Por
Julián Gorodischer
La
curadora de artes electrónicas del Museo de Arte Moderno, Graciela
Taquini, tiene claro que el público tradicional de los museos ha
sido históricamente refractario al mundo de la televisión.
Muchas veces escuchó una misma frase, proveniente del campo intelectual:
Yo no miro tele ni tengo cable. Por eso, que la exhibición
de un programa de televisión, El otro lado, producido
y conducido por Fabián Polosecki, sea por estos días la
actividad más convocante del Museo (con un promedio de 600 visitantes
cada sábado, el record del año), implica una ruptura y una
reformulación del paisaje. ¿De qué estaría
hablando el boom Polosecki, expresado en la fila que sale del museo, este
sábado, y en la larga espera? En principio, de un cambio de actitud
de parte de los públicos. Siempre tuve que concientizar para
que se entienda a la TV como un lenguaje del arte contemporáneo
que puede participar de la oferta de Museos. Hay mucha basura en la televisión,
es cierto, pero lo mismo pasa en otros campos. No habría que tener
prejuicios.
Ahora, tras la comprobación de que la TV interesa también
en las salas de la alta cultura, resulta más fácil
imaginar resistencias que caen y nuevos ciclos de programas revisitados,
allí mismo en el MAMBA: una revisión de Alberto Olmedo,
la recopilación de los documentales del ciclo DNI,
el rescate de Cha cha cha (con Alfredo Casero a la cabeza
de una troupe inolvidable), un regreso sobre perlas con poca trascendencia
como Televisión abierta .-de Gastón Duprat y
Mariano Cohn o La cápsula del tiempo (Rodolfo
Hermida y Julián Gallo). Dos contrastes se desprenden de las reacciones
de los más jóvenes, que acuden con poca información
previa. El primero opone El otro lado al contexto te actual.
Se escucha, en los pasillos, a la salida: ¿Esto salía
al aire o es un documental en fílmico?. Taquini analiza la
sorpresa: La televisión cambió: su sensibilidad e
inteligencia fueronreemplazadas por el aburrimiento del show de lo real,
o por lo inaudito de la tragedia histórica cotidiana que, en 1993,
se estaba cimentando.
Los tiempos largos, la morosidad en los recorridos, la entrevista en profundidad
que ejercía Polosecki se reciben con extrañeza. ¿Pero
en qué canal era?, insiste un estudiante de cine de Rosario.
No acepta la respuesta: era en el ATC de Gerardo Sofovich. En un segundo
nivel, los más jóvenes atribuyen al formato de documental
clásico de El otro lado una condición innovadora,
diferente a las formas hegemónicas vigentes. La estructura
de Polosecki es cerrada, clara, entendible para todo el mundo, opina
Taquini. Genera el efecto de que valió la pena conocer a
esta gente. Tiene poco que ver con el documental actual: irónico,
corrosivo, fragmentario, que no cree en nada ni en nadie. El otro
lado es el producto de una persona que cree en el hombre, en el
trabajo como realización, y en todos encuentra algo bueno.
Tras la proyección de los capítulos Agua de puerto
y Agua de mar, un grupo de primerizos debate algunos puntos.
Para Coralia, una actriz de 28 años, fue una apertura al
mundo de los otros, demasiada humanidad para una hora, historias de una
vigencia asombrosa que parecen registradas hace muy poco. Nicolás,
un videasta de 25, propone una revisión del título: El
otro lado deja a los personajes detrás de una frontera, los
aleja, manifiesta cierta ingenuidad: el planteo de un rescate pero con
el destacado de la marginación. Juan Ignacio, de 23, cuestiona
la posición del entrevistador que siempre se asume del palo,
nacional y popular, en una actitud un poco demagógica. Susana,
de 68, asiste cada sábado desde que el ciclo comenzó, le
regala una rosa a Graciela Taquini y susurra mientras mira la proyección:
Por Dios, era tan chico.
