Por Martín
Bergel
Desde
Génova
Es una de las personas más
buscadas en toda Génova. Histriónico, campechano, una suerte
de versión italiana juvenil de Gérard Depardieu, Luca Casarini
es el vocero del movimiento de los Tute Bianche, verdadera sensación
de la política en Italia desde hace unos años. Los Overoles
Blancos, como se los conoce en castellano, han hecho de la desobediencia
civil y la acción directa una práctica que desde los centros
sociales italianos ha encontrado gran difusión. Para las movilizaciones
contra el G-8 en Génova, alrededor de 20.000 desobedientes se preparan
para el asedio y bloqueo de la reunión. En el Estadio Carlini,
reducto de la multitud de desobedientes, y luego de finalizar la conferencia
de prensa en la que se explicaron en detalle las acciones previstas para
hoy al grito de ¡Zapata vive, la lucha sigue!, Casarini
concedió una entrevista a Página/12.
¿Cómo caracterizar al movimiento de los Tute Bianche?
En primer término, hay que decir que Tute Bianche es un movimiento
organizado, no una organización. Tute Bianche es un gran ejército
de soñadores, cuya arma es el propio cuerpo. Nuestra práctica
principal es la de la acción directa no violenta. Hemos venido
creciendo cualitativa y cuantitativamente a través de las distintas
acciones, que han ido desde el ingreso al Centro de Internación
para inmigrantes indocumentados de la Via Coselli de Milán una
verdadera cárcel, que gracias a nuestra presión conseguimos
cerrar, hasta la invasión de la Base de Aviano, donde aviones
norteamericanos de la OTAN se preparaban para bombardear Serbia. Nuestra
base de militancia nace de los Centros Sociales, herederos de la tradición
del autonomismo de los anos 70.
De todas las actividades contra el G-8 de Génova, la que
ha generado más atención es la marcha de hoy, la de la desobediencia
civil. Y los Tute Bianche son en Italia un símbolo de la desobediencia
civil.
Evidentemente, Tute Bianche le ha dado gran difusión a esta
práctica, pero no es de ningún modo el único movimiento
que la lleva a cabo en Italia. Aquí mismo, en el Estadio Carlini,
hay muchos grupos de desobedientes, tanto italianos como extranjeros.
Por otra parte, en muchas otras partes del mundo hay distintas formas
de desobediencia civil no violenta. Nosotros simplemente hemos desarrollado
una, que consiste centralmente en oponerse directamente a aquellos fenómenos
que, permitidos por la ley, decretan realidades sumamente injustas. La
oposición de una política de justicia a una realidad que
es constitutivamente injusta: ésta en la base de la desobediencia
civil practicada por los Tute Bianche.
¿Cuál es, dentro de la desobediencia civil, el significado
de la no violencia?
Aunque sentimos respeto por las luchas guerrilleras llevadas a cabo
en el pasado en el mundo entero, creemos que en el presente la no violencia
resulta más eficaz contra las injusticias producidas por el neoliberalismo.
No violencia no es igual a pacifismo, y la definición de lo que
es realmente depende de cada contexto. Los Tute Bianche, por otra parte,
siempre hacemos públicas nuestras intenciones. Creemos que ése
es el modo en que las luchas del presente pueden generar una nueva sensibilidad
en la sociedad civil del mundo entero. Y la no violencia es una práctica
que se presta en ese sentido.
¿Son conscientes que, especialmente luego de estas movilizaciones,
los Tute Bianche son una de las principales referencias dentro del movimiento
de resistencia global?
Es posible, pero nosotros no pretendemos ser modelo ni menos vanguardia
de nadie. Por otra parte, cada escenario debe desarrollar suspropias prácticas.
Lo interesante en el movimiento de resistencia global desatado en Seattle
es que las dos dimensiones, lo local y lo global, se implican mutuamente.
Nuestra lucha, en la senda del zapatismo, es por la Humanidad, pero arraigada
en nuestra propia realidad. De todos modos, las luchas del presente deben
tener necesariamente una dimensión global, pues, como enseña
Toni Negri pero ha enseñado también Marcos, ésa es
la única manera de oponerse al Imperio.
En estas movilizaciones los Tute Bianche han decidido no utilizar
su tradicional uniforme blanco, gracias al cual lograron captar la atención
y la simpatía de buena porción de la ciudadanía italiana.
¿Qué significado tiene esa indumentaria, y por qué
esta vez han optado por dejarla de lado?
Por un lado, Tute Bianche es una red de colectivos e individuos
que asume la cuestión de la identidad como un asunto de permanente
construcción. Tute Bianche es un proyecto político de experimentación
permanente, y en ese sentido hay un juego permanente de velamiento de
nuestra identidad. Al usar la tuta bianca (la indumentaria blanca), ponemos
en juego nuestro cuerpo, pero despojándolo de su identidad. Del
mismo modo que el pasamontañas para los zapatistas, la tuta bianca
es el instrumento que ha permitido visibilizar muchas cuestiones que hasta
entonces permanecían invisibles. Pero esta vez hemos optado por
dejarla de lado porque somos sólo una parte dentro de una multitud
más vasta, dentro de la cual queremos disolvernos.
Luego del G-8, ¿cómo evaluar el futuro del movimiento
de resistencia global?
Evidentemente, al menos en muchos países se está dando
una dinámica política radical como hace mucho tiempo no
sucedía. Pero la resistencia global, aún cuando ha producido
muchas cosas nuevas y buenas, debe avanzar más en la faz propositiva.
Debemos desatar nuestra imaginación para desarrollar nuevas prácticas
e inventar nuevas realidades, en el horizonte de aquello dicho por el
zapatismo: Un mundo donde quepan muchos mundos. De todos modos,
no hay que apresurarse. Yo prefiero vivir paso a paso, y en ese sentido
nuestro desafio actual es dar batalla directa a los representantes del
poder mundial reunidos aquí en el G-8. El bloque de la desobediencia
civil, como ha sido anunciado públicamente, intentará vulnerar
el muro de la vergüenza que separa a la zona roja donde se atrincheran
por unos días los poderosos del mundo. Doblegar ese muro, simbólica
y prácticamente, es nuestro desafío hoy.
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