Por Santiago Rodríguez
El secretario de Seguridad
porteño, Facundo Suárez Lastra, se presentará como
precandidato a senador en la interna radical del próximo 12 de
agosto. No me proclamé ni me han proclamado; sólo
acepté la propuesta de encabezar una lista de unidad que represente
a todos los sectores partidarios y exprese la vocación aliancista,
explicó el funcionario a Página/12, pero su postulación
no es exactamente eso: se trata de la carta que decidió jugar el
oficialismo en el distrito en el que conviven delarruistas y nosiglistas
frente a la oposición, que postula para el Senado a Rodolfo Terragno
y parece resuelta a dar la pelea en las urnas. La candidatura de Suárez
Lastra deja en una situación poco cómoda a Aníbal
Ibarra, quien tiene una relación privilegiada con su funcionario,
pero alentaba la candidatura de Terragno en caso de que no fuera posible
llegar a un acuerdo con Elisa Carrió.
El mismo Suárez Lastra dio la pauta de que delarruistas y nosiglistas
no sólo apuestan a la unidad con su candidatura, sino también
a fortalecer su lista para el caso de que la oposición mantenga
su decisión de confrontar en las urnas: Si el otro grupo
resuelve presentarse a la interna para aprovechar el desgaste del Gobierno
y así forzar un alternativismo en el radicalismo del distrito,
por responsabilidad y por el compromiso que tengo con el radicalismo voy
a expresar esta propuesta, adelantó el ex intendente en la
que constituyó su primera declaración electoral.
La réplica de la oposición la alianza entre terragnistas,
Jesús Rodríguez, alfonsinistas y algunos ex nosiglistas
y ex delarruistas fue casi instantánea: Facundo es
un cachivache. Se dice progresista, alfonsinista, que se identifica plenamente
con Ibarra y ahora va a ir a salvarle las papas a (Fernando) de la Rúa
y todo su entorno antialiancista, dijeron. También destacaron
que su candidatura deja en claro el hemisferio partidario: De la
Rúa, (Enrique) Nosiglia y Fernando De Santibañes, por un
lado, y por otro a Terragno, Rodríguez, (Leopoldo) Moreau y (Federico)
Storani.
La respuesta al flamante candidato oficialista no fue la única
muestra que dieron los opositores de su decisión de ir a la interna,
sino que también hicieron pública la carta que Terragno
enviará a los afiliados a propósito de su postulación.
Vamos a demostrar que el progresismo es compatible con la eficiencia
y que la racionalidad es compatible con la equidad, sostiene el
ex jefe de Gabinete en el texto, en el cual reivindica las promesas que
formuló la Alianza en el 99 y sostiene que podían
y debían ser cumplidas. Dice también que en
una lista única tendría riesgo cero, pero recuerda
que varias veces rechazó esa posibilidad porque lo que está
en juego no es apenas una candidatura sino un proyecto que
permitirá que la Argentina salga de la crisis.
La determinación de la oposición que ayer mismo, incluso,
pidió la reserva del nombre Lista Encuentro para presentarse a
la interna no es nueva y por eso Nosiglia resolvió recurrir
a la figura de Suárez Lastra, una elección inteligente,
ya que se trata de un dirigente que siempre mostró vocación
aliancista y, de hecho, es funcionario del gobierno porteño.
Ya en su primer día de campaña, y ante las críticas
de sus adversarios por haber decidido representar al delarruismo, Suárez
Lastra empezó a explotar ese perfil. Soy un dirigente con
criterio independiente, proaliancista de toda la vida y no voy a entrar
en chicanas. Tengo enorme respeto por todos los sectores radicales y si
hay internas, cada uno tendrá que exponer su pasado reciente y
lo que ha hecho, aclaró a este diario.
La postulación de Suárez Lastra deja fuera de carrera al
actual senador José María García Arecha, quien anhelaba
renovar su banca. Como primer candidato a diputado el oficialismo mantendrá
al titular de la Cámara baja, Rafael Pascual. Además de
Terragno como senador, la oposición postula a Rodríguez
como titular del Comité Capital. En el primer lugar de la lista
de diputados podría ir la legisladora Gabriela González
Gass, quien para mañana a la noche tiene organizada una cena junto
a Storani y Moreau.
