Por Diego Fischerman
Un concierto que mira a un
cuadro que mira a un escritor. O la mirada de un compositor argentino,
Luis Mucillo, sobre un cuadro de Paul Klee que homenajea a E. T. A. Hoffmann.
Y, detrás, la tradición mozartiana (transparencia,
puntualiza el compositor). El lenguaje no es, desde ya, el del siglo
XVIII, dice Mucillo. Pero el gesto pianístico del clasicismo
y el romanticismo, cierto trabajo sobre el efecto tímbrico del
componente virtuosístico, la idea de la armónica de cristal
ese instrumento armado con copas llenas de agua que fascinó
a Mozart al final de su vida son esenciales a la obra. Esta
composición será estrenada en el concierto del próximo
lunes de la Filarmónica de Buenos Aires, en el Teatro Colón.
El solista será el argentino radicado en Londres Alexander Panizza
y Jorge Rotter será quien conduzca a la orquesta. El programa,
excepcional en más de un sentido, se completará con las
fundamentales (y poco transitadas) Sinfonías para Instrumentos
de Viento de Igor Stravinsky y, continuando la integral planeada para
la temporada de este año, la visionaria Sinfonía Nº
2 de Robert Schumann.
Hay momentos en que la orquesta asume una personalidad muy agresiva
y se transforma en una especie de masa más o menos violenta de
la que el pianista tiene que defenderse, explica el autor sobre
su concierto, una obra estructurada en un solo movimiento que, a su vez,
se subdivide en siete momentos de los cuales el central (lo que
sería algo así como el movimiento lento) actúa
como núcleo (como corazón lírico) de
una construcción simétrica. Hay dos movimientos bastante
maquinales, que plantean situaciones rítmicas que tienden a la
repetición y a lo obsesivo.
Los conciertos para piano, en el siglo XX, pasaron a un lugar algo marginal
en la historia de la música, con respecto al que habían
tenido en el siglo anterior. Una de las razones comenta Mucillo
probablemente tenga que ver con el hecho de que en ese entonces la mayoría
de los compositores eran pianistas y tocaban ellos mismos sus obras.
Admirador, en ese sentido, de una línea marginal a los grandes
movimientos del siglo, encarnada en nombres como el de Ferruccio Busoni
o Nikolai Medtner, Mucillo él también pianista,
compuso una versión para piano solo a partir del mismo material
de este concierto, que será estrenada en Nueva York en noviembre
próximo. Ganador del Concurso Internacional de Composición
de Trieste, en Italia, Mucillo vivió 5 años en Colonia,
Alemania, fue Compositor en residencia en Villecroz, Francia, y estuvo
radicado 14 años en Brasilia. Las referencias de su nuevo concierto
están lejos de significar una intención programática.
Son cuestiones que me importan sólo a mí explica
el compositor; me interesa encontrar analogías entre la música
y otras formas artísticas y trabajar sobre ellas.
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