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LA TASA DE DESOCUPACION NACIONAL ALCANZA AL 16,4% Y AL 17,2% EN EL GBA
El ejército de desocupados ya es record

Hay 206 mil desocupados más que hace un año. El ejército de la gente sin trabajo suma ya 2,3 millones. También creció la subocupación. Si se suman desocupados y subocupados, más de 4,4 millones de personas �uno de cada tres argentinos en edad de trabajar� tienen graves problemas laborales.

El INDEC confirmó que la desocupación a nivel nacional saltó al 16,4 por ciento, de acuerdo a la última encuesta del organismo, realizada en mayo, frente al 14,7 por ciento en octubre y al 15,4 por ciento en mayo del año pasado. Así, en un año, se agregaron 206 mil personas al ejército de desocupados, que ya cuenta con casi 2,3 millones de personas, un record desde que se efectúa la medición. En el Gran Buenos Aires, la tasa de desocupación llega al 17,2 por ciento. También creció la subocupación. Hubo una fuerte destrucción de empleo en la construcción, la industria y el comercio. Si no fuera por la creación de empleos públicos en el Gran Buenos Aires y de trabajos precarios en los servicios, la suba de la desocupación hubiera sido todavía mayor, porque mucha gente se lanzó a buscar trabajo, preocupada por la pérdida de ingresos y la inestabilidad laboral de los jefes de hogar.
“Estos números no son una sorpresa. Son números preocupantes, pero es lo que todo el mundo esperaba”, dijo el secretario de Política Económica, Federico Sturzenegger, al presentar las nuevas cifras del INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos). En conferencia de prensa, en un día con todo el aspecto de feriado en el Ministerio de Economía, Sturzenegger repartió las planillas que, hace semanas, causan espanto en todo el gobierno.
Los datos, correspondientes a la encuesta de hogares de mayo, confirman la fuerte suba de la desocupación durante el último año de gestión de la Alianza, cuando pasaron por Economía tres ministros: José Luis Machinea, Ricardo López Murphy y Domingo Cavallo. Son las siguientes:
En mayo, la desocupación a nivel nacional alcanza el 16,4 por ciento, un punto más que hace un año.
Esto significa que 2.283.000 personas están buscando activamente empleo y no lo encuentran. Son 206 mil desocupados más que hace un año.
La tasa de subocupación –aquellos que trabajan menos de 35 horas semanas y quisieran trabajar más– llega al 14,9 por ciento frente al 14,5 por ciento un año atrás. Esto representa, en todo el país, 2.130.000 subocupados, 126 mil más que hace un año.
Si se suman desocupados y subocupados, se tiene que hay más de 4,4 millones de personas –uno de cada tres argentinos en edad de trabajar– con graves problemas laborales.
La destrucción de puestos de trabajo fue muy marcada en la construcción, la industria y el servicio doméstico (ver aparte). En cambio, al menos el Gran Buenos Aires, se crearon empleos en la administración pública (asociados a los planes Trabajar), los servicios y el transporte.
Según los funcionarios de Economía, la desocupación aumentó entre los jefes de familia, especialmente de “edad avanzada”.
Mirado por ciudades, Mar del Plata, Santiago del Estero, Salta, la Rioja, Corrientes, Catamarca, Resistencia y la Ciudad de Buenos Aires son las que mostraron un mayor aumento de la tasa de desocupación en el último año. En tanto que los centros urbanos con más altos índices de desempleo son Catamarca (22,3 por ciento), Gran Rosario (20,2), Mar del Plata (19) y los partidos del conurbano bonaerense (18,7). San Salvador de Jujuy, Concordia y Tucumán, también padecen tasas superiores al 18 por ciento (ver aparte).
Los funcionarios del equipo económico se preocuparon por remarcar que, pese al aumento de la desocupación, se había creado en el último año 274.000 puestos de trabajo. Que se creen nuevos empleos y que la desocupación aún así crezca se explica porque se lanzaron al mercado laboral en el último año unas 480 mil personas. Y, ya se sabe, el INDEC califica de desocupados a aquellos que buscan “activamente” empleo y no lo encuentran.
Semejante incremento de la gente que salió a buscar empleo se explica, según los expertos, “por la caída de ingresos y la inestabilidad laboral”. “Cuando un empleado formal pierde parte de los ingresos envía a su mujer o a sus hijos a buscar trabajo para complementarlos. Además, cuanto mayor esla inseguridad, la incertidumbre sobre el empleo, más probable es que los llamados perceptores secundarios de ingresos intenten incorporarse al mercado de trabajo”, explica Daniel Kotzer, director de empleo del Ministerio de Trabajo. Tal teoría contrasta con la que venían sosteniendo hasta ahora los analistas, que predecían una caída de la llamada “tasa de actividad” en base al “factor desaliento”: se suponía que, en medio de una prolongada recesión, mucha gente que pasó meses buscando empleo sin suerte, dejaría de hacerlo, ya sin esperanzas ni recursos para continuar la búsqueda. Recordar que, para el INDEC, un desempleado que no manifiesta al encuestador estar buscando trabajando, no es un desocupado sino un “inactivo”.
Sea como fuere, lo que resulta verdaderamente difícil de explicar es cómo fue que se crearon tantos puestos de trabajo en un año en el que cayó fuertemente el producto. Para los economistas, la lógica dice que el empleo crece cuando se expande el PBI, mientras que cae cuando el producto se contrae. Es una relación directa, aunque después puede discutirse en qué medida un aumento (o caída) de la actividad crea (o destruye) trabajo. Una interpretación que ensayaban ayer los funcionarios para explicar que esa lógica se haya roto apuntaba a la precarización del mercado de trabajo. Así, mientras por un lado hubo destrucción de puestos de trabajo “formales”, como muestran las encuestas del Ministerio de Trabajo que registran exclusivamente este segmento del mercado laboral, por el otro se crearon más puestos de trabajo precarios, informales, o en negro. Típicamente, es el caso de un trabajador despedido de una fábrica o de un empleado de oficina que, con al indemnización, pone un kiosco, un comercio, o compra un remis para trabajarlo con uno o varios socios. Pero también puede ser el caso de trabajadores que son despedidos de empresas, porque sus tareas ahora son subcontratadas a empresas de servicios, intensivas en empleos más baratos.

