Por Oscar Guisoni
Desde
La Paz
El cáncer que mantiene
al general Banzer en Estados Unidos desde hace 15 días se ha propagado
también al país. Tal es la opinión que comparten
los principales analistas políticos locales, al observar el desgobierno
en el que entró Bolivia luego de que se hizo oficial la enfermedad
del presidente. La metástasis podría llegar a ser definitiva
en los próximos días si la alianza que ha sellado ayer el
máximo dirigente indígena, Felipe Quispe, que mantiene bloqueadas
las carreteras del Altiplano desde hace quince días, con el líder
cocalero Evo Morales y los dirigentes de la Coordinadora Comunal, liderados
por Oscar Olivera, se traduce a partir del próximo lunes en un
bloqueo nacional de caminos.
La enfermedad terminal de Banzer acentuó la división que
sufre su coalición, en el gobierno desde 1997. Por un lado, su
propio partido, Alianza Democrática Nacionalista, está separada
en dos facciones, conocidas popularmente como la de los dinosaurios
(ministros y dirigentes que acompañaron al general durante su gobierno
dictatorial de 1971-79) y la de los pitufos (los jóvenes
derechistas nucleados detrás de la figura del vicepresidente Jorge
Tuto Quiroga). Como los rumores de que Banzer no podrá
retornar a ocupar el sillón presidencial aumentan cada día,
los dinosaurios temen que el ascenso de Quiroga al poder termine desplazándolos
de los ministerios que ocupan actualmente, que son los más estratégicos:
Interior, Presidencia e Informaciones, además de la jefatura partidaria,
un cargo vital a la hora de digitar quién será el candidato
presidencial adenista en las próximas elecciones, que se realizarán
en junio de 2002.
La pelea salpicó también a los partidos de la Mega (como
se conoce a la coalición de gobierno), que temen que un futuro
cambio de gabinete los deje también descolocados. El Movimiento
de Izquierda Revolucionaria (MIR) del ex presidente Jaima Paz Zamora sería,
de producirse este terremoto político, el más afectado,
ya que es quien mayores cuotas de poder tiene en el gobierno. Por no hablar
de la Unión Cívica Solidaridad, de Johnny Fernandez, que
tiene su feudo político en la segunda ciudad del país, Santa
Cruz de la Sierra. Ex propietario de la Cervecería Boliviana Nacional,
comprada hace unos meses por la Quilmes, Fernandez ha participado de este
gobierno utilizando siempre el chantaje político: si no le dan
lo que piden, tiene el poder suficiente para dejar al Ejecutivo en minoría
en el Parlamento. Pero Quiroga parece tener otros planes en la galera:
uno de los escenarios posibles que se baraja en círculos políticos
en las últimas horas es convocar a un gobierno de unidad nacional,
con el principal partido opositor, el Movimiento Nacionalista Revolucionario,
adentro. Esta perspectiva le pone los pelos de puntas, no sólo
a la UCS, sino también al MIR.
Pero de nada valdrán los malabares políticos del presidente
interino si la alianza que se concretó ayer entre el líder
de la Central Sindical Unica de Trabajadores Campesinos Bolivianos (CSUTCB),
Felipe Quispe, y el diputado y dirigente cocalero Evo Morales se traduce,
como en abril y septiembre del año pasado, en un bloqueo generalizado
de caminos desde el lunes. Quispe, apodado el Mallku (Cóndor,
en aymará), convocó a un bloqueo hace 15 días y sólo
le respondieron las provincias del Altiplano fronterizas con Perú,
donde tiene su fuerte. El gobierno desestimó el diálogo
y envió a los militares a la región. El pasado domingo hubo
enfrentamientos entre los efectivos y los indígenas, que culminaron
con ocho campesinos heridos de bala.
La protesta estaba muerta políticamente, hasta que el Mallku
sorprendió a todos, apareciendo en una conferencia de prensa ayer
junto asu otrora archienemigo, Evo Morales, con fuerte ascendencia entre
los cocaleros de la zona del Chapare (región tropical situada entre
Cochabamba y Santa Cruz de la Sierra), y Oscar Olivera, el dirigente sindical
cochabambino que se hizo famoso en abril del 2000 por liderar la revuelta
que llevó a la ciudad a vivir una especie de Cordobazo a lo boliviano.
Los tres líderes sociales más importantes de Bolivia, unidos,
pueden llegar a poner al país en jaque. Y terminar de darle el
golpe definitivo a un gobierno que, sin Banzer al frente, no parece saber
muy bien a qué atenerse.
LA
HUELGA DE BAHIA SE REFUERZA CON UNA OLA CRIMINAL
Cuando la policía se alía al delito
Por Darío
Pignotti
Desde San Pablo
La mayor sedición armada
de Brasil en los últimos años entró en su día
número 14. Ayer al mediodía la situación volvió
a tensarse en Bahía. Los policías en huelga informaron que
la medida continuará luego de frustrarse el acuerdo con el gobierno
mientras, en la Orla bahiana, el ejército rodeaba un banco presuntamente
tomado por asaltantes. ¿Hasta cuándo seguiremos en
esta guerra?, reclamó una mujer escoltada por guardaespaldas.
Por sus implicancias, este paro no es apenas gremial: los agentes del
orden han desafiado los fundamentos del Estado al apropiarse del poder
de fuego público. Es un problema que compromete la seguridad
nacional, analizó el coronel Geraldo Cavagnari, investigador
de la Universidad de Campinas. Ayer, comercios y avenidas volvieron a
poblarse parcialmente cuando algunos policías, el 30 por ciento,
retomaron sus obligaciones y el ejército continuaba patrullando.
El número de asesinatos se redujo, pero los saqueos continuaron
en la noche.
Hasta ayer las tanquetas no habían recibido orden de apostarse
ante los cuarteles, donde el clima era explosivo luego del fracaso de
las negociaciones: las bases hicieron saber en asamblea que no darán
un paso atrás, aunque algunos de sus líderes aconsejen lo
contrario. El saldo provisorio de la huelga de brazos caídos, pero
armados, es de 26 personas asesinadas el fin de semana contra un promedio
de 6.
La crisis conmociona a todo el poder político, desde el presidente
hasta la oposición. El diputado Walter Pinheiro, del Partido de
los Trabajadores, teme que el ejemplo bahiano coseche émulos. El
panorama nacional indica que así podría ser. Ayer la policía
de Pernambuco, en el nordeste, continuaba en huelga y al sur, en Curitiba,
esposas de policías mantenían el bloqueo de un cuartel.
También hay amenazas de paro en Alagoas, Ceará, Brasilia,
Minas Gerais y Tocantis. La Asociación Nacional de Cabos y Soldados
anunció, a través de su presidente, que si paramos,
paramos hasta el año que viene; por eso pedimos que nos atienda
Presidencia cuanto antes.
En San Pablo la temible PM pide aumento para sus 90.000 cuadros y presiona:
106 presos fugaron hace 10 días en las narices de los guardias.
Esa cadena de síntomas dejan al desnudo la impotencia del poder
central. El ejército tampoco bastaría para dar cuenta de
una rebelión extendida: si las policías de San Pablo, Río,
Bahía y Minas entraran en huelga simultáneamente reunirían
más hombres que los federales
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