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Gélida respuesta del Senado a una
iniciativa sobre salud reproductiva

Al acto realizado en el Senado
para impulsar el proyecto que tiene media sanción de Diputados no fue ningún senador. Ya en 1995 caducó otro proyecto en esa Cámara.

Juliana Marino, Marta Milesi y María José Lubertino en el acto realizado en el Senado.

Por Carlos Rodríguez

Varios creyeron escuchar ruidos de cadenas y de pasos fantasmales en retirada cuando María José Lubertino, del Instituto Social y Político de la Mujer, dijo que tal vez haya que “exorcizar el recinto” de la Cámara de Senadores para que, antes de la primera sesión del año próximo, pueda ser tratado allí –y ser eventualmente aprobado– el proyecto de ley nacional de Salud Reproductiva que el 18 de abril pasado obtuvo la media sanción en Diputados. La apelación al exorcismo tiene motivos suficientes, ya que la norma arrastra un antecedente diabólico: un proyecto sancionado por Diputados en 1995 caducó porque nunca fue analizado por el Senado. En una reunión que se hizo en el Salón de Lectura, en la antesala del recinto, fue presentada la encuesta publicada el domingo por este diario que indica que el 91 por ciento de los argentinos está a favor de la entrega de anticonceptivos en los hospitales, una de las medidas que propicia la ley. “¿Los senadores no deben escuchar la opinión popular?”, fue la pregunta que quedó flotando.
Al encuentro, una charla debate sobre salud reproductiva y las dramáticas consecuencias de los abortos clandestinos –una realidad que podría ser revertida a partir de la aplicación de la nueva ley–, fueron invitados todos los senadores. Ninguno se hizo presente, unos pocos por razones plenamente justificadas, entre ellos las senadoras Silvia Sapag y Beatriz Raijer, que enviaron su adhesión, al igual que Jorge Villaverde. El resto hizo silencio. Lubertino prometió que cada uno de los senadores recibirá una copia de la encuesta y a cada uno se le pedirá una opinión sobre el futuro de la ley.
De no haber respuesta, se lanzará una campaña pública dirigida a los legisladores que incluirá una pegatina de afiches alusivos. Para impulsar la sanción de la ley hablaron la diputada nacional Marta Milesi y la legisladora porteña Juliana Marino. Las dos coincidieron con Lubertino en la importancia del altísimo porcentaje de encuestados a favor de la instrumentación de políticas de salud reproductiva. Marino cuestionó los “golpes bajos” de los grupos católicos que cuestionan la ley de Salud Reproductiva. Luego de presentarse como “creyente”, estimó que “tal vez la Iglesia, dentro de 25 años, tenga que pedir perdón por los chicos que mueren por los abortos clandestinos”, aludiendo a la campaña eclesiástica en contra de la ley, como ya se vio en Diputados.
Milesi, que había cuestionado los planteos economicistas en torno de la aplicación de programas de salud preventivos, apeló a los números para impulsar la sanción de la ley. “En el país hay cerca de 500 mil abortos clandestinos por año y puede llegar a suponerse que esas 500 mil mujeres tuvieron que pasar en algún momento por la sala de terapia intensiva de un hospital público”. Tomando como base que un anticonceptivo puede costar “80 centavos la caja” y un antibiótico “más de 60 pesos por caja”, las cifras indicarían que con una buena política de salud reproductiva se gastarían a los sumo, por año, “32 millones de pesos, mientras que los gastos de la terapia intensiva ascenderían a 52 millones”.
Estadísticas que surgen de los “registros vitales” del Ministerio de Salud y de organizaciones no gubernamentales, 1,4 mujeres mueren por día por abortos clandestinos. De ser así, se dijo, “desde el día de la sanción en Diputados ya fallecieron 190 mujeres”.

 


 

EL COMFER Y LAS CUMBIAS VILLERAS
Castigo a la letra

Desde el 1º de enero al 12 de julio “se han labrado 33 sumarios contra los programas de televisión que pasaron esas letras dentro del horario de protección al menor o por violar el artículo 18 de la ley”. El comunicado del Comité Federal de Radiodifusión (COMFER) salió así al cruce de algunas críticas por la propagación de las cumbias villeras en los medios. El COMFER aclaró que “dentro de sus funciones de fiscalización y evaluación” está la de “analizar y controlar cualquier tipo de contenidos, incluyendo las letras de la cumbia villera”, pero que no puede ejercer censura sobre ellas.
“La cumbia villera, como cualquier obra musical (sin entrar a considerar sus cualidades artísticas), no es pasible de censura pero sí de control”, sostuvo el COMFER a través de un comunicado.
El debate en torno a esta música no es casual: los temas de la denominada cumbia villera critican ferozmente a la policía y apoyan a los ladrones. Los ejemplos sobran:
“¿Por qué a mí?/ Si los que roban de verdad/ Tienen la libertad/Ellos son la mayoría/ de políticos y policías/ No me pidas que deje de robar/ Si los que roban tienen la libertad”.
“También la policía/ no para de coimear/Te paran en la ruta/te dejan sin morfar/ Si estás en una esquina/ Te quieren levantar”.
Ante algunas voces que se levantaron para reclamar contra la difusión de esas letras, el COMFER indicó que “sus letras no pueden ser censuradas pero sí controladas y sancionado aquel emisor que viole la Ley de Radiodifusión”.
Tras aclarar que se han labrado 33 sumarios desde el 1º de enero al 12 de julio, el comunicado aclara: “No es el COMFER el que determina la posibilidad de la comisión de delito, sino que es la Justicia”. “Tanto los fiscales como cualquier particular tienen la posibilidad de denunciar esa posible comisión de delito.”
“Si el COMFER –agregó– se presentara a la Justicia denunciando supuestos delitos, se inhibiría automáticamente como juez administrativo en las resoluciones que hacen a la Ley de Radiodifusión.”

 

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