 

Subas y bajas en el país

La desocupación en Mar del Plata pasó del 14,6, un nivel en mayo del 2000 similar al promedio nacional, al 19 por ciento en mayo último. En Santiago el salto fue de 3,6 puntos porcentuales, pero ahí la desocupación todavía es “baja”: 12,2 por ciento. Otras de los ciudades donde aumentó fuerte el desempleo fue Salta, con 3,3 puntos porcentuales; algo similar a lo que sucedió en La Rioja, Corrientes y Catamarca. Pero, sin duda, uno de los incrementos más preocupantes fue el que se notó en la Ciudad de Buenos Aires, donde la tasa pasó del 11,4 al 13,4. En cambio, hubo fuertes bajas en la tasa de desocupación en Concordia (del 22,4 al 18,5), en Posadas (del 7,7 al 4,1), en Paraná (de 17,7 a 14,1), en Neuquén (de 17,7 a 15,2), en Río Cuarto (de 13,2 a 11),y, aunque todavía permanece en niveles elevadísimos, en Tucumán (de 20 a 18,4). En el Gran Córdoba, en tanto, volvió a haber, por segunda vez consecutiva, una leve baja de la desocupación (del 13,4 al 12,7), lo que seguramente reinstalará el debate sobre la políticas llevadas adelante por el gobernador José Manuel de la Sota. Como es sabido, De la Sota, uno de los presidenciables del justicialismo para el 2003, insiste que su “política de reducción de impuestos”, opuesta a la del gobierno nacional, es lo que le permitió a su provincia mantener los niveles de empleo, pese a la crisis. Sin embargo, en Córdoba la tasa de desocupación todavía está lejos del dígito y los expertos consideran que una reducción tan pequeña puede caer dentro del llamado “error estadístico”.

