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a música inventada a lo largo
de un sueño realizado en Tijuana

Charlie Mingus grabó en 1957 un disco genial. Ahora se publican por primera vez las tomas alternativas y un registro recién descubierto.

Charlie Mingus fue contra-
bajista y compositor de jazz.
Su música anticipó las grandes líneas del género en los ‘60.

Por Diego Fischerman

“Toda la música de este álbum fue compuesta durante un período muy triste de mi vida. Estaba sin mujer y en plan de olvidarla cumpliendo mi esperado sueño en Tijuana. Pero ni siquiera Tijuana podía satisfacerme –a pesar de la corrida de toro o cualquiera de las cosas que ustedes quieran imaginar en una ciudad abierta y salvaje–. Tras encontrarme con el aguijón del tequila, sal y limón en la boca y quemándome la nariz, decidí beneficiarme musicalmente de esa experiencia y componer y recrear lo que sentía y veía a mi alrededor. Y esto incluía un strip tease en uno de los varios locales nocturnos que son la industria principal de Tijuana (`efectivo de la mano de yanqui’).” El párrafo pertenece a las líneas originales de un disco maldito al que, sin embargo, Charles Mingus consideraba su mejor obra. Tijuana Moods, grabado en 1957, había sido publicado por primera vez en 1962. Y el resultado era, en realidad, lo que había quedado de una edición que no había respetado casi nada. Los solos se cortaban en la mitad o directamente faltaban, las estructuras de los temas cambiaban radicalmente y, para peor, los cortes y pegatinas eran audibles. La reciente edición por parte de RCA de un álbum doble, que además de lo que estaba en el LP original incluye un álbum completo con tomas alternativas (en forma completa) permite comprobar algunas de esas diferencias. El tema “Dizzy Moods”, por ejemplo, en la versión editada dura 2 minutos menos que en la otra toma (lo mismo sucede con “Los Mariachis”, “Tijuana Gift Shop” y “Flamingo”. El único tema que dura más o menos lo mismo es “Ysabel’s Table Dance” que se extiende a 10’26” en un caso y a 10’24” en el otro. Pero más allá de las duraciones hay dos cuestiones que hacen a esta nueva versión imprescindible. Una es la distancia musical entre las dos presentaciones de cada tema que se incluyen (particularmente en los solos del genial trombonista Jimmy Knepper). La otra es que en la nueva edición aparece, por primera vez en CD, una cinta recientemente descubierta en los archivos de la RCA, el tema “A Coloquial Dream (Scenes in the City)”, grabado en la mismas sesiones que Tijuana Moods y similar al editado originalmente en un disco del sello Bethlehem, llamado A Modern Symposium of Jazz and Poetry.
Relectura (o simple invención) de un supuesto españolismo (la sucesión armónica en “Ysabel’s Table Dance” sugiere el mismo tipo de escala que Miles Davis y Bill Evans usaron en “Flamenco Sketches”, John Coltrane en “Olé” y Chick Corea en “La Fiesta”), la música de este primer disco de Mingus para un sello grande pone de manifiesto el grado de novedad con el que estaba jugando. En rigor, ciertas demoras editoriales perjudicaron bastante la visión histórica sobre su obra. Tijuana Moods fue editado cinco años después de su grabación y Blues & Roots, registrado en 1959, fue publicado catorce meses más tarde. La demora no parece significativa y en parte se explica porque la compañía Atlantic (lejos entonces de la multinacional en la que se convirtió con el tiempo) estaba también sacando a la venta los primeros discos en ese sello de Coltrane y Ornette Coleman. Pero esa tardanza oscurece el hecho de que el maravilloso caos planificado de “Wednesday Night Prayer Meeting” anticipa a “All Blues” de Davis en su uso simultáneo de un compás rápido de seis tiempos y uno de cuatro. Esa misma característica rítmica ya aparecía insinuada en el primer tema de Tijuana Moods (“Dizzy Moods”) y, según algunos analistas, provendría de las clásicas hemiolas de la música folklórica mexicana.
“Duke Ellington, Art Tatum, Charlie Parker y la iglesia, de ahí es de donde viene mi música”, decía Mingus. Y agregaba: “También viene de la manera en la que me habla el mozo de un bar o de cosas como esa”. Joni Mitchell, en el álbum Mingus –su perfecto homenaje de 1978– cantaba “¿Cuál va a ser, Mingus 1, 2 o 3/ ¿Cuál de ellos pensás que él querría que el mundo viera?/ Bueno, la opinión del mundo no es de mucha ayuda/ cuando un hombre sólo está intentando saber/ como sentirse acerca de sí mismo./ En el plan/ (en ese borrador de un plan) Dios debe ser el Hombre de la Bolsa”. La melodía era de Mingus: “God Must Be a Boogie Man”. En enero delaño siguiente, el hombre de la bolsa murió en México. Su sueño de Tijuana había terminado.

 

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