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Cómo Italia aprendió a dejar de preocuparse por Europa y amar a Jr.

El gobierno italiano ayer se acercó más al escudo antimisiles de George Bush Jr. y se alejó más de la posición europea. Se promovió así al puesto de mayor aliado de EE.UU. en la UE.

Antes de ser elegido, el derechista Silvio Berlusconi dijo que pensaba que los norteamericanos “siempre tienen razón”. Ayer el premier italiano tuvo oportunidad de dársela. Y aprovechó para criticar a algunos de los países europeos más renuentes a apoyar la tesis del presidente estadounidense, George W. Bush, de visita en Roma. En cuanto al escudo antimisiles, Italia “estará al lado de Estados Unidos, superando incluso las propuestas de algunos socios europeos que no han entendido cómo ha cambiado el mundo y que hay que prepararse para el futuro”, dijo el jefe del gobierno italiano durante una conferencia de prensa conjunta con Bush.
“Sabemos que hará falta tiempo para que los países que hoy no nos parecen completamente fiables puedan construir armamento balístico con el alcance necesario para llegar hasta blancos lejanos, como por ejemplo Estados Unidos, pero la situación es ciertamente preocupante’’, añadió Berlusconi, reproduciendo fielmente las tesis norteamericanas. En una declaración conjunta, ambos dirigentes afirmaron que “los dos países sienten la necesidad de un marco de referencia estratégica capaz de hacer frente a una amenaza creciente de proliferación de las armas de destrucción masiva”.
La semana pasada, en vísperas de la cumbre del G-8 (Grupo de los siete países más industrializados y Rusia) en Génova, el ministro italiano de Defensa Antonio Martino despachaba sumariamente el debate al afirmar que “la defensa antimisiles es útil y (el presidente ruso) Vladimir Putin lo sabe”. Esta toma de posición italiana desestabiliza la unidad europea en el enfoque de la cuestión estratégica. Las declaraciones de Berlusconi sobre “algunos socios europeos que no han entendido” no contribuirán a estabilizarlas.
Esta asignación de ignorancia parece dirigida sobre todo contra Francia, cuyo ministro de Defensa, Alain Richard, sostenía hace dos semanas que el proyecto norteamericano de escudo antimisiles seguía “planteando problemas” a Francia. Alemania también es escéptica y e incluso Gran Bretaña, tradicional aliado norteamericano, adoptó una postura conciliadora, quedando en esta oportunidad en la retaguardia respecto a Italia. Bush, muy satisfecho por la postura de Berlusconi, aseguró que su “amigo comprendió rápidamente la importancia de modificar los acuerdos de seguridad en el mundo”. Reiteró su voluntad de avanzar en la puesta en práctica del escudo antimisiles. Y advirtió que el acuerdo ruso-estadounidense, anunciado la víspera en Génova, que buscaría vincular la defensa antimisiles y la reducción de los arsenales estratégicos, no debe ser interpretado como un retraso del proyecto.

 

 

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