 

Empleos precarios y planes trabajar

Los funcionarios de Cavallo intentaron explicar ayer, por ahora sólo con datos para el Gran Buenos Aires, en qué sectores se habían destruido y cuáles se habían creado puestos de trabajo. Los números son los siguientes:
Entre los sectores qué más empleo expulsaron están la construcción, con una caída de la ocupación récord, del 18 por ciento en un año, el servicio doméstico, con una baja del 4 por ciento, y la industria, aunque no se precisó en qué magnitud.
Por el contrario, se generaron puestos de trabajo en el sector servicios: administración pública, con un crecimiento del 9 por ciento; transporte, con una suba del 3,2 por ciento, y servicios a empresas, con un incremento del 0,5 por ciento.
Sin duda, la sorpresa fue el salto de la ocupación en la administración pública en el Gran Buenos Aires. De acuerdo a los datos de Economía, el empleo público en esa zona pasó de 230 mil personas a 252 mil; es decir, un crecimiento de 22 mil puestos en un año. Estos empleos incluyen los planes Trabajar, otorgados en la región tanto por la Nación como por la provincia de Buenos Aires. Pero para los funcionarios de Economía, el incremento se explica principalmente por las contrataciones realizadas por algunas municipales del conurbano.
De acuerdo a los datos preliminares que se manejan, los nuevos puestos habría sido cubiertos, principalmente, por jóvenes. Y todo apunta a confirmar que son empleos precarios o informales, sin cobertura social, ni previsional, ni estabilidad alguna.
Esto es así porque, según la encuesta que realiza mensualmente el Ministerio de Trabajo, el “empleo formal” cayó más de 1 por ciento en el último año. Tal encuesta se realiza entre 1200 empresas, de 10 o más empleados, en el Gran Buenos Aires, Gran Córdoba y Gran Rosario. Y registra la situación de los puestos de trabajo más estables, con cobertura social y mejor remunerados. El INdEC, en cambio, releva la ocupación, no importa que se trate de empleos en negro o en blanco, o incluso de trabajo infantil.

 

OPINION
Por Jorge Altamira*

Hay una salida

Argentina tiene una salida. El régimen político actual y su gobierno, ninguna. A la declaración oficial de quiebra y al desbande de la alianza oficialista, se suma la bancarrota de los gobernadores peronistas. El pago de salarios con papeles sin respaldo, en un sistema de “convertibilidad”, revela el colapso del sistema económico. Se plantea, entonces, una cuestión de poder. O sea, el carácter que debe tener la sustitución del régimen político agotado y de su espectral gobierno.
El problema no es el déficit fiscal, porque un superávit para pagar la deuda externa consumiría las reservas del Banco Central y la circulación monetaria, hundiendo al país en una insondable depresión. Tampoco lo es la “competitividad”, porque el llamado costo laboral es un 50 por ciento inferior al de hace diez años. Que ni siquiera lo es el agotamiento del crédito público lo demuestran los préstamos por casi dos mil millones de dólares que el Banco Central les ha dado a los bancos durante la semana pasada (pases activos), a tasas de interés subsidiadas, para que los banqueros los represten al Estado (Letes) a tasas usurarias. Esto, luego del megacanje que aumentó la deuda externa en 50.000 millones de dólares. Por otro lado, la desvalorización de los títulos de la deuda argentina en poder de la banca local sería para los bancos yanquis una oportunidad para apoderarse de los bancos del Estado y hasta de una parte de los privados (Galicia y españoles).
El carácter de la crisis está determinado por el sistema de confiscación organizado en torno de la deuda externa. Los 150.000 millones de dólares en poder del sistema bancario, las AFJP y el Banco Central, o sea el “ahorro nacional”, se encuentran hipotecados al reciclado de la deuda externa usuraria. El carácter integral de la crisis se manifiesta en su dimensión internacional, desde Asia a Europa oriental, desde Wall Street a la Bolsa de Madrid, y en el hundimiento del Mercosur.
Pero esto mismo desnuda el carácter ficticio del “corte equitativo” que proponen los alfonsinistas, frepasistas, la UIA y la burocracia sindical. No hay salida sin golpes profundos a la dominación del capital financiero y la sustitución de este gobierno. Los centroizquierdistas que se distancian “prudentemente” del gobierno representan una trampa mortal para el pueblo. La burguesía argentina es incapaz de una salida. Oscila entre la devaluación y la dolarización igualmente ruinosas.
La salida a la bancarrota es la convocatoria de una Asamblea Constituyente nacional y en cada provincia y municipio, para formar un gobierno que desconozca la deuda externa usuraria, nacionalice la banca y AFJP bajo control obrero, abuela los secretos comercial y bancario, establezca un impuesto extraordinario a los monopolios, un salario mínimo de 600 pesos y el aumento general de salarios y jubilaciones, ocho horas de trabajo, y el reparto de las horas de trabajo disponibles para eliminar la desocupación.

* Legislador de la Ciudad por el Partido Obrero.

 

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