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DINAR LINEAS AEREAS


DIPUTADOS SE DISPONIA A APROBAR EL AJUSTE, PERO ELEVANDO EL PISO
Todo un desafío para el Gobierno

La sesión fue precedida por incidentes. Los peronistas dieron quórum pero votarían en contra. Los radicales decidieron subir a 1000 pesos el piso de los jubilados y estatales exentos del recorte, contra lo que suponía el Gobierno y esperaba Economía. El Frepaso, dividido.
El presidente del bloque de la UCR Pernasetti, flanqueado por Negri (a su derecha), Santín y Jesús Rodríguez. Los diputados radicales habían cenado
la noche del jueves con Cavallo, De la Rúa y Colombo.


Por Felipe Yapur

La Cámara de Diputados se aprestaba, al cierre de esta edición y con quórum estricto, a aprobar en general la ley que pretende garantizar el déficit cero y que incluye, además, algunos ítems que buscan atenuar el séptimo ajuste anunciado por Fernando de la Rúa. La carta del radicalismo para conseguir los votos positivos de sus propios integrantes y hasta de algunos legisladores de la oposición –a contrapelo de lo que pretende el Ejecutivo– es la garantía de que el recorte de salarios y jubilaciones tendrá un piso de mil pesos.
La decisión de los diputados radicales de dejar explícitamente establecido el piso de los recortes en mil pesos surgió como consecuencia de las declaraciones de miembros del Ejecutivo. La principal: la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, quien dijo que con todas las alternativas para elevar la recaudación sólo se podría recortar a partir de los 500 pesos. Sin embargo, integrantes de la conducción de la bancada de la UCR buscaron morigerar esta determinación. Aseguraron a Página/12 que tal decisión se concretó durante la cena que mantuvieron el jueves en la Casa Rosada con De la Rúa, el ministro Domingo Cavallo y el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo. “Los miembros del gabinete que hablan en contra de nuestro proyecto lo hacen porque no estuvieron hasta la tres de la mañana con el presidente y Cavallo”, aseguró un legislador radical.
El mismo aseguró que logró convencer a De la Rúa y al últimamente nervioso Superministro de la posibilidad de subir el piso de los recortes proponiendo tres medidas para mejorar los ingresos fiscales:
Suspender la rebaja de 10 centavos a las naftas,
Posponer para el 2002 de la devolución del aumento al Impuesto a las Ganancias para los sueldos medios y altos, y
La restitución de los aportes patronales a empresas de servicios. Según la fuente, “se recaudan 700 millones, 400 millones más de lo que significa subir el piso del recorte de 500 a 1000 pesos”.
El tratamiento que le dará fuerza de ley al impopular ajuste, convirtió en atípica a la sesión. El salón de los Pasos Perdidos, contiguo al recinto, por donde suelen pasearse legisladores y asesores, estaba ayer colmado de los empleados afiliados a la Asociación del Personal Legislativo (APL), quienes con banderas, bombos y redoblantes hacían escuchar su fuerte repudio a los recortes salariales. Allí se produjo el único incidente antes de que comenzara la sesión y que tuvo como protagonista al titular del bloque de la Alianza, el frepasista Darío Alessandro y varios de los manifestantes (ver nota aparte).
Poco más tarde, ya en el recinto, los diputados debatían sin taquígrafos que registrasen sus discursos. Para evitar que el debate fuera cuestionado legalmente, el titular del cuerpo, Rafael Pascual, recurrió a grabadores controlados por escribanos públicos.
