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LOS SOLDADOS MATARON A UN MANIFESTANTE EN INTENSOS DISTURBIOS
Génova fue el bautismo de muerte

Los antiglobalizadores tuvieron ayer
su primera baja en combate cuando
los carabinieri mataron a tiros a un manifestante que trataba de romper las ventanas de un carro blindado. El marco fue la cumbre del G-8 en Génova, rodeada de la mayor violencia de la historia del movimiento de protesta.

El cadáver del joven yace a los
pies de un grupo de policías en las batallas campales de ayer.

Por Ewen McAskill y Larry Elliot *
Desde Génova

La ciudad italiana de Génova estaba anoche en manos del shock y del caos después de que los peores disturbios antiglobalización jamás vistos dejaran a un joven manifestante muerto por la policía y al menos otro seriamente herido, forzando a los líderes mundiales a repensar el futuro de su cumbre anual. Mientras los líderes del grupo G-8 de las naciones más ricas de la tierra iniciaban sus conversaciones detrás de un anillo de acero, se produjeron choques sangrientos durante un día de batallas y corridas entre 20.000 policías armados y decenas de miles de manifestantes, muchos de ellos arrojando bombas incendiarias y adoquines excavados de las calles. La escalada de violencia dejó muy abajo incluso a la primera confrontación anticapitalista en Seattle, 18 meses atrás.
La policía italiana, que advirtió con anticipación que estaba preparada para tomar acciones duras a fin de evitar el tipo de disturbios vistos en Gotemburgo el mes pasado, usó tácticas de control fuertemente agresivas, incluyendo carros hidrantes, gases lacrimógenos y bastones, para evitar que los manifestantes violentos rompieran las cercas de seguridad levantadas para proteger la llamada zona roja en torno al distrito portuario de Génova. Cuarenta y seis manifestantes y 31 policías resultaron heridos, y 39 personas fueron arrestadas. Los primeros testimonios de la muerte fueron conflictivos, pero luego una serie de fotos mostró que el joven había sido baleado y luego aplastado por un blindado policial. Su cuerpo, cubierto por una sábana blanca, yacía en un charco de sangre mientras los enfrentamientos seguían alrededor. Los manifestantes gritaban a los policías: “¡Asesinos, asesinos!”.
Un estudiante de Turín de 25 años, que dio su nombre sólo como Giuseppe, relató: “Yo estaba a unos 200 metros cuando escuché un tiro. Había habido bastante violencia en el lugar. Un jeep de la policía estaba dando marcha atrás y unos tipos corrieron hacia el jeep. Lo rodearon completamente tratando de romperle las ventanas, cuando escuché un tiro y la gente que gritaba: ‘Paren, Paren’”.
A lo largo de todo el día, pequeñas bandas de anarquistas -acusados por las organizadores de secuestrar una movilización pacífica- asaltaron repetidamente la valla de acero de cinco metros de alto terminada en alambre de púa. La barricada aparece como un símbolo del modo en que los líderes del G-8 están divorciados de sus ciudadanías. En una de una serie de incursiones, unas 200 personas vestidas de negro destrozaron las ventanas de un banco, mientras manifestantes se alzaban con computadoras y otros equipos de oficinas cercanas. Un cajero automático fue destrozado mientras se prendía fuego a automóviles y neumáticos.
La policía dijo que la zona roja permaneció intacta, pero los políticos, impresionados por la escala de los disturbios, estaban evaluando ayer el costo de la operación de seguridad. El presidente italiano Carlo Azeglio Ciampi dijo que estaba horrorizado y triste por la muerte, y rogó a los manifestantes “cesar inmediatamente esta violencia ciega”. El primer ministro Silvio Berlusconi, hablando antes de que se conociera la noticia de la muerte, declaró que nunca más debería realizarse una cumbre como la de Génova. Los dispositivos de seguridad paralizaron a la ciudad, con la zona roja reducida a un pueblo fantasma.
El G-8 abarca a Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Japón, Canadá, Italia y Rusia. Se ha estado reuniendo desde 1975 y, si bien hubo protestas pacíficas a favor de la cancelación de las deudas externas en Birmingham en 1998 y en Colonia al año siguiente, esta fue la primera vez que su reunión de verano fue puesta en la mira de los manifestantes. Los líderes del G-8 pasaron el día discutiendo la debilidad de la economía mundial, la necesidad de una nueva ronda de negociaciones y planes para un nuevo fondo global que ayude a combatir en SIDA, la malaria y la tuberculosis en los países subdesarrollados. Tony Blair afirmó ayer que “sería bueno dialogar con la gente sobre temas como la globalización, pero el problema es que estos manifestantes no quieren un diálogo, quieren tomar los edificios y causar un desastre”. El primer ministro dijo que él y sus colegas estaban tratando muchos de los temas de los manifestantes, en particular el cambio climático y la pobreza global. Y aunque Blair dijo confiar en que las cumbres seguirán, puede tener que descartarse su formato actual, y hay presiones para que las cumbres se desarrollen en sedes fijas o en ciudades capitales, mejor preparadas para controlar disturbios. El presidente norteamericano George Bush también criticó a los manifestantes, diciendo que mientras afirmaban representar a los pobres, asumían políticas que “encierran a la gente en la pobreza, y eso es inaceptable”.
El Foro Social de Génova, el frente que lideró la protesta pacífica, afirmó que la violencia era inaceptable: “Hemos sido provocados por un nivel de violencia estatal y anarquista que era inimaginable e inesperado. El G8 y el gobierno italiano tienen la culpa, pero debemos aceptar nuestra cuota de responsabilidad”.

