Por Diego Fischerman
Toda la música
de este álbum fue compuesta durante un período muy triste
de mi vida. Estaba sin mujer y en plan de olvidarla cumpliendo mi esperado
sueño en Tijuana. Pero ni siquiera Tijuana podía satisfacerme
a pesar de la corrida de toro o cualquiera de las cosas que ustedes
quieran imaginar en una ciudad abierta y salvaje. Tras encontrarme
con el aguijón del tequila, sal y limón en la boca y quemándome
la nariz, decidí beneficiarme musicalmente de esa experiencia y
componer y recrear lo que sentía y veía a mi alrededor.
Y esto incluía un strip tease en uno de los varios locales nocturnos
que son la industria principal de Tijuana (`efectivo de la mano de yanqui).
El párrafo pertenece a las líneas originales de un disco
maldito al que, sin embargo, Charles Mingus consideraba su mejor obra.
Tijuana Moods, grabado en 1957, había sido publicado por primera
vez en 1962. Y el resultado era, en realidad, lo que había quedado
de una edición que no había respetado casi nada. Los solos
se cortaban en la mitad o directamente faltaban, las estructuras de los
temas cambiaban radicalmente y, para peor, los cortes y pegatinas eran
audibles. La reciente edición por parte de RCA de un álbum
doble, que además de lo que estaba en el LP original incluye un
álbum completo con tomas alternativas (en forma completa) permite
comprobar algunas de esas diferencias. El tema Dizzy Moods,
por ejemplo, en la versión editada dura 2 minutos menos que en
la otra toma (lo mismo sucede con Los Mariachis, Tijuana
Gift Shop y Flamingo. El único tema que dura
más o menos lo mismo es Ysabels Table Dance que
se extiende a 1026 en un caso y a 1024 en el otro.
Pero más allá de las duraciones hay dos cuestiones que hacen
a esta nueva versión imprescindible. Una es la distancia musical
entre las dos presentaciones de cada tema que se incluyen (particularmente
en los solos del genial trombonista Jimmy Knepper). La otra es que en
la nueva edición aparece, por primera vez en CD, una cinta recientemente
descubierta en los archivos de la RCA, el tema A Coloquial Dream
(Scenes in the City), grabado en la mismas sesiones que Tijuana
Moods y similar al editado originalmente en un disco del sello Bethlehem,
llamado A Modern Symposium of Jazz and Poetry.
Relectura (o simple invención) de un supuesto españolismo
(la sucesión armónica en Ysabels Table Dance
sugiere el mismo tipo de escala que Miles Davis y Bill Evans usaron en
Flamenco Sketches, John Coltrane en Olé
y Chick Corea en La Fiesta), la música de este primer
disco de Mingus para un sello grande pone de manifiesto el grado de novedad
con el que estaba jugando. En rigor, ciertas demoras editoriales perjudicaron
bastante la visión histórica sobre su obra. Tijuana Moods
fue editado cinco años después de su grabación y
Blues & Roots, registrado en 1959, fue publicado catorce meses más
tarde. La demora no parece significativa y en parte se explica porque
la compañía Atlantic (lejos entonces de la multinacional
en la que se convirtió con el tiempo) estaba también sacando
a la venta los primeros discos en ese sello de Coltrane y Ornette Coleman.
Pero esa tardanza oscurece el hecho de que el maravilloso caos planificado
de Wednesday Night Prayer Meeting anticipa a All Blues
de Davis en su uso simultáneo de un compás rápido
de seis tiempos y uno de cuatro. Esa misma característica rítmica
ya aparecía insinuada en el primer tema de Tijuana Moods (Dizzy
Moods) y, según algunos analistas, provendría de las
clásicas hemiolas de la música folklórica mexicana.
Duke Ellington, Art Tatum, Charlie Parker y la iglesia, de ahí
es de donde viene mi música, decía Mingus. Y agregaba:
También viene de la manera en la que me habla el mozo de
un bar o de cosas como esa. Joni Mitchell, en el álbum Mingus
su perfecto homenaje de 1978 cantaba ¿Cuál
va a ser, Mingus 1, 2 o 3/ ¿Cuál de ellos pensás
que él querría que el mundo viera?/ Bueno, la opinión
del mundo no es de mucha ayuda/ cuando un hombre sólo está
intentando saber/ como sentirse acerca de sí mismo./ En el plan/
(en ese borrador de un plan) Dios debe ser el Hombre de la Bolsa.
La melodía era de Mingus: God Must Be a Boogie Man.
En enero delaño siguiente, el hombre de la bolsa murió en
México. Su sueño de Tijuana había terminado.
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