La espinosa característica del tema a discutir produjo una notoria escasez de discursos a favor del proyecto oficial. Desde el radicalismo, el único que habló a favor fue el jefe de los diputados radicales, Horacio Pernasetti, quien tuvo la responsabilidad de presentar el proyecto. Tras detallar las medidas a implementar, cerró su discurso con una frase de compromiso: “A ningún gobierno, y menos a ningún Congreso, les gusta votar una baja salarial de quienes menos tienen, pero era el mal menor”. El legislador catamarqueño terminó su discurso y no recibió el acostumbrado aplauso, ni siquiera de sus propios colegas de bancada.
Pero hubo un solo bloque que no dudó en darle el apoyo al ajuste y, como era de esperar, provino de los seguidores del ministro. El jefe del bloque de Acción por la República, Marcelo Dragan, anunció el apoyo al proyecto y salió en defensa del ajuste: “Es duro, pero es el único camino posible”, dijo, para luego anunciar que realizarían algunas observaciones al proyecto cuando se debata artículo por artículo. Fuentes oficialistas sostuvieron que los seguidores de Cavallo intentarán eliminar aquelartículo que pretende elevar el ajuste para todos aquellos jubilados y empleados que cobren más de mil pesos.
Las declaraciones en contra no se hicieron esperar. La titular del ARI, Elisa Carrió, fue tal vez la más dura y punzante de todas. La chaqueña inició su discurso recordando algunas declaraciones realizadas por Cavallo como la que emitió el 13 de abril pasado al afirmar que “la reactivación ya comenzó” o la del 25 de marzo: “En las próximas semanas van a venir a buscarnos para prestarnos plata”. A renglón seguido, criticó el falso capitalismo que pregona el ministro y para demostrarlo sostuvo que “no puede haber recaudación impositiva ante la incertidumbre que profundizan estas medidas que pretenden imponer”.
La aprobación de este proyecto no será gratuito para la integridad de la representación parlamentaria de la Alianza. El costo más visible está en el proyecto presentado por 19 integrantes del bloque del Frepaso y que se diferencia del consensuado entre la UCR y el gobierno. El encargado de presentarlo fue José Vitar, quien comenzó anunciando su voto contrario al proyecto oficial para luego afirmar que era necesario comenzar a discutir la renegociación de la deuda externa para poder comenzar a “vivir de lo nuestro y no que algunos vivan con lo nuestro”.
Con este anuncio, de los cinco miembros restantes del Frepaso, tres apoyarían el proyecto oficial –Humberto Volando, Alberto Briozzo y Cristina Zuccardi–, en tanto que de Darío Alessandro y Rodolfo Rodil se especula que podrían abstenerse. Sea como fuera, lo que muchos integrantes del Frepaso sostienen que se está frente a un virtual quiebre del bloque de la Alianza.
Si bien en el bloque del PJ ya habían anunciado que votarán en contra del proyecto, para la mayoría de los legisladores bonaerenses la preocupación era otra. Estos estaban más pendientes de lo que ocurría en la legislatura de su provincia. Se mantendrían en sus bancas siempre y cuando la Alianza bonaerense diera quórum para la sesión donde se debatiría el ajuste del gobernador Carlos Ruckauf. En caso de que todo fuera bien, el mayor bloque de la oposición estaría dispuesto a retirar algunos de sus integrantes como para garantizar que la Alianza pueda aprobar el ajuste.

