Por Lola Galán
Desde
Roma
Génova vivió
ayer, a tres días del inicio de la cumbre del G8, otra jornada
de tensión, con falsas amenazas de bomba y registros policiales
en los centros sociales donde se concentran los grupos de activistas más
radicales del movimiento antiglobalización. Las fuerzas de seguridad
realizaron diversos registros también en Florencia, Turín,
Milán y Nápoles, donde los grupos anarquistas tienen una
mayor implantación, en busca de pistas sobre el atentado que hirió
el lunes en Génova a un joven carabiniere. Entre tanto,
los militantes y numerosos líderes del partido de los Demócratas
de Izquierda (DS), principal fuerza de la izquierda italiana y de la coalición
El Olivo, confirmaron su asistencia a la manifestación prevista
para el sábado 21 en Génova, contra la globalización.
El ex primer ministro Massimo DAlema admitió la posibilidad
de desfilar él mismo entre los activistas del Foro Social de Génova
(GSF): Tengo que mirar mi agenda todavía, declaró
a los periodistas.
La toma de posición oficial de los DS no ha dejado de causar perplejidad
en sectores políticos de la oposición e incluso de El Olivo
y contribuye, en todo caso, a crear confusión entre manifestantes
verdaderos y miembros del establishment político y
social. Los diesinos han elegido para desfilar por las calles
de Génova, una de las manifestaciones más civilizadas de
las que se preparan para subrayar el rechazo a la cumbre de los siete
países más industrializados más Rusia que se celebra
este fin de semana en la ciudad costera del noroeste italiano. La convocatoria
del sábado procede del Foro Social de Génova (GSF), que
agrupa a casi 800 asociaciones variadas, la inmensa mayoría italianas,
y se plantea como un desfile lúdico y festivo, al menos teóricamente,
según ha confesado el portavoz del GSF, Vittorio Agnoletto. Dentro
del Foro cabe todo: centenares de grupos católicos y grupos más
radicales como los Tute Bianche o los sindicatos de base (cobas),
que han amenazado con invadir la zona roja cuando se inicie
la cumbre.
Más inquietud provoca entre las autoridades y las fuerzas del orden
la marcha de los inmigrantes prevista para el jueves, antes de que lleguen
a Génova los presidentes de Estados Unidos y Francia y los jefes
de gobierno de Francia, Reino Unido, Alemania, Canadá, Japón,
Rusia e Italia. Y, sobre todo, la manifestación convocada por los
cobas, los sindicatos más radicales, que se desarrollará
el mismo viernes. En un comunicado difundido por uno de estos grupos se
criticaba con dureza la política de los grandes de la Tierra, obsesionados
por los beneficios y por la defensa de sus propios intereses. Los
ciudadanos tienen derecho a un trabajo, a salarios europeos, a una casa,
a la tranquilidad y a la felicidad, se leía en el documento.
En vísperas de que se cierre completamente el anillo de seguridad
en torno a Génova, los representantes del GSF obtuvieron una promesa,
no confirmada aún, de las Ferrovías del Estado para reducir
el cierre de la estación de Brignole, una de las principales, entre
las 14.00 del jueves y las 19.00 del sábado 21 de julio. A ello
se añade la luz verde de las autoridades para que lleguen a esta
estación 28 trenes especiales que desembarcarán a unos 35.000
manifestantes en la capital. Otro mensaje optimista, según Agnoletto,
respecto a la posibilidad de mantener todavía abierto un canal
del diálogo con el poder, ha llegado del ayuntamiento de Génova
(con alcalde de centroizquierda), que se ha prestado gentilmente a correr
con los gastos de alojamiento del centenar largo de vips invitados
a participar en el Foro Público una semana de debates paralelos
organizado por el GSF.
Las fuerzas de policía en uniforme y en borghese (de
paisano) que han tomado literalmente Génova temen sobre todo la
ofensiva del ala radicaldel movimiento anarquista, versión insurreccional
en Italia. Estos grupos han sido señalados por los investigadores
como los presuntos responsables del atentado del lunes, y de la colocación
de un artefacto incendiario en la zona donde se concentran los Tute
Bianche que fue desactivado el mismo día por los artificieros.
Algunos diarios italianos aseguraban que existen sospechas de una participación
del extremismo vasco en estos atentados, o incluso islámico.
Claves
La cumbre de Génova
este viernes y sábado entre los siete países más
industrializados y Rusia es la próxima parada del movimiento
global antiglobalización, después de los hitos de
Seattle, Washington, Londres, Praga y Niza, entre otras protestas
a las puertas de los cónclaves entre poderosos.
Para este G8, los dispositivos
de seguridad incluyen misiles antiaéreos y el enjaule
de la zona roja en torno al Palacio Ducal donde se celebrará
la cumbre.
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DESDE
JOSE BOVE Y SAMIR AMIN HASTA HEBE DE BONAFINI
Qué es el nuevo Foro Social
Por L. G.
