Martín Granovsky
Por primera vez desde que asumió
Fernando de la Rúa, el radicalismo y el Frepaso no votaron juntos
en la Cámara de Diputados. La madrugada de ayer los encontró
solos, y ahora deben decidir si pierden juntos las elecciones de octubre.
El comportamiento del Frepaso fue inédito. Dieciocho diputados
votaron en contra del proyecto oficial de subir el piso del recorte para
empleados y jubilados sin tocar, al mismo tiempo, los intereses de los
bancos y las AFJP. Tres votaron a favor: Cristina Zuccardi, Humberto Volando
y Alberto Briozzo. Uno faltó: Pablo Fernández de La Pampa.
Y dos se abstuvieron: nada menos que Darío Alessandro y Rodolfo
Rodil.
Conviene hilar más fino:
Alessandro, que ya había
frenado a gritos a Cavallo en reuniones privadas, dejó de ser el
vicario del Ejecutivo en la Cámara de Diputados.
Entre quienes votaron en contra
figuró el tucumano José Vitar, uno de los políticos
claves del Frepaso junto a Alessandro, Juan Pablo Cafiero y Aníbal
Ibarra. Vitar fue la voz que se alzó a fines del año pasado
contra la reforma previsional impulsada por José Luis Machinea,
pero nunca se desgajó ni del bloque del Frepaso ni del de la Alianza.
Vitar y Alessandro jamás
han tenido una diferencia en público. Tampoco Rodil, un ex allegado
a Graciela Fernández Meijide propenso a acordar con el Gobierno
más que al conflicto.
Rodil es vicepresidente primero
de la Cámara de Diputados. Alessandro, jefe del bloque del Frepaso
y, por lo menos hasta ayer, jefe del bloque de la Alianza.
Es obvio que Alessandro y Rodil
no votaron en contra como Vitar sólo por un motivo: ese voto hubiera
significado la ruptura abierta del bloque.
La Alianza original no existe desde hace mucho en el Poder Ejecutivo por
la desafortunada renuncia de Carlos Chacho Alvarez (más desafortunada
aún porque al principio fue a medias), el efecto expulsivo de la
designación de Ricardo López Murphy y, luego, la construcción
del eje Cavallo-De la Rúa con rasgos cada vez más excluyentes.
Juan Pablo Cafiero en Desarrollo Social es una isla extraña basada
en su voluntad de hacer política social incluso en medio del ajuste
y en que la diferenciación, cuando viajó a Mosconi, lo integró
al escaso grupo de políticos que se hacen cargo. En su caso, de
la protesta social.
La comisión de notables de la Alianza que Raúl Alfonsín
imaginó para atraer a Chacho no funcionó y, así,
hasta ayer quedaban dos ámbitos fuertemente aliancistas, el gobierno
porteño y el bloque de diputados.
La Alianza se ha fortalecido con esta crisis, tomando como Alianza
la relación entre el radicalismo y el Frepaso y no el gobierno
nacional, dijo ayer tras plantear la importancia del tema de la
deuda Aníbal Ibarra, jefe de un partido, el Frepaso porteño,
donde la presión rupturista es cada vez más fuerte. Pero
su descripción parece incompleta. Es cierto que la semana pasada
radicales y frepasistas coincidieron en un documento de tono machineísta.
Pidieron la suba del piso para el recorte, sugirieron impuestos para afectar
a la clase media y la clase media alta y dejaron de lado cualquier presión
sobre el sector financiero. Es verdad, también, que sin la presión
parlamentaria del Frepaso los diputados radicales se hubieran quedado
sin argumentos ante el Gobierno nacional: así, tenían un
cuco a izquierda, lo cual siempre es conveniente. Sin embargo, al votar
en contra del paquete con copyright de Machinea, el Frepaso se distanció
no sólo del Gobierno sino también del radicalismo.
Otro dato quedó fijado en la madrugada: también por primera
vez, votaron del mismo modo los 13 diputados de la Agrupación por
una República de Iguales (el ARI de Elisa Carrió, con base
de socialistas y ex frepasistas), los tres de Alicia Castro y su Frente
por el Cambio, y el Frepaso. Todos ellos quedaron alineados de hecho,
como también quedaronalineados de facto, en otro andarivel, la
UCR y los diputados de la Acción por la República de Cavallo.
La situación está tan abierta como el panorama de un país
donde la crisis es on line y se mide por la velocidad de las transacciones
financieras. No tiene por qué repetirse, pero tampoco por qué
no repetirse.
El Frepaso protagoniza una ruptura técnica que no se ha convertido
aún en otra cosa porque ni Ibarra ni Alessandro ni Cafiero apuestan
a lo irremediable y porque todavía carecen de una estrategia política.
El dilema frepasista oscila entre dos posiciones: quedarse e influir desde
dentro del Gobierno, y de paso apostar a que si hay ruptura radical con
De la Rúa la Alianza original tenga alguna chance de continuar,
así sea en la oposición; o saltar ahora del tren, cuando
todavía hay tiempo, calculando que es mejor magullarse por la instalación
del estereotipo del político abandónico que matarse contra
una crisis en aumento.
El tema es que todos dicen que la situación económica
es más importante que las elecciones, y que para las elecciones
falta mucho, y las dos cosas son ciertas, pero cuando se acerque octubre,
¿qué vamos a hacer?, se preguntaba ayer por la tarde
un dirigente del Frepaso mientras se irritaba con la intransigencia del
equipo económico frente al límite del recorte fiscal.
