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Expectativa y muchas dudas por la fuga de depósitos

Los retiros de fondos registrados
en lo que va del mes de julio suman
4700 millones entre pesos y dólares y el sistema financiero argentino estaría en condiciones de devolver hasta otros 20 mil millones.

“La recesión transformó la especulación en una cadena”. Todavía restan 80.500 millones en depósitos.

Por Claudio Scaletta

La fuga de depósitos ya encendió luces de alarma entre los banqueros. Frente a la aceleración de los retiros registrados en lo que va de julio, que sumaron 4700 millones entre pesos y dólares, los mercados le sacaron punta al lápiz para conocer la resistencia al drenaje de fondos. Las conclusiones no trajeron la paz. El sistema financiero argentino sólo está en condiciones de devolver a los depositantes 20 mil millones adicionales, apenas poco más del doble que los recursos perdidos desde marzo. Las cifras de la fuga, a la que debe sumarse la sobreexposición a un deudor débil –el Estado– ya se aproximan a las registradas durante el Tequila. El consecuente estrés entre los banqueros se tradujo en demanda de fondos y disparó por momentos la tasa de interés entre las entidades (call) a niveles récord. Sólo la pausa del miércoles pasado, último dato disponible, cuando los depósitos mostraron una muy leve recuperación, aportó una visión más confiada.
En un informe destinado a los inversores divulgado en la semana recién concluida, la calificadora de riesgo Standard & Poor’s estimó cuál es la capacidad de los bancos argentinos para hacer frente a la corrida financiera. El cálculo llevó a un resultado preocupante: el sistema tiene un tope de resistencia del 24,8 por ciento adicional sobre el total actual de depósitos. Aunque el número revela de por sí que la estructura de los bancos locales, vía concentración y transnacionalización, es mucho más sólida que durante la recordada crisis mexicana (Tequila), significa también que sobre los 80.500 millones que restan en depósitos, todavía podrían devolverse alrededor de 20.000 millones, apenas un poco más del doble que la pérdida de recursos acumulada en los últimos cinco meses.
El anterior pico de salida de recursos se produjo en marzo pasado, cuando la corrida se llevó 5600 millones. Si la tendencia de julio se mantiene (el tenue repunte del miércoles y el acuerdo político en progreso lo vuelve dudoso), los retiros de fondos podrían superar esta cifra, con lo que se restaría al sistema un acumulado de casi el 12 por ciento del total, valor que se aproxima peligrosamente al 15 por ciento registrado durante el Tequila.
Como consecuencia de este considerable aumento en el ritmo de los retiros, que también significa en parte fuga de capitales, “la atención se trasladó hacia la disponibilidad de recursos líquidos para hacer frente a la demanda de los clientes”. Según S&P, “el incremento significativo de las tasas de interés interbancarias señala el grado de estrés actual para los bancos”. Las cifras del call (préstamos interbancarios a cortísimo plazo) alcanzaron a comienzos de la semana picos del 250 por ciento anual, aunque el viernes, con ánimos más aplacados, la tasa regresó a niveles más “normales”, de entre el 30 y el 40 por ciento.
Si bien el tope del 24,8 por ciento calculado por S&P –que se encuentra a nivel de los mejores estándares internacionales y representa además un límite “sustancialmente mayor” al que se disponía durante la crisis del Tequila– supone que los bancos podrían llegar a soportar este drenaje de recursos en razón de la red de seguridad disponible (ver cuadro), esta calificadora de riesgo considera que esta situación bien puede ser “no compatible con una economía viable”.
Además de calcular el límite de resistencia del sistema, el informe de S&P aborda también las causas de la crisis. Los bancos no llegaron a este punto sólo por el retiro de depósitos de sus clientes, sino muy especialmente por haber quedado sobreexpuestos al deterioro fiscal del gobierno. Durante la segunda mitad de la década del ‘90 las entidades financieras, atraídas por las altas tasas de interés, incrementaron significativamente sus créditos al sector público (Nación y provincias). Con el comienzo de la caída de la actividad económica, frente a un sectorprivado debilitado, prestarle al Estado se transformó en un refugio. Pero la continuidad de la recesión transformó la especulación en una cadena. Los bancos continuaron prestando, pero en gran parte para defender el valor de su ya amplia exposición, al cerrarse los otros mercados de financiamiento del gobierno. En pocas palabras, quedaron atrapados por la sobreexposición especulativa a un deudor cada vez más débil.

 

Lo peor ya quedó atrás

“La banca está bien preparada. Contando el encaje legal, el técnico y los préstamos contingentes de la banca internacional, las reservas del sistema cubren el 25 por ciento de los depósitos, o el 40 por ciento de los plazos fijos”, afirma Hernán del Villar, de la consultora Alpha y ex director del BCRA. Para él, el peor impacto de la crisis lo ha sufrido claramente el sector real, entre otras cosas porque en los últimos dieciocho meses la banca estuvo cancelando constantemente sus créditos al sector privado.
Para Del Villar, el clímax de la corrida de depósitos, alcanzado en la penúltima semana, ya quedó atrás, y deberían sobrevenir hechos muy negativos para que volviese a arreciar. Respecto del pico de depósitos, alcanzado a mediados de febrero, las cuentas en dólares perdieron muy poco, lo que expresa que la desconfianza no se refiere al sistema bancario sino al peso. Por otro lado, mucho plazo fijo cancelado fue mantenido provisoriamente como cuenta a la vista, lo cual no le resta fondos al sistema.
Además, los Fondos Comunes de Inversión fueron en la anterior semana los responsables del 60 por ciento de la caída registrada en los plazos fijos, reflejando los retiros de esa franja de ahorristas, que son los más sofisticados y sensibles. El drenaje tiene su inercia porque los FCI necesitan recomponer sus posiciones en efectivo, pero éste es sólo un coletazo.

 

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