, parece total una vez más. Por
todo esto, israelíes y palestinos quizás sienten que se
fueron en el túnel del tiempo hasta 1972.
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