En ese punto vuelven las opciones del principio. ¿Perderán
juntos el Frepaso y el radicalismo, como acompañantes del Gobierno?
¿Perderá sólo el radicalismo mientras el Frepaso
busca una alianza con el ARI? ¿Disimulará la UCR procurando,
ella también, una cercanía a Carrió? ¿O todo
es un espejismo de este país cada vez más parecido a una
meseta escalonada donde está claro que se desciende y la única
duda es el largo del escalón?
POLEMICA
EN LA ALIANZA TRAS EL VOTO DIVIDIDO
Socios que se miran de reojo
Desgraciadamente, este
proyecto no rompió con la lógica del ajuste y no garantiza
nada, dijo el diputado frepasista Carlos Raimundi. Quedó
garantizado que los empleados y los jubilados que cobren hasta mil pesos
no quedarán afectados por el ajuste, aseguró a este
diario el diputado radical Eduardo Santín. En la sesión
del viernes, que duró hasta la madrugada, radicales y frepasistas
no lograron ponerse de acuerdo para votar el proyecto. Los primeros se
pronunciaron a favor y los segundos en contra, junto con el Partido Justicialista.
El controvertido artículo 12, que, traducido, establece que los
salarios y jubilaciones de mil pesos no se tocarán siempre y cuando
la recaudación permita el añorado déficit cero
fue ayer el centro de la polémica. Los frepasistas acusaban a sus
socios de haberse dado vuelta por la presión del Gobierno.
Y todos coincidieron a la hora de criticar a la ministra de Trabajo, Patricia
Bullrich.
Los socios de la Alianza coincidieron ayer en la bronca con la ministra
de Trabajo, Patricia Bullrich. El jueves, luego de una extensa cena con
el presidente Fernando de la Rúa, un grupo de legisladores radicales
acordó que las jubilaciones y sueldos de más de mil pesos
no se verían afectados por el ajuste. Al día siguiente,
los diputados salieron a anunciar el triunfo por las radios
y a la tarde, Bullrich ya estaba diciendo que la plata no alcanzaría
más que para garantizar que no se recorten los salarios de quinientos
pesos. La ministra Bullrich está confundida. Cree que, como
hacían ellos en el gobierno de Carlos Menem, todo tiene que aprobarse
sin discusión, sin intercambio de opiniones. El viernes se salvó
de que le pidiéramos la renuncia, dijo un diputado radical.
Santín, que fue uno de los que el jueves participó de la
cena, también estaba enojado con la ministra. El jueves nos
fuimos de la cena a las dos de la mañana porque no nos poníamos
de acuerdo, no porque estábamos muy contentos tomando vino. Finalmente
lo logramos y ella salió al otro día a decir otra cosa,
con lo cual predispuso mal a los legisladores, dijo Santín.
El diputado Marcelo Stubrin también le dedicó un párrafo
en su exposición del viernes a la madrugada: Que De la Rúa
mande a la ministra a ver si le saca las leyes, sostuvo, en obvia
alusión intento de la ministra de romper el consenso alcanzado
en el bloque de diputados de la Alianza después de horas de negociaciones.
La sesión del viernes parecía interminable. Hubo de todo:
en medio del debate, el diputado del PJ Miguel Angel Pichetto aseguró
que la Alianza está muerta, en alusión al voto
dividido de radicales y frepasistas. La diputada María América
González leyó partes de un discurso que ofreció Fernando
de la Rúa cuando era senador y se opuso a la ley previsional, texto
cuyos principales conceptos no parece recordar el Presidente. Los radicales,
mientras tanto, concentraban sus esfuerzos en tratar de conseguir que
la palabra garantizar (en el sentido de que el gobierno garantiza
que no se reduzca el sueldo de los empleados que ganan menos de mil pesos)
esté en el artículo 12, el artículo de la controversia.
Los radicales necesitan una convención de los mejores psicólogos
que tendrán que tratar de establecer por qué lo que declaran
nunca coincide con lo que hacen luego, dijo a este diario un diputado
frepasista que la única certeza que tenía ayer era que con
el ajuste que aprobaron el viernes lo único cierto es que el sueldo
de los estatales no está protegido y dependerá exclusivamente
de la recaudación. Es de Perogrullo. Todos los pagos del
Estado dependen de la recaudación, dijo a Página/12
Santín y sintetizó así el argumento de los radicales,
que votaron a favor del proyecto que ahora deberá tratarse en la
Cámara de Senadores. Santín hizo un planteo optimista, si
obtenemos la eliminación de las exenciones a las transferencias
financieras y se incluye el ajuste de los judiciales, no se devuelve el
impuesto a las ganancias y se cobran los diez centavos del impuesto a
las naftas nos sobra el dinero para no tocar salarios y jubilaciones menores
a mil pesos. Votaron a favor del proyecto de los diputados radicales,
los cavallistas, algunos provinciales y Cristina Zuccardi, Humberto Volando
y Alberto Briozzo, los tres frepasistas que responden al ex ministro de
Trabajo Alberto Flamarique; mientras que el PJ y el Frepaso votaron en
contra. Darío Alessandro, jefe del bloque de diputados de la Alianza,
y Rodolfo Rodil se abstuvieron.
No sé si ponerme contento porque el Frepaso volvió
a diferenciarse y así queda claro quiénes siguen creyendo
en lo que fue la Alianza o quiénes no, o triste por el ajuste.
Es un peligro que el pago de los sueldos esté supeditado a la recaudación
en el marco de una política de déficit cero, dijo
el diputado Fernando Melillo.
|