OPINION
Por Manuel Justo Gaggero *
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Buscando en la oscuridad
Hace 25 años, el 19 de julio de 1976, un comando
de militares y policías irrumpió, violentamente, en
un departamento ubicado en la calle Venezuela al 3100 de Villa Martelli
en el que se encontraban Mario Roberto Santucho y su compañera
Liliana Delfino; Benito Urteaga y su hijo de sólo tres años
de edad; Domingo Menna y su compañera Ana Lanzilotto de Menna,
embarazada de seis meses. La patota encabezada por el
capitán Juan C. Leonetti asesinó a Urteaga, hirió
gravemente a Santucho y detuvo e hizo desaparecer a los demás.
Los agredidos por la violencia del terrorismo de Estado eran dirigentes
del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), dirección
político militar del Ejército Revolucionario del Pueblo
y se encontraban en ese lugar para despedir a su secretario general,
el Robi Santucho, que viajaba en esos días al
exterior. En el hecho perdió la vida, también, el
militar que dirigía el operativo, hoy homenajeado por el
general Brinzoni, y por un gobernador de la Alianza que le ha impuesto
su nombre a una escuela de la localidad entrerriana de María
Grande.
Los diarios de la época publicaron, con grandes titulares,
lo que consideraron la principal batalla contra el extremismo.
Por su lado, el comandante general del Ejército, con la firma
del dictador Videla, asumió la responsabilidad en el hecho,
reconociendo sólo la muerte del secretario general
del ERP, y señalando que los restantes delincuentes
muertos no habían sido identificados. De esta eufemística
forma adelantaban cuál iba a ser el destino de los detenidos-desaparecidos.
Dos semanas después, del tema no se habló más;
la noticia desapareció de los diarios y los familiares se
estrellaron contra el silencio.
Veinte años más tarde, patrocinando a los hijos de
Santucho, al hermano de Urteaga y a la hermana de Ana Lanzilotto
de Menna, presentamos un recurso de hábeas data
para saber cuál había sido el destino de los cadáveres
asesinados y el paradero de los detenidos. Las respuestas parecían
querer burlarse del dolor de los familiares. Efectivamente, el Ejército,
encabezado en ese momento por el Tte. Gral. Martín Balza
negó tener información. La Gendarmería y la
Policía Federal manifestaron que los desaparecidos no se
encontraban detenidos en ninguna de sus unidades.
Frente a esta burla al derecho a la verdad y al duelo, realizamos
una nueva presentación ante la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal
que se declaró incompetente, remitiendo las actuaciones a
la Cámara de San Martín, que entendió que los
delitos no eran perseguibles penalmente por la vigencia de las leyes
de obediencia debida y punto final sancionadas durante el gobierno
de Raúl Alfonsín.
Con este criterio consideró que la cuestión se reducía
a una información sumaria que debía radicarse en un
Juzgado Federal Civil y Contencioso Administrativo. De esta forma
comienza a intervenir el Juzgado de San Martín Nº 2,
Secretaría Nº 3, que, por suerte, es un refugio de la
Justicia en serio. Su titular Alfredo Bustos, y la secretaria Martina
Forns comenzaron una investigación profunda, citaron a testimoniar
al dictador Videla y los todavía generales Ribero,
Verplatsen, Bussi, entre muchos otros, dispusieron excavaciones
en las instalaciones en la Unidad Militar de Campo de Mayo, requirieron
la desclasificación de la documentación que, vinculada
al caso, pudiere tener el Departamento de Estado de los Estados
Unidos y, en un expediente con más de 1800 fojas, reconstruyeron
los hechos que siguieron a aquel fatídico 19 de julio.
Así se pudo comprobar que Santucho llegó en una ambulancia
al Hospital Militar de Campo de Mayo con serias heridas, que horas
más tarde le provocaron la muerte. Que su cadáver,
junto con el de Urteaga, quedó depositado en la morgue de
dicho nosocomio, siendo exhibido como un trofeo de la
guerra que libraron las Fuerzas Armadas. Domingo Menna
fue trasladado al campo de detenidos denominado Las
Cañitas, en el propio Campo de Mayo, siendo sometido a salvajes
torturas durante meses, hasta que finalmente fue trasladado,
o sea, su cuerpo arrojado a las aguas del Atlántico; su compañera
siguió la misma suerte, después de dar aluz en la
maternidad clandestina ubicada en el campo militar.
Liliana, también torturada, vejada y víctima de un
trato cruel y aberrante, fue trasladada a los siete
meses del día de su caída.
El cadáver de Mario Roberto Santucho fue exhibido embalsamado,
en el denominado Museo de la Subversión, que
llevaba el nombre de su asesino. En esta búsqueda de la verdad
nos hemos internado en un verdadero túnel kafkiano construido
por los responsables del terrorismo de Estado para ocultarlas. Seguiremos
buscando.
* Abogado y docente.
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