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RADIOGRAFIA DE LOS MAYORES DE 60 HOY EN LA ARGENTINA
Muchos años y pocos privilegios

Uno de cada tres no tiene jubilación ni pensión. El 53 por ciento recibe un ingreso menor a 400 pesos. Un tercio colabora en tareas familiares. Las mujeres viven más que los hombres. Son datos de una encuesta oficial realizada a más de 1500 personas.

Sólo el 7,3 de los mayores completó estudios universitarios según mostró el sondeo.

Por Carlos Rodríguez

La antigua fórmula del amor como sustento, del “contigo pan y cebolla”, prevalece entre los argentinos de más de 60 años: el 53 por ciento subsiste con ingresos menores a los 400 pesos, mientras que 15 de cada 100 están por debajo de los 200 pesos mensuales. Una encuesta oficial demostró que el 66,2 por ciento cuenta con jubilación o pensión, mientras el tercio restante carece –al menos por ahora– de los dos beneficios. A pesar de la malaria, un tercio de los mayores participa en tareas que apuntalan la economía familiar, como cuidar nietos u ocuparse de los quehaceres domésticos. Dentro de los grupos de más de 75 años, es mayor la sobrevida femenina: el 56,8 por ciento son mujeres y el 43,2, hombres. De los encuestados, el 67 por ciento sólo terminó la escuela primaria y el 7,3 por ciento llegó a la universidad, situaciones que marcan gran disparidad en los ingresos de unos y otros. El dato más sombrío fue que el 8,5 por ciento dijo haber sufrido violencia en el seno familiar, desde maltrato físico o verbal hasta apropiaciones de bienes o dinero.
El estudio fue realizado por la Secretaría de Tercera Edad de la Nación, sobre la base de entrevistas personales con 1.506 personas de más de 60 años. Los consultados residen en ciudades grandes de más de 500 mil habitantes como la Capital Federal, Gran Buenos Aires, Gran Córdoba o Gran Rosario, medianas de más de 50.000 como Paraná, Posadas, NeuquénPlotier-Cipolletti, San Rafael o Tandil, y pequeñas de más de 10.000, como Jesús María, Libertador San Martín, Madryn, Tafí Viejo y Villa Angela.
Los datos reunidos establecieron que el 80 por ciento de los adultos mayores vive en su casa propia y el 12 por ciento en viviendas familiares, mientras que el 6,2 alquila y el 1,7 se tiene que conformar con vivir en una vivienda prestada. Es dispar el nivel educativo de los encuestados, porque si bien el 67 por ciento terminó la escuela primaria, apenas el 25 por ciento completó el secundario y un 7,3 llegó al nivel universitario. El dato influye directamente sobre el nivel de ingresos de cada grupo: el 67 por ciento de los que tienen estudios universitarios completos gozan de un nivel socioeconómico (NSE) alto, mientras que apenas el 0,3 de los que llegaron a la universidad sobrellevan un NSE bajo.
En relación con los ingresos, es también evidente la disparidad entre los que viven en las grandes o en las pequeñas ciudades. Mientras el 25 por ciento de los que están asentados en poblaciones de más de 500 mil habitantes cobran más de 800 pesos mensuales, en las ciudades chicas apenas el 9 por ciento alcanza sumas semejantes. En materia de salud, el corte también se produce a partir del nivel socioeconómico: los que cuentan con un NSE medio alto o alto (52 por ciento) gozan más saludables, mientras que los que ostentan un NSE bajo (27,9) tienen más problemas de salud. Las patologías frecuentes son los problemas cardíacos (26,2 por ciento) y las enfermedades de los huesos (26 por ciento).
Según la encuesta, el 53,9 por ciento de los adultos mayores viven solos o con su cónyuge, lo que significa que no conviven con personas de otros grupos generacionales. Sólo el 30 por ciento dijo prestar ayuda a su familia, mientras que un porcentaje similar recibe colaboración económica de parte de sus hijos. Entre los consultados, un 81 por ciento reconoció que no había trabajado durante la última semana. Del 18,4 que desarrolló alguna actividad, apenas el 9,6 por ciento puede englobarse dentro de la categoría de ocupado pleno, mientras que el 8,8 está subocupado.
Un 12,6 por ciento dijo ser “desocupado” como si se tratara de un hecho definitivo: el 5,3 por ciento porque no puede encontrar empleo y el otro 7,3 por ciento porque directamente dejó de buscar por estar “desalentado”. La mayoría consideró que la edad es “una de las principales causas de discriminación laboral”. Sólo un 0,4 dijo estar “en espera de una respuesta positiva” a su inquietud.
El 8,5 de los entrevistados dijo haber soportado situaciones de maltrato y violencia. La mayoría de los casos ocurrieron en las ciudades máspequeñas y le siguieron, en orden de importancia, las medianas y por último las más grandes. Los hechos de violencia son más frecuentes en las familias de niveles socioeconómicos bajos, no hay grandes diferencias en cuanto a género aunque es levemente superior el número de mujeres maltratadas y la situación va decreciendo a medida que avanza la edad de los encuestados.
La violencia se expresa, sobre todo, en el plano psicológico, mediante agresiones verbales, aunque también hay golpes. Los hombres son agredidos por sus familiares en el plano verbal, mientras que en las mujeres predomina la agresión corporal. El maltrato verbal o físico no ofrece grandes diferencias entre los distintos sectores socioeconómicos, mientras que en las clases altas es mayor la apropiación de bienes o de dinero.
No obstante, el 75 por ciento de los encuestados consideró buena su relación familiar porque “se preocupan por su salud” o “comprenden sus problemas”. Sin embargo critican que se los tenga muy poco en cuenta a la hora de opinar sobre problemas familiares. Un 88 por ciento dijo que nunca se sintió marginado, pero un 8,4 por ciento admitió haber sentido alguna vez esa sensación y un 1,9 sostuvo que siempre tienen ese sentimiento.

 

El trato de los otros

El secretario de Tercera Edad y Acción Social, Ernesto Isuani, anticipó que en un mes se conocerá un segundo informe sobre la base de la misma encuesta. “En ese caso se analizará el trato que reciben los mayores en la calle, en su relación con los jóvenes, lo que sintieron al jubilarse o detalles cotidianos como su reacción al ser llamados ‘viejos’, o ‘clase pasiva’, por ejemplo”. El objetivo será producir “una campaña comunicacional tendiente a llevar mensajes de autoestima” a los mayores.
Lo que se analizará en profundidad serán las situaciones que viven los ancianos “cuando suben a un colectivo y nadie tiene en cuenta sus dificultades para desplazarse con el coche en movimiento o el maltrato que supone vivir en ciudades donde el ritmo los va dejando de lado”. Isuani opinó que se plantean “una serie de situaciones que los lleva a vivir marginados, condenados a relacionarse sólo con personas de su misma edad. El eje del nuevo informe será indagar sobre esa sensación que parece demostrar que por su edad ya no tienen un lugar en la sociedad”.

 

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