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Por favor, no nos invadan, que
queremos una cumbre árabe ya

Después del despliegue militar israelí más importante desde el comienzo de la Intifada, con decenas de tanques acantonados en lo que los palestinos temen que sea el preludio de una invasión, Yasser Arafat pidió una cumbre urgente de la Liga Arabe.
El presidente egipcio Hosni Mubarak dijo que no “puede haber paz con (el premier israelí) Sharon”. Y el líder palestino Yasser Arafat dijo que el despliegue militar busca una ocupación.


Por Ferrán Sales
Desde Jerusalén

El presidente de la Autoridad Palestina Yasser Arafat pidió ayer la celebración urgente de una cumbre de la Liga Arabe para examinar la “escalada israelí contra los palestinos”. La petición fue anunciada pocas horas después de que decenas de tanques y centenares de soldados israelíes fueran acantonados en torno de las ciudades palestinas de Cisjordania, especialmente en Belén y Jenin, lo que constituye el despliegue militar más importante que efectúa Israel desde que se inició la Intifada y según el gobierno palestino el preludio de una supuesta invasión de los territorios autónomos.
“Necesitamos el apoyo de todas las naciones árabes para detener la agresión israelí, voy a examinar la cuestión con el rey Abdalá de Jordania, presidente de la cumbre”, aseguró ayer por la tarde el presidente palestino Yasser Arafat, al llegar a Gaza, procedente de El Cairo, donde había participado en una reunión especial del comité ministerial de la Liga, encargado de tutelar la causa palestina –Egipto, Siria, Líbano, Túnez, Marruecos, Jordania, Yemen, Arabia Saudita y Bahrein–.
La propuesta de Arafat, convocando una reunión de la Liga Arabe, fue precocinada ayer en El Cairo después de que se examinara la situación en los territorios autónomos palestinos y se acordará además, entre otras medidas, un apoyo financiero de 45 millones de dólares para la Autoridad Nacional Palestina y pedir a los jefes de Estado participantes en la reunión del G-8, que se celebrará mañana en Génova (ver notas aparte), el envío de observadores internacionales a la zona.
Si la propuesta de Arafat prospera, ésta será la tercera cumbre que la Liga Arabe celebra desde el principio de la Intifada. La primera se llevó a término en El Cairo el pasado mes de octubre, pocos días después de una reunión de mediación celebrada en la ciudad balnearia de Sharm El Cheik, y la segunda en Amán en marzo, de la que salió el acuerdo de retirada de los embajadores y los representantes diplomáticos árabes ante el gobierno de Israel.
El presidente egipcio Hosni Mubarak, que apadrina esta convocatoria de la Liga Arabe, señalaba ayer su escepticismo ante la situación de bloqueo creada en los territorios al asegurar que: “Con Sharon no hay ninguna solución, es un hombre que sólo conoce, las muertes, los ataques y la guerra. El principio de Sharon es el recurso a la fuerza, el no acepta la paz”.
La convocatoria de la Liga Arabe es la respuesta palestina a la última ofensiva militar del gobierno israelí, que ayer ordenó un despliegue masivo de tropas en los accesos de todas las ciudades de Cisjordania, especialmente en Jenin y Belén, en represalia por el lanzamiento de dos obuses de mortero sobre las viviendas del asentamiento de Gilo. Para el ejército y el gobierno aquella agresión ha supuesto una transgresión imperdonable, que ha “colmado el vaso de la paciencia”.
La maniobra militar supone, dicen analistas palestinos, un castigo psicológico. Se les somete a nuevos y complicados controles cuando intentan moverse sobre el territorio. Pero al mismo tiempo la operación tiene un segundo objetivo: permeabilizar las “fronteras” entre Israel y los territorios autónomos, impidiendo el paso de los activistas fundamentalistas, que traten de entrar en las “zonas limpiar” para efectuar actos terroristas.
El gobierno de Israel acordó asimismo apoyar esta acción militar con una serie de medidas legislativas, destinadas a entorpecer la posibilidad de que los palestinos trabajen en Israel, sancionando incluso con multas y penas de prisión a los empresarios israelíes que contraten clandestinamente a los obreros árabes. La operación, utilizada como arma punitiva durante la primera intifada, supondrá un castigo irreversiblepara los palestinos, ya que conllevará la contratación de un gran número de obreros extranjeros, posiblemente rumanos o asiáticos.
Arafat calificó este despliegue militar como una “nueva agresión contra el pueblo palestino” y aseguró que es el primer paso de una operación destinada a la ocupación de los territorios autónomos. El ministro de Asuntos Exteriores israelí, Simon Peres, contestó rápidamente, a los propósitos del líder de la OLP, afirmando que “Israel no tiene intención de reconquistar los territorios”.

 


 

MAS DIFICIL EXTRADITAR A FUJIMORI
El cuñadísimo, ponja

Mientras Japón no da lugar a la extradición del ex presidente peruano Alberto Fujimori, el mismísimo Vladimiro Montesinos, el rasputín de Fujimori, declaró tener pruebas para que lo manden de regreso a Perú y compartan la celda. Y Japón anunció ayer que le otorgó la ciudadanía al cuñado de Fujimori, Víctor Aritomi Shinto, en una medida que frustra los intentos de Lima de extraditar a su ex embajador en Tokio. En cuanto a Fujimori, Tokio desde un comienzo lo reconoció como japonés. Perú y Japón quedaron ayer al borde de la ruptura de relaciones, y el tema será reevaluado cuando dentro de diez días Alejandro Toledo asuma la presidencia peruana.
El ex mandatario Fujimori fue destituido en noviembre por el Congreso tras un escándalo de corrupción desatado por la revelación de un video de su ex asesor de inteligencia Vladimiro Montesinos. Este, actualmente en prisión –luego de su captura en Caracas el 23 de junio que tensó las relaciones con Venezuela–, dijo que Fujimori es el autor intelectual de los delitos que los que se lo acusan y que tiene pruebas de llamadas telefónicas entre Fujimori y varios presidentes, entre ellos Fidel Castro, a quien le habría pedido asilo a comandos del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru en 1997.
El cuñado del Fujimori, Aritomi, ya tiene nacionalidad japonesa y está liberado del pedido de captura hecho por Perú en junio pasado, acusándolo de enriquecimiento ilícito. Bajo el gobierno de Fujimori, Perú fue uno de los principales beneficiarios de la asistencia japonesa y uno de 14 países que recibieron préstamos anuales de Japón. Más roces en la disputa por los Fujimori afectaría las finanzas y unas relaciones que el canciller del gobierno de transición, Javier Pérez de Cuéllar, trató de conservar óptimas.
El congresista Luis Solari, brazo derecho de Toledo, calificó de “afrenta y burla” la decisión y acusó a Japón de crear “un problema internacional”, en tanto que su colega partidario el congresista Juan Velit, pidió el “retiro inmediato” del embajador peruano en Tokio.
Solari, secretario general de Perú Posible, pidió “acciones concretas a través de la cancillería y adelantó que el nuevo Congreso abrirá comisiones investigadoras para averiguar si bajo el régimen de Fujimori hubo privilegios con los intereses japoneses”. Velit, a quien la prensa menciona como candidato casi forzoso a la cancillería, demandó el “inmediato retiro del embajador porque la decisión de Tokio es una bofetada a los peruanos es hora de enojarnos ya porque –recordó– hace dos semanas Lima cursó un pedido a Interpol para capturar a Aritomi”.

 

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