Por Claudio Zlotnik
Fue necesario un ajuste de
más de 2000 millones de pesos para el segundo semestre del año,
recortando los salarios de los agentes públicos y las jubilaciones,
para que por fin los financistas levantaran el pulgar. Ayer,
el riesgo país volvió a mejorar por primera vez en dos semanas.
Y lo hizo sólo después de que los gobernadores justicialistas
dieran su aval a la política del déficit cero.
Ese indicador culminó la jornada en los 1439 puntos, retrocediendo
190 del último cierre. Esta mejora se produjo por la suba promedio
del 8,5 por ciento de los títulos públicos. Por su parte,
las acciones reaccionaron con un alza del 4,8 por ciento. A pesar de la
distensión de los mercados, en la city aún no se atreven
a presagiar el fin de la crisis. Primero, los corredores quieren ver para
creer: que el Gobierno lleve adelante el ajuste prometido y que, por otra
parte, se frene la fuga de depósitos. Desde que se profundizó
la crisis, el jueves 4 de este mes, con el rumor de la renuncia de Fernando
de la Rúa, huyeron del sistema casi 3800 millones. Pese a la fuerte
mejora del riesgo, la Argentina todavía se ubica por encima de
Ecuador, país que dejó de pagar su deuda.
La foto de Fernando de la Rúa con los gobernadores del PJ auspiciando
el ajuste del gasto en las provincias animó a los inversores. El
decisivo respaldo político, justamente, formaba parte del reclamo
de los financistas como señal de que el Gobierno tendrá
la fortaleza de llevar adelante el ajuste. Desde principios de mes, la
presión se centró en que el Gobierno, el radicalismo y la
oposición debían encolumnarse detrás de los recortes.
Supuestamente, la fórmula ortodoxa servirá para ordenar
la economía y propiciar la expansión del PBI. Aunque muchos
perciban el efecto contrario: que el recorte de sueldos y jubilaciones
profundizaría la recesión. No obstante el fracaso de los
intentos por encontrar el círculo virtuoso, desde el establishment
se impulsó de nuevo el ajuste fiscal como salida a la crisis. Y
la escasez del crédito internacional para financiar el déficit
de la Argentina fue el motivo para lanzar la ofensiva.
La violenta recuperación de los mercados debe integrarse a la película
que empezó a rodarse en el epílogo del verano, cuando José
Luis Machinea abandonó el Palacio de Hacienda, sin oxígeno
al tener que convivir con un riesgo país de apenas 700 puntos.
En los cuatro meses y medio que transcurrieron desde entonces, las malas
noticias les ganaron por goleada a las buenas. De hecho, el fuerte salto
del riesgo país dejó a la luz la desconfianza de los inversores
en la Argentina. Esto implicó que durante ese período las
reservas internacionales cayeran en 9500 millones (de 33.800 a los actuales
24.300 millones), dando cuenta de la huida de capitales y la fuga de depósitos
de la economía.
Los últimos capítulos de la crisis incluyeron una aceleración
de la salida de depósitos, ante el creciente temor de los ahorristas
a que el modelo económico vuele por los aires. Aunque los propios
banqueros tratan de minimizarla, la fuga ya alcanzó a 3798 millones,
el 4,7 por ciento del total de colocaciones (ver cuadro aparte). Un promedio
de retiros de 633 millones diarios. En plazos fijos, la salida ya alcanzó
a 1400 millones, el 2,6 por ciento del total de 53.000 millones. Por su
parte, desde que empezó el mes, las reservas netas del Banco Central
disminuyeron en 2377 millones de dólares.
La violenta mejora de ayer debe enmarcarse en este contexto preocupante,
aunque, por ahora, los banqueros quieran quitarle dramatismo a la situación.
Creen ver que, con el apoyo político al ajuste, la economía
tiene buenas chances de ordenarse y que la gente perdería el temor
al caos. La hemorragia no es irreversible. Los depósitos
volverán al sistema, señaló, esperanzada, a
Página/12 Clarisa Lifsic, directora del fondo de inversiones Dolphin.
Lo cierto es que el drenaje de depósitos es seguido con lupa por
banqueros e inversores. En forma coincidente, variosanalistas de la city
dijeron a este diario que esa variable es el condicionante más
importante para saber si la crisis puede superarse.
Por ahora, los únicos que cambiaron de actitud fueron los inversores
institucionales locales, que salieron a comprar bonos de la deuda y acciones
posibilitando el fuerte repunte.Los extranjeros estuvieron ausentes del
lado comprador, y siguieron en la vereda opuesta. Muestra de que las perspectivas
son algo mejores, la tasa interbancaria en pesos que antes del fin de
semana saltó al 200 por ciento anual, ahora se pactó al
16 por ciento. La cura que el Gobierno eligió para sobreponer a
la economía presionado por el poderoso establishment financiero
consistió en la misma receta de los últimos años,
aunque proporcionada en dosis más potentes.