Desde
Roma
Génova disfruta del placer
de ser el ombligo del mundo, al menos por esta semana. Antes de que se
inicie la cumbre de los jefes de Estado y de Gobierno de los siete países
más industrializados del mundo, con Rusia como octavo invitado,
el Foro Social de Génova (FSG), una coordinadora amplísima
que reúne centenares de organizaciones antiglobalización
italianas, inauguró el lunes su Foro Público, una semana
de debates en los que intervendrá casi un centenar de gurúes
de la antiglobalización.
Se trata de gente como la norteamericana (nacionalizada francesa) Susan
George, bautizada por la prensa italiana como Pasionaria por su larga
lucha desde el Observatorio sobre la Mundialización que dirige
a favor de la introducción de un impuesto que grave las transacciones
financieras, o el francés José Bové, que hablará
sobre seguridad alimentaria. George abrió el debate e intervino
en la sesión plenaria que llevaba un título elocuente: Este
mundo no está en venta. En la misma sesión participó
el sociólogo filipino Walden Bello, que centró su discurso
en la Organización Mundial de Comercio y en la liberalización
del comercio en general.
A lo largo de la semana intervendrán también Pedrag Matvejevic,
profesor de las universidades de Zagreb y París, que tratará
el tema de la paz en los Balcanes, y el economista egipcio Samir Amin,
presidente del Foro Mundial de las Alternativas. Como el G-8, el FSG ha
dispuesto de un equipo especial para preparar temas e intervenciones,
aunque las sesiones no se desarrollan en un marco principesco como el
palacio Ducal, sino bajo una carpa en el parque Gilberto Govi, de Génova.
La mezcla de invitados es tan compleja como desordenada, porque, junto
a estudiosos y santones del no global, el foro ha dado espacio a personajes
de un variado y amplio espectro de protesta. Desde Marina dos Santos,
representante del movimiento brasileño de los Sin Tierra, hasta
un miembro de la organización de jueces Magistratura Democrática,
o la presidenta del Movimiento de Madres de la Plaza de Mayo, Hebe de
Bonafini. Según sus organizadores, el Foro Público es la
expresión de un movimiento que no se limita a tomar la calle para
protestar contra los abusos de una globalización hecha a la medida
de las multinacionales, sino que propone alternativas y desarma las coartadas
de los poderosos.
Aun así, los debates dejarán paso, a partir del jueves,
a las grandes manifestaciones convocadas. La primera, ese mismo día,
será la de los inmigrantes, a la que seguirán el viernes
y el sábado dos grandes marchas en las que está prevista
la presencia de unas 150.000 personas. El domingo, coincidiendo con la
clausura de la cumbre, discurrirá la cuarta de las grandes marchas.
LOS
HABITANTES DE LA ZONA ROJA, EN UNA JAULA
Visiones de una ciudad amurallada
Por L.G.
Desde
Roma
El alcalde de Génova,
Giuseppe Pericu, del partido de los Demócratas de Izquierda, ha
expresado estos días la preocupación que comparten muchos
habitantes del centro histórico de la ciudad, agobiados por el
dispositivo policial que ha militarizado su barrio. La policía
debe de tener en cuenta que estos días previos a la cumbre tiene
enfrente a meros ciudadanos, no a enemigos. Pericu no ha ocultado
su disgusto por la anticipación con la que se ha puesto en marcha
el dispositivo de seguridad que deja a los habitantes de la zona
roja donde se alza el Palacio Ducal sede de la cumbre del
G8 literalmente atrapados en una jaula. El enjambre
de calles y callejuelas del centro antiguo de Génova presenta un
aspecto similar al de algunos barrios de Belfast en tiempos de marchas
y disturbios. Las calles han quedado cortadas en 240 puntos por altísimas
vallas de metal tupido que quedarán selladas a partir
del jueves.
El alcalde hubiera querido menos policía y menos vallas, pero al
final se ha impuesto un concepto global de seguridad y, según la
prensa italiana, se ha adoptado el mismo sistema de blindaje
utilizado el pasado abril en Quebec, durante la reunión del Nafta.
A ello se añade el cierre prácticamente total de los comercios
y dependencias oficiales, en algunos casos por temor a disturbios y en
otros por decisión gubernamental, con lo que la ciudad quedará
vacía y silenciosa. Los días previos a la cumbre han estado
caracterizados por la psicosis terrorista, con falsas amenazas de bomba
que, en dos casos al menos, han resultado reales. Un clima poco propicio
para los genoveses, muchos de los cuales han optado por abandonar la ciudad.
Miles de personas han decidido adelantar las vacaciones o tomarse un largo
fin de semana para respirar un poco de tranquilidad lejos del G-8. A los
que se quedan, el alcalde les ha sugerido, atendiendo a una petición
del primer ministro, Silvio Berlusconi, que eviten tender la ropa en las
fachadas. No por razones de seguridad, obviamente, sino por una cuestión
estética. Il Cavaliere quiere que Génova, renovada y restaurada,
resplandezca y que sus invitados se lleven una impresión perfecta
de la ciudad, del país y de su anfitrión.
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