 

Claves

Por primera vez, la mayoría del bloque del Frepaso no apoyó un proyecto oficial en un tema de la envergadura del recorte, y presentó uno propio.
Los diputados radicales buscaban elevar el piso del tijeretazo a 1000 pesos y contaban en principio con el apoyo de los bloques provinciales y el cavallismo.
El piso de los 1000 no estuvo explícito en el bloque de la UCR hasta que Patricia Bullrich dijo que sólo aceptaría un piso de 500 pesos.
El peronismo había anunciado que votaría en contra pero daría quórum.
El ARI de Elisa Carrió criticó el proyecto oficial porque “esto no es capitalismo”. Alicia Castro y Cristina Kirchner también avisaron que votarían en contra.

 

Alessandro, golpeado

Por F.Y.
Ingresar al recinto para debatir el ajuste no era tarea fácil. Más de un centenar de empleados legislativos había copado el Salón de los Pasos Perdidos para repudiar el nuevo recorte a los salarios de los empleados estatales. El presidente del bloque del Frepaso, Darío Alessandro, estaba al tanto de la bronca que había en la gente, pero tal vez nunca esperó que ésta se descargara en su rostro, sobre todo el día en que el sub-bloque del gran bloque de la Alianza votaría mayoritariamente contra el Gobierno. Mientras intentaba ingresar al recinto junto a sus compañeros Rodolfo Rodil y Carlos Raimundi, varios de los manifestantes comenzaron a acusarlos –aparte de otros insultos– de “traidores” y “vendepatrias”. Alessandro se abría paso como podía hasta que algo se estrelló en su quijada. El frepasista no sabe qué fue lo que lo golpeó. Primero pensó que se trató de una piedra, luego habló de un palo. La última versión indicó que fue una trompada. Alessandro, con su boca sangrando, y sus dos acompañantes debieron correr para escapar de nuevos golpes. Encontraron un puerta abierta que los introdujo en la Cámara de Senadores y terminaron hallando refugio en el despacho del senador radical Néstor Rostán. Poco después, el frepasista necesitó de una pequeña custodia que lo acompañó para poder ingresar al recinto.

 

SEGUN ECONOMIA, CAVALLO NO CEDIO EN NADA
“Hablan de cortinas de humo”

Desde el “bunker” del Palacio de Hacienda no dejaron pasar gratuitamente la versión sobre lo resuelto en la reunión de antenoche, que habría terminado con Cavallo cediendo al reclamo de los legisladores de la Alianza. “Hablan sobre cortinas de humo o deseos de un político que puede tener ignorancia en orden a lo que es la cuestión fiscal”, señaló sin ningún esfuerzo por resultar diplomático Jorge Baldrich, secretario de Hacienda, ayer por la tarde. Se refería al supuesto piso de 1000 pesos en los haberes jubilatorios y de los trabajadores estatales que dejaría a salvo, a los que se encontraran por debajo, del recorte del 13 por ciento. Esto es al proyecto que el bloque de diputados de la UCR se disponía a aprobar al cierre de esta edición (ver nota central)
“Creo que algunos diputados han tenido una interpretación distinta de lo acordado”, señaló, antes de precisar que el objetivo de llevar el piso de jubilaciones sujetas a recorte a 1000 pesos “es una posibilidad bastante difícil en la práctica”, en tanto que aseguró que “no hablamos de la hipótesis” de fijar un piso también para los salarios de los agentes públicos.
Baldrich supeditó la elevación del piso de jubilaciones sujetas a descuentos a la evolución de la recaudación, pero advirtió que “las tres medidas propuestas por los diputados no son suficientes para compensar” un aumento del piso a 1000 pesos. “Todo el sector público debe redoblar esfuerzos en la lucha contra la evasión y el gasto político, para que el piso sea sobre bases efectivas y no sobre cortinas de humo o los deseos de un político, que puede tener ignorancia en orden a la cuestión fiscal”, agregó luego con inusual dureza para su estilo.
Las medidas a las que se refería Baldrich eran el aumento de los aportes patronales, la eliminación de la rebaja en el impuesto a las naftas y la no devolución de retenciones del Impuesto a las Ganancias a los empleados en relación de dependencia. El reclamo del Ministerio de Economía, en cambio, se limitaba a pedir la eliminación de exenciones en el impuesto a las transacciones bancarias –alcanzando los pagos por débito automático en cajas de ahorro– y la extensión del recorte a los poderes Legislativo y Judicial. Con ambos, se aseguraba llevar a 500 pesos el nivel mínimo de jubilaciones sujetas a recortes.
En cambio, los cavallistas no ven con igual entusiasmo las otras propuestas de los legisladores aliancistas, que cargan el peso del ajuste sobre los asalariados de nivel medio y alto, sobre los empleadores y los consumidores de nafta. De allí que Baldrich haya salido a hacer una expresión pública que cuestiona el criterio de los políticos y descalifica su interpretación. Aunque pudiera parecer impolítico, la intervención de Baldrich fue previamente meditada y se direccionó hacia los sectores empresarios que se verían afectados.
Según Economía –y así se reflejó en el proyecto que anoche discutía la Cámara de Diputados–, sólo si las modificaciones introducidas por los diputados se reflejan en la recaudación, se moverá el piso de las jubilaciones a recortar. Ello supone que, ya para este mes, no habrá posibilidad de que los recortes no afecten a las jubilaciones por encima de los 300 pesos y a las remuneraciones de todo agente estatal.