Datos
de la crisis
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El riesgo país
descendió 190 puntos, a 1439.
Las acciones subieron 4,8
por ciento.
Los bonos avanzaron 8,5
por ciento en promedio.
ambién mejoraron
las monedas de la región frente al dólar: el real cerró
a 2,53; el peso chileno, a 660 y el peso uruguayo
a 13,80.
ontinúa la fuga
de depósitos: en seis jornadas, 3798 millones.
También caen las
reservas del Banco Central: 2377 millones en lo que va del mes.
El BC asistió ayer
a los bancos con pases por 1759 millones.
El BC también elevó
las tasas de referencia: de 24,2 a 27,5 por ciento para depósitos
en pesos a 30 días y del 16,75 al 19,2 por ciento
para colocaciones a más de 59 días. |
Eramos pocos y llega
el FMI
Por si fuera poco, hoy aterrizará en Buenos Aires una misión
del FMI, encabezada por el chileno Tomás Reichman, para auditar
las cuentas públicas del segundo trimestre, de cuya aprobación
depende un desembolso de 1.264 millones de dólares que el
gobierno computa para cubrir vencimientos de deuda. El viceministro
de Economía, Daniel Marx, explicó ayer que durante
la segunda mitad del año el gobierno enfrenta compromisos
financieros por 4.076 millones de dólares, excluidos los
vencimientos de Letras del Tesoro (Letes) que alcanzan a 4285 millones.
Para refinanciar esas deudas, Marx dijo que se cuentan con 2528
millones del FMI (dos tramos de 1264 millones), más 1020
millones provenientes del BID, 800 millones del Banco Mundial y
329 millones procedentes del gobierno de España. El total
de los desembolsos suma 4677 millones de pesos, lo cual generará
un margen de unos 600 millones a favor, que podrían ser utilizados
para el canje de Letes los títulos emitidos en el mercado
local que se negocia con bancos y AFJP.
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LA
PRODUCCION DE JUNIO AVANZO EL 1,0 POR CIENTO
Por lo menos, una alegría
Domingo Cavallo por fin pudo
ver un indicador económico con resultado positivo. La producción
industrial en junio registró subas del 1 por ciento respecto de
igual mes del año pasado y del 1,2 por ciento en relación
a mayo, en ambos casos en la medición sin estacionalidad. Las mejoras
fueron mínimas, en comparación con meses de fuerte depresión
económica, pero al menos marcan un parate en la caída. De
todos modos, los técnicos del Indec que elaboraron el Estimador
Mensual Industrial (EMI) advirtieron que luego de tres años
de constante caída, variaciones de 1 por ciento tanto para arriba
como para abajo son datos marginales que no marcan tendencia, con
lo cual Cavallo tampoco debería lanzarse a festejar.
Más allá de la pequeña variación hacia arriba
de junio, el dato preponderante es que en el primer semestre la producción
industrial se contrajo un 2,5 por ciento, manteniendo la tendencia iniciada
a fines del 98. Con esos resultados, difícilmente algún
grupo inversor del exterior decida arriesgar sus capitales en Argentina
para encarar un proyecto productivo. Especialmente, para elaborar productos
dependientes de la demanda interna. En la primera mitad del año,
la industria automotriz -que incluso tiene la posibilidad de exportar
a Brasil, por el régimen compensado decayó un 18,3
por ciento respecto al primer semestre de 2000. Otros rubros vinculados
al mercado interno también sufrieron bajas, como textiles (14,5%),
neumáticos (9,2%), cemento (4,2%), cigarrillos (3,5%) y manufacturas
de plástico (3,2%).
Los únicos rubros que lograron escapar a la debacle general son
los más tecnificados y con capacidad de exportación. El
problema es que estos sectores, concentrados en grandes empresas, son
los que menos empleo generan dentro de la industria. Por ejemplo, agroquímicos
(con una suba interanual del 30,1 por ciento), materias primas plásticas
(22,2%), gases industriales (17,8%), detergentes y jabones (12,2%) y petróleo
procesado (1,7%).
El Indec entregó ayer los datos preliminares del EMI, que serán
confirmados en dos semanas. En el primer trimestre, el indicador descendió
3,8 por ciento, mientras que en el segundo bajó 1,3. Que la contracción
en el segundo trimestre haya sido menor es un dato que permite alentar
alguna esperanza de que la recesión va cediendo. El Indec hizo
la tradicional encuesta entre los industriales para medir sus expectativas.
En junio, el 58,3 por ciento de los consultados estimó que no habrá
cambios en la demanda interna en el trimestre en curso, mientras que el
21,7 por ciento dijo que espera una recuperación y el 20 por ciento
pronosticó mayor recesión. En tanto, el 47,2 por ciento
de las empresas no supone variaciones en las exportaciones, el 35,8 espera
una mejora y el 17 evaluó que caerán.