* (De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12).

 

Así en Italia como en Buenos Aires

Manu Chao sonaba a más no poder en la peatonal Florida. Era obvio: el cantante promocionado como el “trovador anticapitalista” auspiciaba de cortina musical para la expresión argentina de la resistencia antiglobalización. Era una forma de mostrar al músico hispano-francés el agradecimiento por su donación: miles de sandwiches, agua mineral y toneladas de manzanas para los jóvenes que protestan en Génova. En el centro porteño, mientras tanto, se instaló una mesa con volantes y varios militantes disfrazados repartían panfletos que rezaban consignas contra la globalización y sus aliados a la vez que por el altoparlante se pedía solidaridad con los hermanos genoveses. Los superpoderosos del G8 eran representados por jóvenes disfrazados con caretas que simulaban el rostro de la “muerte” y a los que le colgaba un cartel con el nombre de cada uno de los países participantes. Además, en una metáfora más que evidente, los disfrazados se sentaban sobre inodoros instalados ahí mismo. Más tarde, un grupo de teatro independiente repudió con una parodia la cumbre de Génova y la muerte del manifestante italiano por los disparos provenientes de los “carabinieri”. A los slogans internacionalistas como “globalicemos la resistencia” y “el mundo no es una mercancía” se le sumaron otros de tinte local: “no al plan de ajuste de Cavallo y De la Rúa” y “no al pago de la deuda externa”. Hoy, como parte de las actividades convocadas por el Comité de Movilización en la Argentina del Foro Social Mundial –en el marco de “Jornadas de protesta global contra el neoliberalismo”– teatralizarán en el barrio de La Boca “La batalla de Génova contra el G8”.

Informe: Verónica Gago.

 

Claves

Las marchas de ayer en Génova para protestar contra la cumbre del G8 fueron de lejos las más violentas desde que el movimiento antiglobalizador se estrenara en octubre de 1999 contra la cumbre de la Organización Mundial de Comercio en Seattle. Un joven fue muerto a disparos por los carabinieri y otro fue gravemente herido.
Los enfrentamientos, que se prolongaron en saqueos, ocurrieron durante el intento de los manifestantes de romper las vallas de seguridad que impiden el acceso a la “zona roja” en la cual está encerrada la cumbre.
Aunque la mayoría del movimiento es pacífica, ayer jugaron un rol importante los anarquistas “bloques negros y azules”. La cumbre termina hoy.

 

COMO FUE EL DIA EN LA ZONA ROJA
Desde la Ciudad Fantasma

Por Ewen MacAskill
Desde Génova

Los comercios estaban cerrados, las calles estaban vacías y, casas tras casas, las persianas estaban bajas. La zona roja, el cordón de seguridad creado en Génova por la policía y el ejército italianos, parecía ayer como si hubiera sido golpeada por un virus mortal. Había llegado alguna especie de plaga y la gente o había huido o estaba encerrada en sus casas. El deseo de las autoridades italianas de proteger a los líderes mundiales de los manifestantes efectivamente mató toda vida en los nueve kilómetros cuadrados alrededor del puerto de Génova.
Los dignatarios extranjeros aterrizaron en la ciudad en la mañana, en una pista aérea rodeada de blindados, baterías antimisiles y cientos de soldados y policías, haciéndoles fácil imaginar que habían sido desviados a Macedonia o al Medio Oriente. El traslado desde el avión hasta el medieval Palacio Ducal estuvo desprovisto de la vista de un solo ciudadano genovés, aparte de la policía y los soldados. Las calles estaban ominosamente desiertas, un efecto que hubiera sido aún más fuerte de haber estado todo en silencio. Pero en la zona roja sobrevuela el constante rugido de los helicópteros.
Los únicos movimientos dentro de la zona son caravanas de automóviles, ómnibus que llevan periodistas y vehículos policiales y militares. Cada pasaje que lleva fuera del centro de la ciudad ha sido sellado, con vallas de cinco metros de altura coronadas por alambres de púa. Algunas sido soldadas en sus lugares, como lo han sido todas las bocas de tormenta, para evitar el acceso desde las cloacas. Miles de policías con escudos y chalecos a prueba de balas se reúnen en cada punto posible de vulnerabilidad.
En ninguna otra cumbre la fractura entre manifestantes y líderes mundiales ha sido tan contrastante, aumentando la presión sobre los políticos para salir con algo más que un comunicado de rutina. La única ojeada que los líderes podrán tener del gas lacrimógeno, los carros hidrantes y la sangre es en sus televisores. En un lugar se llegó a erigir una pantalla de 120 metros para esconder a los manifestantes de la cumbre. Y aunque incendiaron automóviles fuera de la zona roja, el único humo visible era de las chimeneas de los cruceros amarrados en el puerto, donde duermen la mayoría de los funcionarios y periodistas.
Dentro de la cumbre están todos los privilegios usuales para los presentes: toda la comida y la bebida que puedan ingerir. Y, como un mal chiste, chocolates Ferrero Rocher –símbolo de la buena vida diplomática– están disponibles en cada mesa.

 

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