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VICTOR HEREDIA EXPLICA EL SENTIDO DE SU DISCO DE HOMENAJE A YUPANQUI
"Todos lo nombran pero ¿lo conocen?”

Mercedes Sosa, Divididos, León Gieco, Peteco Carabajal, Alberto Cortez, Víctor Manuel, Pedro Aznar, Lito Vitale, Eduardo Falú y Teresa Parodi participan del disco, que incluye musicalizaciones de poemas inéditos.

Por Cristian Vitale

Cuando Roberto Chavero, hijo de Atahualpa Yupanqui, le dejó los 60 poemas inéditos de su padre en sus manos, Víctor Heredia, conmovido, se preguntó “¿Qué destino le doy a este tesoro?”. Las respuestas llegaron con el tiempo: “Al principio, tenía la intención de que alguien los musicalizara, pero carecía de una idea concreta sobre qué hacer con ellos. Después, me puse a pensar que el viejo era un sembrador, un pionero de la trova y que, evidentemente, tenía una enorme cantidad de admiradores exquisitos. Por eso, se me ocurrió repartirlos. Este es un tesoro que hay que compartir, así que propuse hacer una producción discográfica con la participación de muchos que habían expresado admiración por su música”, dice en la entrevista con Página/12. Se está refiriendo a Yo tengo tantos hermanos, el homenaje en formato de Cd y Cd-Rom que el creador de la obra conceptual Taki Ongoy ideó para Yupanqui.
Los músicos que finalmente acompañan al productor del disco conforman una suerte de seleccionado de la canción popular hispanoparlante. Están, entre otros, Peteco Carabajal, Alberto Cortez, Víctor Manuel, Pedro Aznar, Divididos, León Gieco, Lito Vitale –el único que interpreta temas ya editados de Atahualpa (“La Añera” y “Los Ejes de mi Carreta”)–, Mercedes Sosa, Eduardo Falú y Teresa Parodi. “Yupanqui fue mi padre musical. La primera canción que aprendí de memoria fue ‘Camino del Indio’. ¿Cómo no hacer esto?”, remarca Heredia.
–¿Por qué se bajaron Silvio Rodríguez y Serrat, músicos a los que usted había convocado en un primer momento para que formaran parte del proyecto?
–Silvio se bajó porque no pudo alcanzar el nivel musical que pretendía para el poema que le había tocado. Y el Nano dijo que no porque, luego de grabar Mara para mi disco anterior, se dedicó de lleno a Tarres y no tenía tiempo. Otro que se bajó fue Fito Páez. Tenía poemas maravillosos que Atahualpa había escrito en honor a Marilyn Monroe y fue una pena que no los haya querido hacer. También pensé que Eduardo Falú iba a seguir el mismo camino...
–¿Por qué?
–Había tenido un encontronazo con Yupanqui, porque éste era un tipo visceral, muy difícil, que siempre encontraba un punto crítico para expresar acerca de sus compañeros. Se sabe que hirió a muchos con esa conducta, entre ellos a Falú. Quiero agregar que no muchos se animaron a encarar este proyecto, porque les parecía usufructuar algo que no les pertenecía. También yo, en parte, me incluyo entre ellos. Es por eso que me sentí obligado a escribir una carta, pidiéndole perdón al viejo.
–¿Fue suficiente la carta para tranquilizarlo interiormente?
–Sí, porque el objetivo primordial fue rescatar una serie de poemas que de otra manera hubieran quedado dormidos en una carpeta. Además, lo hice pensando en que les daba la posibilidad a los jóvenes de acercarse a una figura que los medios de comunicación les habían escamoteado siempre. Muchos chicos de 30 años para abajo, no lo vieron ni lo escucharon jamás.
–¿Cuáles fueron los parámetros que tuvo en cuenta para seleccionar los artistas y los poemas que iba a musicalizar cada uno?
–Fue más fácil de lo que suponía. Elegí 5 o 6 poemas relacionados con el perfil de cada músico y dejé la elección de uno en manos de ellos. Con los músicos, al principio pensaba en producir dos discos: uno con trovadores y el otro con músicos de neto corte folklórico, con amigos íntimos de él, entre ellos Suna Rocha, Suma Paz y Ariel Ramírez. Pero pasaron muchas cosas en el camino que me impidieron concretarlo de esa manera.
–¿Qué tipo de problemas?