EN
BRASIL NOS DAN POR MUERTOS
El horror y el fin
El mismo día que el reciente
acuerdo político en favor del ajuste descomprimió los mercados
de la región, los empresarios brasileños reiteraron su presión
para que Argentina abandone la Convertibilidad. Es mejor un fin
con horror que un horror sin fin, sostuvo ayer el titular de la
Federación de Industriales de San Pablo, Horacio Lafer, parafraseando
a Goethe. El desenlace reclamado por el empresario no es otro que la devaluación
del peso, algo por lo que claman muchos especuladores del vecino.
Los industriales brasileños consideran que una eventual moratoria
sería dramática para Brasil, en alusión
al cimbronazo que un eventual default argentino provocaría en el
resto de países emergentes, en particular de Latinoamérica.
Con el mismo tono apocalíptico, el empresario planteó un
panorama absolutamente negativo para la Argentina: No veo cómo
el país puede volver a crecer ni a generar condiciones de gobernabilidad,
sentenció.
El vaticinio del titular de la poderosa cámara empresaria paulista
no fue menos dramático. Va a haber ruptura, sólo es
cuestión de tiempo. Y cuanto antes mucho mejor, porque estamos
pagando un costo altísimo, señaló. A juicio
de Lafer, el gran escollo es el hecho de que el peso esté anclado
al dólar. El problema es que los argentinos no están
convencidos de que deben dejar el cambio fijo, arremetió,
reiterando un reclamo que, a veces explícitamente, a veces en forma
solapada, ya han formulado algunos inversores brasileños.
A tono con el planteo del industrial paulista, el analista jefe de Lloyds,
Odair Abate, también reclamó una definición para
la crisis local. Una solución para el problema argentino,
sea cual fuere, será buena para Brasil. La agonía ocasiona
daños en el campo inflacionario, con alza del dólar y los
intereses, en el nivel de actividad, y hasta en el escenario electoral.
Ayer la calificadora Fitch empeoró la perspectiva de la deuda brasileña,
aunque aún no cambió su calificación, juzgando el
impacto que la crisis argentina tendrá sobre sus títulos.
Por razones propias y, en menor medida, por reflejo de la crisis argentina,
el real se depreció un 15 por ciento desde mayo, porcentaje que
asciende al 32 por ciento desde comienzos de año.
Apoyo del Mercosur
Afectados por la crisis argentina, los países del Mercosur
celebraron que el Gobierno haya decidido erradicar el déficit
fiscal. Los cancilleres de Brasil, Paraguay, Chile, Bolivia y el
representante de la Comunidad Andina expresaron ayer su confianza
en que el plan de déficit cero tendrá
éxito y evitará que la crisis económica se
extienda a la región. El brasileño, Celso Lafer, dijo
que el acuerdo entre el gobierno nacional y los gobernadores es
significativo. Confiamos en que la crisis argentina
se resolverá pronto, agregó. El de Paraguay,
José Moreno, apuntó que es importante que la crisis
se solucione rápido, dado que nuestro comercio con
Argentina es importante, y si tienen problemas, se resentirá.
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MERA
APARIENCIA
Argentina no es Nigeria
Por Julio Nudler
La crisis del modelo, en apariencia
irreversible, puede ser una caída sin fondo, pero aun en estos
bajones hay pausas, ráfagas de aire que permiten remontar momentáneamente.
Esta semana se inició con uno de estos periódicos respiros,
en que un riesgo país de 1439 puntos sabe a néctar y la
Fundación Mediterránea pone en Internet un texto titulado
La Argentina no es Nigeria. Allí explica que cualquier
parecido entre estas dos naciones es pura coincidencia (¡vaya coincidencia!,
pensaría cualquiera), y que los nigerianos son 109 millones y están
divididos en casi 250 etnias hostiles entre sí (allí no
reina la armonía), además de encabezar también el
ranking de corrupción (otro problema del todo ajeno a la Argentina).
Para colmo, el 99 por ciento de lo que exportan estos africanos es petróleo
(lo cual, al fin de cuentas, significa que ellos, al menos, venden una
commodity de buen precio). Su nivel de vida es apenas un décimo
del argentino, de manera que ellos no han necesitado cometer tantos errores
para caer tan abajo en la consideración crediticia internacional.
De este lado del Atlántico Sur, la tensión se relajó
ayer al reunirse el respaldo provincial para la decisión de ajustar
el sector público al tamaño declinante de la economía
y a la deflación, ante la imposibilidad de financiar el déficit.
Hasta ahora no existía un mecanismo que asegurara que el tamaño
del Estado (nacional, provincial y municipal) se amoldase al diámetro
de la torta global de la economía, medida tanto física como
monetariamente. Ahora, vía principio de caja, o mediante déficit
cero (tanto recaudo, tanto gasto), el sector público quedará
acompasado al resto del sistema. La nueva idea de la independencia consiste
en no tolerar que los empleados públicos se salven.
