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COMO FUNCIONARA Y QUE INVESTIGARA LA COMISION DE LA VERDAD PERUANA
Los asesinos están entre nosotros

El legado del gobierno de transición es una Comisión de la Verdad que investigará los desaparecidos, los asesinatos extrajudiciales, las torturas y otras violaciones a los DD.HH. en el período 1980-2000.

Castigos: Hay quienes están dispuestos
a aceptar que se relate la verdad de lo ocurrido, pero se rehúsan a que esa
verdad se convierta en juicios.

Así trataban a los manifestantes antiFujimori.

Por Carlos Noriega
Desde Lima

Como uno de sus últimos actos, el gobierno de transición democrática del presidente Valentín Paniagua instaló la Comisión de la Verdad, que tendrá como misión investigar las violaciones a los derechos humanos cometidas entre 1980 y 2000. Un período en el cual la violencia política dejó cerca de 30 mil muertos. Los desaparecidos suman más de 4000, según las cifras oficiales, pero en realidad se calcula que superarían los 7000. La Comisión tendrá 18 meses, período que puede prorrogarse a 23, para elaborar su informe. “Nuestra función no será solamente hacer una relación de hechos señalando victimarios y víctimas, sino realizar también un intento de explicación social de por qué se dieron estos hechos y dar propuestas de reformas institucionales, legales, educativas sobre lo que debe hacer la sociedad peruana para que hechos así no se repitan”, señaló a Página/12 Salomón Lerner, filósofo, rector de la Universidad Católica y presidente de la Comisión de la Verdad.
El grupo de trabajo que encabeza Lerner y que integran otras seis personas no sólo investigará el tema de los desaparecidos, como fue en el caso de la comisión argentina, sino también asesinatos extrajudiciales, torturas y cualquier otra violación a los derechos humanos. “Esto es un gran avance respecto a otras Comisiones de la Verdad”, aseguró a este diario Francisco Soberón, presidente de la Asociación pro Derechos Humanos (Aprodeh). Además de las responsabilidades del régimen del destituido ex presidente Alberto Fujimori en casos de asesinatos y torturas, varios de las cuales ya se encuentran bajo investigación judicial, la Comisión de la Verdad también deberá establecer las responsabilidades de los gobiernos de Fernando Belaúnde (1980-85) y de Alan García (1985-90) en la guerra sucia contra la subversión armada. La verdad de una política sistemática de desapariciones y ejecuciones extrajudiciales es la que deberá establecer esta comisión. Una política que no excluyó los asesinatos masivos de comunidades campesinas. Este método de lucha contra la subversión armada fue ejecutado por las fuerzas de seguridad desde inicios de los años ochenta con el silencio cómplice, cuando no con la abierta protección, de los distintos gobiernos civiles.
El objetivo declarado de la Comisión de la Verdad es lograr la reconciliación del país luego de un largo y cruento período de violencia política. Cómo lograr esa reconciliación es el debate que ahora se abre. Hay quienes sólo están dispuestos a aceptar que se relate la verdad de lo ocurrido como una forma de reconciliación, pero se rehúsan a que esa verdad se convierta en procesos judiciales. Otros creen que la justicia es indispensable para la reconciliación. Entre estos últimos se alinea el presidente de la Comisión. “El informe de la Comisión no puede quedar simplemente como una especie de proyecto académico que sirva como material de estudio, tendría que ser considerado como cabeza de proceso judicial en muchos casos, sólo que eso no le corresponderá a la Comisión sino a los organismos jurisdiccionales, que esperemos que asuman sus responsabilidades. Una verdad sin que se repare a las víctimas, sin que se sancione a los culpables, no puede llevar a la reconciliación”, asegura convencido Lerner. Y ante las voces que ya piden una amnistía como siguiente paso al informe final de su comisión, agrega: “Cuando se trata de estos tipos de crímenes, algunos de lesa humanidad, no hay amnistía posible”. Por su parte, Soberón señala que “verdad, reparación a las víctimas y justicia son tres elementos íntimamente vinculados”. Pasa revista a lo que viene ocurriendo en Argentina, Chile y otros países, y sentencia: .La experiencia nos ha demostrado que no es viable la reconciliación sin justicia”. En diálogo con Página/12, Gisela Ortiz, hermana de uno de los nueve estudiantes asesinados en 1992 por el grupo paramilitar Colina organizado por el gobierno de Fujimori, dejó claro cuál es el sentimiento de los familiares de las víctimas: “La reconciliación tiene que partir no sólo de la verdad, sino fundamentalmente de la justicia. Si no hay justicia después del informe de la Comisión de la Verdad no sólo no habrá reconciliación, sino que las heridas se abrirán más porque sabremos quiénes son los asesinos y convivir con ellos en una misma sociedad será muy difícil”.
Un inesperado nombramiento ha empañado la instalación de la Comisión de la Verdad y se ha convertido en un pesado pasivo para este grupo de trabajo. El nombre de la discordia es el de la ex viceministra y ex congresista fujimorista Beatriz Alva Hart. En una decisión inexplicable para muchos, el gobierno de Paniagua la ha escogido, a pesar de su reciente pasado estrechamente comprometido con el autoritarismo fujimorista, para integrar esta Comisión. Para Soberón es “inaceptable que una persona con su trayectoria sea parte de la Comisión de la Verdad”. Gisela Ortiz no oculta su indignación y sus temores por la presencia de la cuestionada Alva Hart: “Su designación desmerece a la Comisión. Ella formó parte de un gobierno acusadoa de graves crímenes y los criterios que vaya a utilizar para juzgar lo que ocurrió no creo que sean imparciales”. Ante la ausencia de representantes de organismos de derechos humanos y de los familiares de las víctimas en la Comisión de la Verdad, Ortiz hace una amarga reflexión: “No nos sentimos representados por nadie en la Comisión. Uno de los problemas por el que no logramos reconciliarnos es porque jamás se escucha a las víctimas”. El presidente electo Alejandro Toledo tampoco ha ocultado su malestar por la presencia de Alva Hart y ha anunciado que su gobierno podría reestructurar la Comisión de la Verdad. Un agitado comienzo en medio de una tormenta política por su cuestionada composición es el que ha tenido esta Comisión de la Verdad, que ha despertado grandes expectativas y esperanzas de que por fin se empiece a terminar con 20 años de impunidad.

 

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