–Principalmente, el hecho de que Polygram haya sido absorbida por Universal. A esta compañía no le interesó el material y tuve que comprar el disco, que ya tenía 7 temas grabados. Al principio, no sabía qué hacer.Pero de esa encrucijada, por suerte, nació mi sello “Alternativo Americano”, con el cual ya edité tres discos: debuté con el de Javier Lencina, un chico de 12 años, después produje Circo Criollo, de Raly Barrionuevo y por último hice este homenaje.
–¿Por qué se atrasó tanto la edición del disco?
–Tuve varios inconvenientes. Aute, por ejemplo, no tenía tiempo para grabar el poema que le había tocado –”En el patio de mi casa”–, porque estaba en Cuba trabajando con Silvio. Lo mismo pasó con Víctor Manuel. Y también tuve algunos disgustos: yo quería que este material saliera inédito en toda su magnitud, pero como se fue atrasando tanto la edición, algunos empezaron a poner los temas en sus discos propios. Divididos puso “Vientito del Tucumán”, en su disco anterior y Víctor Manuel hizo lo mismo, aunque con otra conducta, porque me pidió permiso. Me llamó de urgencia para hacerlo.
–¿Cómo debería operar el legado de Atahualpa Yupanqui en la Argentina de hoy, dado el caos cultural, económico y político que atraviesa el país?
–Cualquier cosa que represente a la belleza, digo con esto la poesía o el pensamiento sereno de un tipo en medio de un mundo caótico y posmoderno, es muy necesario. Yupanqui creía en la poesía, en el arte, en el pensamiento sereno y en la magia de la imaginación. Siempre ha señalado un camino con una voluntad extraordinaria que fue la de defender su vocación, a la que supo proteger escapando de toda propuesta marketinera de los medios de comunicación, esos que creen encontrar la panacea en propuestas hechas con dos tonos, mal cantadas y decadentes, que tienen muy poco que ver con los Manuel J. Castilla, los Tejada Gómez o los Neruda del continente. En resumen, con una generación pasada que, por pensante, dio luz a las mejores propuestas en el arte de la música, la pintura, el cine y la literatura. Ese legado, no se puede abandonar cada vez que aparece un tipo cantando panfletos acerca de lo que sucede hoy en los sectores marginados de la sociedad. Esto ya lo han hecho ayer y con mucho más altura.
–Da la impresión de que a Yupanqui no se lo reconoce en su verdadera dimensión. ¿Es así?
–Totalmente. A él se lo nombra, como se los nombra a Piazzolla o a Borges. Todos dicen que los escucharon o los leyeron, pero ¿lo hicieron?. Yupanqui es uno de los hombres más respetados y menos escuchados de la música Argentina. Creo que nosotros, como sociedad, le hicimos la fosa, la lápida y el monumento antes de que muera. Este es un claro efecto de que nos han confundido, nos han vendido pececitos de colores todo el tiempo. No puede ser que cualquiera que tenga éxito se transforme en ídolo sólo por eso. Y que los grandes de verdad queden ocultados por esto.
–¿Teme que este disco sufra el mismo camino que padeció en su momento Taki Ongoy?
–Tengo la esperanza de que no sea así, pero conozco el medio donde vivo. No estoy sacando un disco de Rodrigo, estoy publicando un homenaje a un hombre fundamental de la cultura argentina. Respecto de Taki Ongoy, si bien es muy cierto que fue omitido por un sector del establishment cultural, se transmitió a nivel subterráneo por todo Sudamérica y es el disco más vendido de mi carrera. No es casual que una obra que revela el mayor etnocidio de la humanidad, con 55 millones de indios americanos muertos a manos de los colonizadores, sea de alguna manera censurado por aquellos que quieren conservar la historia oficial. Es increíble que en las escuelas se aprenda primero a dibujar columnas egipcias, o a leer autores griegos y no se profundice en la rica historia del continente Americano. De ninguna manera la cultura que colonizó el continente era más importante que la que estaba. Encima, a costa de perdernuestro sentido de pertenencia, de identidad. Creo que hoy se notan los efectos.

 

 

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