Como ésta es una buena noticia para los tenedores de bonos de la
deuda argentina, los precios repuntaron y cayó el riesgo país
(aunque mantiene 41 puntos de ventaja sobre el ecuatoriano, país
adonde por casualidad también fue Cavallo a solucionar todos los
problemas). Los servicios del endeudamiento son a partir de ahora la única
vaca sagrada. Lo demás se supedita a los recursos impositivos que
aporte la propia economía. Sin embargo, como el sector público
es una porción sustancial de ésta, particularmente en muchas
provincias que carecen de otras distracciones, con la supresión
del déficit que implicaba una inyección de demanda
extra se corre el riesgo de acentuar la regresión. Si esto
reduce la base imponible y merma la recaudación, otra ronda de
recortes seguirá a ésta, y así sucesivamente. Es
lo que puede pasarle al podador inexperto, que a fuerza de ramonear y
emparejar para abajo se queda sin seto.
De todas formas, las perspectivas de la recaudación ya eran deprimentes,
y por eso Domingo Cavallo adoptó el (para nada distorsivo) impuesto
a las cuentas corrientes (ITF), llevándolo gradualmente a la prudente
tasa del 1,2 por ciento (débitos más créditos), mientras
estimula la bancarización. Con tasas de interés azuzadas
por el pánico, los contribuyentes resuelven financiarse contra
la DGI, primera víctima de la estampida. Luego se opta por no pagarle
al proveedor, a partir de lo cual ningún proveedor entrega mercancía
si no es contra efectivo. Del ahogo financiero se pasa así a la
gradual parálisis económica, después de haber pisoteado
al fisco como en los encierros de Pamplona.
En un horizonte algo más largo, la convertibilidad empieza a hincharse
y enrojecerse, porque no puede soportar el devengamiento de tasas siderales
en el sistema bancario, que crea dinero contra el cual no hay reservas
en divisas. Para que el balón estalle sólo se necesita que
las megatasas se derramen desde las operaciones marginales hacia los costos
promedio del sistema, lo cual es sólo cuestión de tiempo.
En el cortísimo plazo sufren los márgenes de los bancos
porque difícilmente consigan aplicar tasas activas acordes con
las que deben ofrecer a los depositantes para retenerlos. Después
el problema se vuelve sistémico. La velocidad del desastre sólo
dependería del nerviosismo del público y del comportamientode
los inversores institucionales (AFJP, Fondos Comunes, aseguradoras, grandes
empresas).
Tal el escenario que se cernía sobre esta semana y que, entrevisto
por los gobernadores, los obligó a hocicar, resignados a que Cavallo
les aplique unas ventosas que dejarán en sus espaldas sendas marcas
redondas y candentes. Se organizó así un operativo de autorrescate,
del que participan gobernantes, bancos y grandes empresas, todos con el
obvio cálculo de que es mejor negocio para cada cual atajar el
incendio. Como premio obtuvieron un serrucho en el mercado de bonos gracias
a que siempre hay especuladores dispuestos a comprar barato cuando intuyen
una ganancia rápida. Pero esta inflexión no augura aún
ningún cambio en la tendencia, básicamente porque todos
saben aunque muchos finjan ignorarlo que la Argentina no tiene
en el déficit fiscal su único gran problema, y que en buena
medida su sector público se le volvió grande y caro porque
la economía se hundió en una interminable recesión
con deflación. Como quiera que sea, déficit cero implica
menor demanda de crédito y, por ende, un precio (tasa de interés)
menos elevado. ¿Pero qué consecuencias traerá no
demandar crédito?
Las preguntas que quedan colgando sobre la escena son muchas. ¿En
base a qué impulso podría relanzarse la economía?
Si el superávit primario es incrementado hasta igualarlo con los
intereses a remesarles a los acreedores (tal el significado del déficit
cero), ¿qué le compensará a la economía ese
drenaje de recursos? ¿Ingresarán capitales para inversión
directa? ¿Se abren oportunidades de negocio en un mercado encogido
e imprevisible, con vecinos que devaluaron significativamente y un contexto
mundial desfavorable, que incluye la aversión al riesgo? ¿La
tasa de desempleo frenará su aumento? Si la recaudación
sigue cayendo, ¿habrá más recortes de sueldos o empezarán
a despedir gente (como ya pasa con los contratados)? ¿La reacción
social no enviará una señal opuesta a la del forzado acuerdo
político?
A este tormentoso veranillo invernal lo perturban demasiadas preguntas,
que se multiplican sin respuesta precisa. Nadie tiene credibilidad para
darla porque la crisis se agita a su antojo, como un tifón.
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