Por Amelia Castilla
Desde
Madrid
Antonio Skármeta (Antofagasta,
1940) suspendió su actividad como embajador de Chile en Alemania
para presentar en Madrid su nueva novela, La chica del trombón
en la que se mueve en los territorios del dolor, el humor y la ternura.
El autor de El cartero de Neruda, novela traducida a 26 idiomas, narra
ahora la vida de una emigrante europea en Chile. Buscó acciones
que obliguen a los personajes a mantener conflictos, contó.
La chica del trombón acaba de ser distribuida en las librerías
argentinas por la editorial Sudamericana.
Desde niño, cuenta Skármeta, se sintió fascinado
por el jazz. La chica del trombón, en la que el autor vierte su
pasión por la música, comienza con la muerte de Glenn Miller,
en un accidente aéreo mientras animaba a los aliados a luchar contra
los nazis en Europa. La música que se escuchaba en los años
cincuenta y especialmente la canción Ha vuelto el charlestón,
interpretada por el cantante argentino de boleros Mario Clavel, dan una
orientación del tono que tiene la novela, según Skármeta.
Hay algo de los sonidos del trombón en el libro, dijo.
Muchos instrumentos han sido modificados con el paso del tiempo,
pero no el trombón, el instrumento que tiene una relación
más sensual entre el fraseo y el sonido.
El fondo musical acompaña una novela cuyo destino es crear
la ilusión por el mundo. La chica del trombón está
protagoniza por una niña huérfana que es trasladada desde
Europa a Antofagasta para salvarla de las atrocidades de una guerra que
ha diezmado a su familia. Un trombonista será el encargado de entregar
a la niña de dos años a un anciano, diciéndole que
se trata de su nieta, aunque la filiación es dudosa. Con el tiempo,
entre el anciano y la niña se establecerá una relación
más fuerte que la del parentesco natural. La infancia y la
adolescencia de la joven, una apasionada del cine y de la cultura pop,
tienen como fondo la situación chilena y el triunfo en las elecciones
de Salvador Allende con la Unidad Popular.
El autor de La boda del poeta compagina desde hace un año su trabajo
como diplomático con la tarea de escritor. Pedí permiso
en Alemania, aseguró para justificar su presencia en Madrid.
La literatura es su amor y su vida, pero en Chile hay tanto que
regenerar y hay tanta gente empeñada en esa tarea, en un país
en el que ha habido tantos dramas, que el escritor optó por
compartir las dos tareas. Como escritor, Skármeta reconoció
la influencia del cine y de la literatura en su prosa. Ha sido guionista,
director teatral y actor ocasional cuando fallaba algún titular.
Otro de los códigos que caracterizan su trabajo literario consiste
en renunciar a un gran aparato expresivo buscando la tensión entre
la subcultura y la cultura. La poesía y la lectura de otros
autores también nutren mis horizontes, sostiene el literato
que, además, conduce un programa televisivo sobre libros y literatura.
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