 


 

El Gobierno esperaba (mucho) otra
respuesta de los diputados propios

En la Rosada estaban de acuerdo con que el ajuste se ratificara por ley. Pensaban que se ganaba en calidad democrática y en imagen ante los mercados. Pero esperaban que por ahora el recorte sólo llegara a 300 pesos y sólo subiera el piso cuando aumentara la recaudación.

La ministra Patricia Bullrich fue,
según los diputados radicales, la
que lanzó la primera piedra.


Por José Natanson

La decisión de los diputados radicales, que anoche se aprestaban a introducir un artículo que garantizaba explícitamente un piso de mil pesos al recorte a los jubilados, implica un desafío claro al Gobierno. Un rato antes, la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, y el secretario de Hacienda, Jorge Baldrich, habían coincidido en que las modificaciones impositivas que el Congreso se preparaba para votar no alcanzarían para elevar el piso del recorte a esa cifra.
A las ocho de la noche los diputados ya habían comenzado a sesionar. Se encontraban en sus bancas cuando recibieron los cables con las declaraciones de Bullrich. Saliendo de la Casa de Gobierno, la funcionaria había asegurado que las modificaciones que se introducirían en el plan –como la suba del impuesto a las naftas o la restitución de la baja de ganancias– no alcanzarían para estirar el piso del recorte a los jubilados a los mil pesos, como querían los diputados radicales. “Sería 500”, calculó Bullrich.
Antes, Baldrich también había puesto en duda la posibilidad de elevar el piso. “Hablan sobre cortinas de humo o deseos de un político que puede tener ignorancia en orden a lo que es la cuestión fiscal”, había dicho el funcionario cavallista (ver asimismo nota aparte).
Indignados, los diputados radicales decidieron introducir una modificación de último momento al proyecto, que al cierre de esta edición se preparaban para votar: sencillamente, decía que el Ejecutivo “garantizaría” que las jubilaciones se podarían recién a partir de los mil pesos.
Sería un cambio radical de criterio: el plan consensuado entre el Ejecutivo y el bloque radical en la madrugada del jueves especificaba que las modificaciones impositivas permitirían elevar el piso del recorte, pero siempre respetando la meta del déficit cero.
Con este nuevo artículo, el objetivo quedaría en duda. Es más: tal como dijo Baldrich, los cálculos de la Rosada ponían en duda la certeza de los diputados radicales de que las modificaciones impositivas alcanzarían para subir el piso. Si efectivamente es así, la lógica del déficit cero quedaría en duda.
“Nosotros no rompimos el pacto con el Ejecutivo. Fueron los funcionarios talibanes, que salieron a decir que no se iba a elevar el piso”, explicaba ayer, cerca de la medianoche, un indignado diputado radical. Otros, sin embargo, intentaban bajarle el tono al asunto diciendo que los cambios impositivos alcanzarían para llevar a mil el recorte y que los números cerraban.
Todos coincidían en criticar al sector del Gabinete que defendió con más énfasis el recorte, y que recomendó no ceder en la negociación: además de Bullrich y Domingo Cavallo, integran este grupo algunos miembros del entorno más cercano a De la Rúa, como su hijo Antonio o su amigo Fernando de Santibañes.
La decisión de los diputados radicales de introducir el artículo que fija un piso explícito al recorte implicaría un desafío claro a De la Rúa.
Hasta el momento, en la Rosada sólo habían sacado conclusiones positivas de la decisión del Congreso de darle fuerza de ley al ajuste.
Según decían, esto permitiría darle una base jurídica más sólida al impopular recorte. Por otro lado, el juego de espejos entre la Nación (la Alianza gobierna y el PJ tiene la decisión de acompañar legislativamente el ajuste) y la provincia de Buenos Aires (el PJ gobierna y es la Alianza la que controla la Legislatura) ata irremediablemente un ajuste al otro. “Obliga a los dos partidos a colaborar y nos da la certeza de que el ajuste nacional va a salir junto al del principal distrito del país”, explicaban en el Gobierno.
Sería, también, una clara señal a los mercados, que a pesar de la dureza del recorte no estaban del todo convencidos ante la posibilidad de que el Congreso lo frenara. Ayer, con el panorama más despejado, el riesgo país bajó hasta ubicarse en 1493 puntos y la Bolsa subió un 4,5 por ciento.
Finalmente, la sanción de la ley implicaría una forma diferente de introducir las medidas. “Le da una presentación más democrática”, era la explicación de un ministro.
El Gobierno había seguido con preocupación la sesión del Diputados. Una escena ilustra la inquietud: a las nueve de la noche, Ramón Mestre esperaba en la antesala del despacho de Chrystian Colombo en la Rosada. Mientras aguardaba que el jefe de Gabinete lo recibiera, el ministro del Interior miraba atentamente un televisor que transmitía desde el Congreso: José Vitar, vicepresidente del bloque del Frepaso, criticaba duramente el proyecto oficial.
La decisión del bloque radical, que anoche se preparaba para votar en general el proyecto, introduciendo el nuevo y polémico artículo, puede leerse como un desafío al Gobierno. Habrá que ver cómo reacciona De la Rúa, que hasta el momento siguió una estrategia sinuosa: el domingo pasado, a pesar de las críticas aliancistas, ratificó el recorte con un durísimo discurso. Lo tildó de “innegociable”. Luego se dispuso a negociar. En cualquier caso, lo que parece seguro es que la noticia modificará el espíritu optimista que ayer a la tarde campeaba en la Casa Rosada.

