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ABSOLUCION EN UN CASO QUE HABIA TOCADO AL SPF
Un asesinato que quedó impune

Por falta de pruebas absolvieron a un preso que dijo que la orden vino del SPF. Los testigos del crimen se hicieron humo.

El penal de Devoto,
donde fue asesinado Montini.
El acusado lo vinculó a una red de drogas de la cárcel.

Tras un proceso que dejó abiertos demasiados interrogantes, la Justicia porteña absolvió ayer a un preso que estaba acusado de matar a uno de sus compañeros en el penal de Devoto, y que había señalado como responsables del crimen a los penitenciarios a cargo de la unidad en aquel momento, a quienes también acusó de manejar una red de provisión de drogas puertas adentro de la cárcel. Sin ir más lejos, el fiscal de la causa tuvo que pedir la absolución del imputado, cuando tres de los cuatro presos que habían declarado en la instrucción no se presentaron a declarar durante el juicio oral y el cuarto modificó su testimonio, sin reparos en reconocer que tenía miedo, y que lo hacía para protegerse.
El hecho por el que se estaba juzgando a José Zangari Peralta ocurrió el 30 de enero de 1999, en un sector de la planta baja de Devoto destinado al alojamiento de reclusos sancionados y aislados. La noche del 29, Zangari y otro preso, Sergio Montini, tuvieron una fuerte discusión: “El Hormiga” -como le decían al acusado– le habría reclamado a Montini el pago de varias dosis de cocaína “con las que no se tendría que haber quedado”. Durante el proceso, Zangari acusó al Servicio Penitenciario Federal (SPF) de manejar una red de distribución de drogas dentro del penal de Devoto, conocida con el nombre de “tejas blancas”. Su versión indicaba que los guardiacárceles hacían circular la cocaína entre los reclusos, y que la cabeza de la pirámide era el entonces jefe de requisas de Devoto, Héctor Oscar Orueta. Este último habría “ordenado” el crimen de Montini, por las dosis que se había robado.
Pero lo que en principio podía parecer un caso de fácil resolución acabó por convertirse en un manojo de testimonios desencontrados y de evidencias evaporadas. Tres de los presos que habían declarado como testigos de cargo no se presentaron a declarar, y el tribunal decidió no incorporar los testimonios que habían prestado durante la instrucción. El cuarto testigo, un recluso que habría presenciado el crimen, se presentó atemorizado ante el tribunal: “me da miedo, me estoy defendiendo”, señaló. Luego dijo que en su declaración no había dicho “puntazo”, sino “puñetazo”, y que nunca hubo sangre. La faca asesina desapareció. Y una mano misteriosa, pocos minutos después de la puñalada fatal, se encargó de lavar el piso y las paredes de la celda donde murió Montini.
“Lamentablemente, el fallo es una muestra más de que en las cárceles argentinas se manejan códigos pétreos, alentados por los miembros del SPF”, señaló a Página/12 el abogado Daniel Stragá, representante de los familiares de Montini. Stragá había pedido 22 años para Zagari, pero dijo comprender “la postura del tribunal y del fiscal: sin pruebas fehacientes, es imposible dictar una condena”.
No es la primera vez que los directivos del SPF son involucrados en casos de “crímenes por encargo”. El juez Alberto Baños fue amenazado en 1998, por investigar si personal del SPF permitía salir de los penales a algunos reclusos que cometían robos para ellos. A la magistrada Susana Vilma López, que investigó esas amenazas, también la intimidaron. Y un preso le contó a María Dolores Gómez, defensora oficial de San Isidro, que el SPF la quería “violar y matar”, por sus denuncias de malos tratos y hacinamiento en las cárceles de la provincia de Buenos Aires.

 

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