Taquini comenta las reacciones: Muchos se están enterando
de que hubo en la Argentina programas muy buenos, redondos, con un alto
grado de comunicación alcanzado con el entrevistado y, por eso,
insisten en reclamar los videos (que por ahora no se consiguen, y no se
prevé que sean reeditados). En la factoría de la TV, donde
es muy difícil hacer algo original, Polosecki se filtró
y se transformó en un objeto muy admirado por los estudiosos del
arte. La curadora es optimista sobre el panorama que se viene. Esta
masividad reformula positivamente la relación entre los museos
y la tele, sostiene.
El
espanto de Harrison
El
ex beatle George Harrison se dijo ayer espantado por las versiones
acerca de que el cáncer contra el que lucha lo tiene al borde
de la muerte. Harrison y su mujer Olivia dijeron a la agencia británica
Press Association que están decepcionados y repugnados
por las informaciones alarmistas de la prensa inglesa. El ex beatle,
de 58 años, aseguró que está activo, viviendo
con normalidad. El Sunday Mirror había publicado ayer estas
declaraciones del productor del legendario grupo, George Martin:
Tiene un espíritu indomable pero sabe que va a morir,
y lo está aceptando. Esos conceptos, dijo el músico,
son falsos, insensibles e indeseados. Martin, por otra
parte, negó expresamente haber dialogado con el diario. Harrison
recibe un tratamiento de radioterapia por un tumor en el cerebro
en el hospital San Giovanni de Bellinzona, Suiza, en el tercer brote
de la enfermedad. Hace cuatro años, le habían diagnosticado
un cáncer de laringe del que fue operado con éxito.
Hace tres meses, Harrison fue operado de cáncer de pulmón
en Estados Unidos, también exitosamente. Por otra parte,
en diciembre del 99 un perturbado ingresó en su mansión
londinense e intentó matarlo.
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JUAN
GARCIA PONCE OBTUVO EL PREMIO JUAN RULFO
México
para los mexicanos
El
dramaturgo, narrador y ensayista mexicano Juan García Ponce fue
galardonado ayer con el premio Juan Rulfo de Literatura 2001 por su prolífica
obra literaria. García Ponce, nacido en Mérida en 1932,
sufre desde hace años una esclerosis que lo mantiene en silla de
ruedas. El jurado destacó su excepcional vocación
por la escritura y el valor de sus obras de ficción, ensayo y teatro,
así como su trabajo periodístico. El escritor, al agradecer
el premio, afirmó que se considera un discípulo de Rulfo.
El jurado estuvo integrado por Mercedes López (Puerto Rico), Ambrosio
Fornet (Cuba), Hernán Lara (México), Claude Feli (Francia),
Noé Jitrik (Argentina), Juan Gustavo Cobo (Colombia) y Sara Poot
(Estados Unidos). El Rulfo, considerado uno de los premios literarios
más importantes de América latina, está dotado con
100.000 dólares y será entregado en noviembre en el marco
de la Feria del Libro de Guadalajara.
La obra de Ponce es una de las más prolíficas de México.
Entre sus novelas se destacan Figura y paja (1964), La casa de la playa
(1980), La presencia lejana (1968), La cabaña (1969), El hombre
olvidado (1970), El libro (1970), La invitación (1972), Inmaculada
o los placeres de la inocencia (1989), entre otras. En teatro, es autor
de obras como El canto de los grillos (1958), Doce y una trece (1964),
y Catálogo razonado (1982). Publicó ensayos como Nueve pintores
mexicanos (1969), Nueva visión de Paul Klee (1966), Desconsideraciones,
Las formas de imaginación (1992), Thomas Mann vivo (1970), Antología
y pornografía (1975) y tiene una larga trayectoria como periodista
cultural. Los galardonados con el Rulfo hasta ahora fueron: en 1991 Nicanor
Parra (Chile), 1992: Juan José Arreola (México), 1993: Eliseo
Diego (Cuba), 1994: Julio Ramón Ribeyro (Perú), 1995: Nélida
Piñón (Brasil), 1996: Augusto Monterroso (Guatemala), 1997:
Juan Marsé (España), 1998: Olga Orozco (Argentina), 1999:
Sergio Pitol (México) y en el 2000 Juan Gelman (Argentina).
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