 

Militares sin oxígeno

Los altos mandos de las tres Fuerzas Armadas se reunieron ayer con el ministro de Defensa, Horacio Jaunarena, para tratar de definir cómo seguir subsistiendo tras el recorte anunciado. “Estamos con el agua al cuello, peleando para seguir respirando”, dramatizó un alto oficial. El recorte que más preocupa a los uniformados no es el salarial sino el planificado en las partidas de gastos operativos: en el Edificio Libertador calculan que la guadaña se llevará el 55 por ciento de esos fondos.
“De los 60 millones de pesos presupuestados, darán sólo 26, es decir que tendremos que vivir tres meses con lo pautado para uno”, precisan los uniformados. Se está pensando en licenciar a la gente para disminuir los costos, es decir pagarles sólo el sueldo, y en dejar sin efecto todos los ejercicios previstos.
La excepción está dada por el ejercicio conjunto que se realizará en Salta con las fuerzas de Estados Unidos. La razón no es sólo estratégica –habilitar la complementariedad con la potencia de las relaciones carnales– sino económica: el gobierno de George W. Bush financia el operativo de simulacro de combate y, como si fuera poco, deja en el país parte del equipamiento que se utilizará.
El total del personal militar y civil de las tres fuerzas asciende a 80 mil efectivos. La hipótesis de máxima de mandar a todos a sus casas suena inviable para los altos mandos. “No se puede abandonar a los aviones, a los barcos, todo el equipamiento porque cuando volvamos el costo de ponerlos en funcionamiento será mucho más alto”, explican.

 

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